jueves, 13 de febrero de 2014

zzzzzzZZZZZ


A mis queridos lectores

~ Incluidos eventualmente los de la NSA, la Policía del Condado, Inmigración (aquí), Inmigración y Extranjería (allá), la Real Policía Montada (uno nunca sabe cuándo va a visitar Canadá), pero sobre todo el equipo de lo que Vladimir Nabokov —en su caso— llamaba su “policía particular”, es decir, las oficinas de la NKVD que lo controlaba desde Moscú, y que en el mío son los compañeros del equipo que me monitorea desde La Habana ~

Tengo a bien informar que, no solo he cerrado todas mis cuentas de Skype y otros servicios análogos, y los correos electrónicos y los Explorer y cualquier cosa que le cuelgue, sino que he tomado dos medidas adicionales para ver cómo diablos se las arreglan ahora para jaquearme o para enterarse de lo que estoy preparando o con quién me comunico.


UNO:
Este blog entra en estado total de hibernación. ¡Hasta nuevo aviso, camaradas!


DOS:
Acabo de adquirir una maravillosa Royal Epoch Portable Manual Typewriter que ni siquiera es electrónica. ¡Nada que se conecte a un enchufe! Ha sido como renacer. De nuevo al galope con una maquinita de escribir portátil, que si no asaltan la casa y se me paran por detrás del hombro, para ver lo que estoy tecleando, no va a haber forma de que se enteren. Basta de huevadas, ustedes sentados muy cómodos en sus oficinas de seguimiento y dando repaso a cuánta palabra uno escribe. Diciendo: ¿En qué capítulo dejó este la novela ayer? A partir de ahora, compren los libros, caballeros. Yo tengo que vivir de algo, aunque sea de la policía. Mirad esos carretes churriosos, viejos, llenos de moho, chirriantes y los dedos impregnados de tinta rojinegra. Qué maravilla, Dios. La última Royal portátil que quedaba en los almacenes del Imperio. Mía.



Foto: Niurka de la Torre.