lunes, 9 de diciembre de 2013

Las tropas que liberaron a Mandela

Parece un muerto americano. El presidente Obama interrumpe la programación de las cadenas nacionales de televisión para anunciar el fallecimiento de quien él llama con toda familiaridad “Madiba”. Por su parte ninguno de los medios parece ruborizarse al insertar en sus secuencias de archivo el abrazo que le propinara Bill Clinton, aunque si tienen la prudencia de eludir el episodio de cuando Mandela se perdió de Sudáfrica para no tener que pasar por el protocolo de saludar a George W. Bush. Tiene que ser amargo contemplar como los cubanos eran recibidos como libertadores en cualquiera de los territorios a donde fueron a parar cuando tus fuerzas eran vistas como las de despiadados invasores. Probablemente Cuba aportó a la historia las últimas tropas de liberación de los pueblos. Y, sin ambages, esa se la debemos a Fidel.

Peguen el oído a tierra. Oigan.

    Yo me encontraba en prisión cuando por primera vez me enteré de la ayuda masiva que las fuerzas internacionalistas cubanas le estaban dando al pueblo de Angola —en una escala tal que nos era difícil creerlo— cuando los angolanos se vieron atacados en forma combinada por las tropas sudafricanas, el FNLA financiado por la CIA, los mercenarios y las fuerzas de la UNITA y de Zaire en 1975.
    —Nelson Mandela
    La resolución no reclama sanciones y no plantea ninguna asistencia para Angola. Esto no es por casualidad sino el resultado de nuestros esfuerzos para mantener la resolución dentro de determinados límites. 
    —Chester Crocker, el secretario de Estado adjunto para África de Estados Unidos al embajador de Sudáfrica en Washington para asegurarle que la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que exigía la retirada del ejército sudafricano de Angola eran un documento sin mayor trascendencia.
    Nosotros en África estamos acostumbrados a ser víctimas de otros países que quieren desgajar nuestro territorio o subvertir nuestra soberanía. En la historia de África no existe otro caso de un pueblo que se haya alzado en defensa de uno de nosotros. 
    —Nelson Mandela
    [Las conversaciones han tenido] como telón de fondo la tensión militar creciente por el avance hacia la frontera de Namibia de tropas cubanas fuertemente armadas en el suroeste de Angola. El avance cubano en el suroeste de Angola ha creado una dinámica militar impredecible. 
    —Cable de Crocker al secretario de Estado George Shultz al terminar la ronda de negociaciones en el Cairo el 26 de junio de 1988.
    ¡La aplastante derrota del ejército racista en Cuito Cuanavale constituyó una victoria para toda África! ¡Cuito Cuanavale marca un hito en la historia de la lucha por la liberación del África austral! ¡Cuito Cuanavale marca el viraje en la lucha para librar al continente y a nuestro país del azote del apartheid! 
    —Nelson Mandela
    Descubrir lo que piensan los cubanos es una forma de arte. Están preparados tanto para la guerra como para la paz. Hemos sido testigos de un gran refinamiento táctico y de una verdadera creatividad en la mesa de negociaciones. Esto tiene como telón de fondo las fulminaciones [quizá debió decir fulminantes acciones] de Castro y el despliegue sin precedentes de sus soldados en el terreno. 
    —Crocker al secretario de Estado Shultz el 25 de agosto de 1988.

El general de división Raúl Menéndez Tomassevich visita un puesto avanzado
en la carretera Luanda-Quibala. El combatiente lee un comunicado de
bienvenida al legendario guerrero. Ninguno de los muchachos es
oriundo de Ohio, Arkansas, Chicago o cualquiera de aquellos parajes. Eso
no les impide aplicarse cabalmente en el cumplimiento de la misión asignada
de defender la estratégica vía. La foto es del verano de 1982.
(Copyright © 1983 by Ernesto Fernández. Prohibida totalmente su reproducción.)

Luis Galván Soca es el de mayor estatura. Médico de la reserva militar de Cuba.
El 15 de enero de 1981 salió de La Habana a cumplir su misión en Angola, donde
permaneció 2 años y 2 meses. Todos los matules (muy pocos, en verdad) están
preparados para el regreso cuando se produce el ataque de la UNITA al
poblado de Cangamba el 2 de agosto de 1983. El médico exige prorrogar su
regreso y se ofrece como voluntario para incorporarse a la tropita cubana
asediada en la profundidad del territorio angolano. El An-26 a su espalda está
pronto a despegar con refuerzos de hombres y municiones y la presencia del
médico que se necesita tan desesperadamente en la plaza. Pocos días después
de esta foto, el 7 de agosto de 1983, a las 10.00 horas (15-00 horas de Angola)
una granada de mortero hace blanco en el refugio del puesto médico y lo mata.
(Foto © Rafael del Pino. Prohibida la reproducción.)

818 militares angolanos y 184 cubanos resistieron en Cangamba
el cerco y los ataques de una tropa que los triplicaba en número.
La Unión para la Independencia Total de Angola (UNITA) y otras
fuerzas aliadas, secundadas por Sudáfrica, pretendía aislar la
provincia de Moxico, impedir a toda costa el arribo de refuerzos de
angolanos y cubanos, y apoderarse de la ciudad de Luena, la que
proclamarían como la capital de una llamada República Negra,
separada de Angola, con vistas a recibir reconocimiento internacional.
Hacer prisioneros a los 82 cubanos que se encontraban destacados
allí y usarlos para obligar a Cuba a negociar directamente con la
UNITA sin la participación del Gobierno angolano era parte del plan.
La plaza no fue cedida por sus defensores aunque en la batalla
cayeron 18 cubanos y 77 angolanos. El 10 de agosto, al terminar los
combates, se contaron dentro del poblado 493 cadáveres de asaltantes,
pero el mando cubano consideró que eran muchos más, pues era
práctica de la UNITA borrar toda huella de sus bajas. Ese día, hacia
las 11 de la mañana, se dio inicio a la evacuación de los heridos y de
los muertos cubanos. En la foto, el traslado de uno de los cubanos
caídos hacia un helicóptero. El jueves 11 de agosto de 1983, en medio
de una tensa solemnidad, se efectuó el sepelio de los caídos en la
batalla de Cangamba en el cementerio de la Misión Militar Cubana
de Luanda. Junto a ellos se le dio sepultura a un combatiente namibio.
(Foto © Rafael del Pino. Prohibida la reproducción.)

Capitán Jorge Luis Estevanell Díaz, designado como jefe de compañía del
Batallón de Tropas Especiales del Ministerio del Interior. Parte el 9 de
noviembre de 1975 hacia el continente africano. La guerra comienza de
inmediato para él y para el resto del batallón, apenas su Britania BB-330
pega las ruedas en Luanda. Los reportes llegados al Puesto de Mando
de Fidel Castro en La Habana lo destacan como “genuino jefe, de
extraordinarias cualidades de mando, que sabe poner en práctica sus
amplios conocimientos militares, su combatividad, sagacidad y
tenacidad ante las más difíciles misiones, por lo cual asesta
múltiples e irreversibles golpes al enemigo”. Participa en la
colocación de emboscadas y en el combate de Siete Puentes en
la localidad de Sumbe, donde las tropas surafricanas tuvieron que
replegarse ante las pérdidas que les causaran los cubanos; sus
compañeros lo recuerdan en rápidas pero letales escaramuzas y en la
toma de diferentes puentes en importantes vías de comunicación; marcha
con su compañía por la selva de Gabela; coloca minas antitanques en
estratégicas vías de comunicaciones del frente; comanda exploraciones
en la retaguardia de los sudafricanos; marcha al frente de su
compañía y sus agregados hasta la toma de los Morros de Medunda,
uno de los combates más encarnizados y heroicos, de importancia
capital para el triunfo que obtuvieron los cubanos en Angola. Pero se
se convierte en la baja más sensible de Tropas Especiales en esta etapa
inicial de la Guerra. El 15 de enero de 1976 se dirigía al Puesto de Mando
instalado en la facenda Victoria, en Engo, provincia de Quibala, cuando la
camioneta que guiaba acciona una mina anticarro, probablemente
plantada por la fuerza propia.


Néstor Marcos Martínez de Santelices Sánchez (12 de octubre de 1957).
Ingresa el 13 de mayo de 1974 en la Unión de Jóvenes Comunistas. En 1977
ingresa al Ministerio del Interior. En 1979 comienza a prestar servicios en la
Seguridad del Estado como Oficial Operativo de la Contrainteligencia. En 1981
pasa a la Dirección General de Tropas Especiales. Allí se hace especialista
en operaciones subacuáticas, oficial operativo, nadador de combate y
paracaidista (con más de 180 saltos; ver foto de arriba: ése es Néstor). En 1987,
en respuesta a la solicitud de ayuda del gobierno angolano debido a la difícil
situación político militar que se había creado en ese país por la escalada
sudafricana que condujo a la batalla de Cuito Cuanavale, Fidel toma la
decisión de reforzar sus tropas en el sur de Angola y como parte de este
refuerzo envía (enero de 1988) una unidad de Tropas Especiales del
Ministerio del Interior. El 1 de marzo de 1988 cruza el Atlántico otro grupo de
combatientes de esta unidad, entre los que se encuentra Néstor Martínez de
Santelices. Luego de un rápido proceso de adaptación, el 21 de mayo de 1988,
desde las posiciones de la tercera compañía de Tropas Especiales al sur de
Tchipa, en Angola, sale una patrulla de exploración comandada por el primer
teniente Néstor Martínez de Santelices e integrada por el teniente Lázaro
Valentín Rodríguez Hernández y cinco combatientes namibios de la Organización
de los Pueblos del Sudoeste Africano (SWAPO). La patrulla de exploración mixta
cubano – namibia choca con una emboscadas del 101 Batallón del ejército
de Sudáfrica. Matan a Néstor y hieren de gravedad a Lázaro Valentín, quien
muere horas más tarde, mientras recibía atención médica. Los namibios
combaten con fiereza contra los sudafricanos, que los superan
abrumadoramente en número, pero impiden que los cuerpos de los
combatientes cubanos sean capturados. Viejos compañeros de Néstor de las
Tropas Especiales tienen una versión brutal de los acontecimientos. Néstor,
fusil al hombro, atravesaba un bosque, temprano en la mañana, para dirigirse
a otro campamento de la fuerza propia cuando, detectado sin él advertirlo
—desde luego—, por una pequeña unidad sudafricana o de las guerrillas
de la UNITA, le dispararon con un lanzagranadas M-79 que le impactó directamente
en la cabeza. La cabeza desapareció. No encontraron huesos ni masa encefálica
ni dientes. El cuerpo decapitado cayó a tierra, de espaldas, y aun sosteniendo
el fusil Kalashnicov por la correa.

De un informe redactado de la CIA: “El 27 de junio de 1988, MiGs cubanos
atacaron posiciones de las SADF [fuerzas sudafricanas] cerca de la presa
de Calueque, 11 kilómetros al norte de la frontera de Namibia. La manera exitosa
con que Cuba ha utilizado su fuerza aérea y la aparente debilidad de las
defensas antiaéreas de Pretoria subrayan el hecho de que La Habana ha logrado
la superioridad aérea en el sur de Angola y en el norte de Namibia”.
(CIA, South Africa-Angola-Cuba, 29 de junio de 1988).
De otro informe redactado de la misma agencia: “Unas pocas horas después del
ataque exitoso de los cubanos, las SADF destruyeron un puente cercano
a Calueque sobre el río Cunene. Lo destruyeron para dificultar a las tropas
cubanas y angolanas el cruce de la frontera con Namibia y para reducir el
número de posiciones que deben defender”.
(CIA, South África-Angola-Cuba, 1 de julio de 1988.)
En la foto: la inscripción atribuida a un militar sudafricano en una pared de las
instalaciones de Calueque después del bombardeo de la aviación de combate
cubana: “Los MIG 23 nos partieron el corazón”.