miércoles, 14 de marzo de 2012

¡Felicidades, Peter!


Un día de fines de 1999, se apareció en la puerta de mi casa de Coral Gables. Se presentó como Pedro Schwarze y dijo que era un periodista chileno y que cumplía un encargo de su redacción para entrevistarme por Dulces guerreros cubanos, mi libro recién publicado, que estaba causando cierta expectativa entre los lectores chilenos, tanta, en verdad, que hasta Augusto Pinochet desesperaba por salir de su prisión domiciliaria de Londres para comprar un ejemplar. Pinochet no solo no creía en lágrimas sino que tampoco en los paquetes por correo. Pura medida de seguridad, me imagino, para evitar un bombazo. Debo decir que Pedro se la jugaba también aquella mañana de domingo en Miami, puesto que el libro me había convertido en el enemigo público número uno de la ciudad y, por cierto, todavía hoy suelo recibir los ecos de aquella lectura indignada de los compatriotas. Pedro no entendía. No entendía cómo un libro tan corrosivo contra el régimen de Fidel Castro, despertara una reacción tan airada en el exilio de Miami. “Peter —rápidamente se llamó Peter, porque rápidamente, luego de presentarle a Aaron el Cuadrúpedo y a Niurka la Mujer (en ese orden), ya él era mi brother, lo cual ocurrió en los segundos que lleva cruzar desde el dintel de la puerta hasta avanzar unos pasos dentro de la casa—. Peter, estás haciendo un análisis político, y es erróneo. El análisis sobre Dulces guerreros cubanos tiene que ser literario. Que está bien escrito con cojones, Peter. Y eso es lo que no me van a perdonar”. Bien, pues, buena literatura aparte, el caso es que aquella mañana Pedro Schwarze y yo iniciamos una amistad que ya era vieja, entrañable y machihembrada desde mucho antes de conocernos. Y el caso es que hoy es su cumpleaños. Tan pisciano como yo, el chileno. Y quiero darle esta sorpresa, cuando prenda ahora por la mañana su computador —así los llaman en Chile— y se ponga a husmear en la red. La sorpresa de saber que yo me he acordado de que la fecha es el 14 de marzo. Peter, felicidades. Ya sabes que en tu próxima escala en Miami —y si las balas y la envidia nos permiten llegar a la pastelería— estás invitado a tu correspondientes quei.  Así se llaman las tortas de cumpleaños entre cubanos. Quei, que viene de cake.