lunes, 13 de julio de 2015

Él quería decirnos algo


(La voz de Tony comienza hacia el segundo 15)

Los poemas grabados por Antonio de la Guardia y que conservaba su hijo, apenas llenan 6 minutos y 22 segundos de un casete. Lo transcribí en La Habana de 1994 y los pasé directamente a un disquete. La primera división en versos fue mía, dejándome llevar por los arcos respiratorios de su lectura. Después entró en acción el poeta Raúl Rivero, que se encargó del acabado. Por supuesto, ya para esa fecha Antonio de la Guardia llevaba más de cinco años muerto. Mandado a fusilar por Fidel y Raúl Castro. Sus editores espontáneos, Raúl Rivero y yo, corrimos bastante mejor suerte. Trabajamos en una fecha que no logro precisar de 1994, apenas me hice de una copia del casete. Pero Raúl tenía ya un pie en la cárcel y yo uno en el exilio. A Tony lo mataron el 13 de julio de 1989. El jefe del pelotón y quien le aplicó el tiro de gracia fue el coronel de las FAR Tomás Mesa. Hoy se añade otro aniversario de la ejecución. Raúl y yo tuvimos el chance de salvarle sus poemas al brother. Y yo, hasta un poco más de seis minutos de su voz.


-I-

Nuestro mundo
          móvil
                    constante
Entre coloridas visiones
                                          de vegetal cielo
Alargadas líneas de ondulante mar
Expresiva cubierta de risueño sueño
Fantásticos pensamiento interno
Eso creo con mis fugitivas mentes
Con mis sensoriales órganos
Semilla rodeada de fértil cuerpo
Movimiento razonal de flor salvaje
Silvestre verde lo que me rodea
En mi yo montaña
En mis fugitivas mentes
Sensoriales órganos de mi Selva Madre
Orgánicas
            primitivo
                       A ti llego

(Otra...)

-II-

Me esparcí en la arena
Pero tu verano cuerpo
Se levantó de nuevo
Hizo de la sangre estrellas
Y de la piel tambores
Con que calmar tu ausencia
Estremeció la aurora
En el andar cobrizo
Sobrecogido en botas
De milenaria historia
Se recobró el granizo
El azadón, el Hijo del Hijo
El pasahambre, el mendigo

Y digo que hasta que el hombre vuelva
De minero, herrero, cañero
Recogerá la arena
Donde dejó las armas
Con esperanzas tiernas
En tu verano cuerpo

-III-

Aquel arrullo
De bellas o malentendidas notas
Me trae recuerdos
Recuerdos vegetales
De orgánicas figuras laboriosas
Que se recuesta
Sobre sus lados pulidos
De incesantes caricias
De fémures rocas
Diluyendo su incesante paso
De gigante armado
Aquellas venas
Que defienden como nuevos poderosos
Desbordantes de vida mística
Que golpea incesantemente
Sobre sus pilares hermanos
Y se entrecruzan en loca carrera
Por llegar a su amada madre
Enlutada de belleza
Por sus años de siglo
A enriquecer su precipitado viaje
Que golpea
Y embiste al mineral granito
Para convertirlo
En su amado lecho
Triste de por siglos
Triste de por muerte

-IV-

Enlutados ojos
Enrarecida voz
Desbandarse
Quiere el llanto profundo
Derramarse gota a gota
Hendiéndole esta herida
Difícil de domar

Cuándo algunos
Cuánto mucho
No sabe tocar
Madre Selva
A quién puede
La soledad de las cenizas
Profesar tiránico amor
En un mundo hecho para amar

Juventud universal
Que tal mundo no existe
De sumiso y cobarde llanto
Cae un constante surco
Renovador de hombrades

A ti
Que hicieron cita
Con el plomo muerte
Aún ante los orígenes
De la Madre Tierra

-V-

«Juchi»
Así decía mi fiel amigo
Carbónico acento de terruña tierra
Sucede
Que de lo poquitingo que tenía
Se trajo con él
Su belleza infantil
Y compartió avenas
Y flores silvestres
Con los de pálido rostro
Y de andar fatigado
Sucede que trajo también
La sabiduría el ave que canta
Hermosas notas de susceptible eco
Que se desbordan
En cardíaco infinito
Pues así es
Su cobriza montaña
Ignorado primitivo
Guarayo de los montes
Que con su poquitingo
Abrió los caminos verdingos
Y los montes grandingos
Mientras se oía su
Tai tai
Tai tai
Tai tai

-VI-

Ola que sobre ola
Caes de muerte silenciosa
Recurre al humano hueso
Que lamenta y lamenta
Su verdadera suerte
De poderoso sencillo
Enseña tu verdadero rostro
Cobrizo de andar
Por retorcidas playas
Que hormiguean
Bajo tus pies enlutados
                                         de macabra suerte
Por fin
Levántate furiosa máscara
Arremete
            Choca
                   Embiste
                             Golpea
Muerde si puedes
                            el costillar gangrenoso
Que son mis lados y los tuyos
Y los de todos
Devuelve al mar y a las olas
                                                    lo suyo
Que de su vientre hinchado
Nacerá por fin
                                  el de andar alto y poderoso

-VII-

Pero no será
Que los volcanes
Batirán la inmensa ausencia
Con valor gesto
Que el rebelde estaño
Librará por su ancestral cólera
Es tu sangre de juventud
Que recoge paso a paso
El huracán de lucha
Que bate hombro con hombro
A los que vienen
A sembrar sus pozas
Con cadáveres hermanos
Son tus clavículas de mochila
Tus pies rocas
Y tus brazos árboles
Los que empujan a esta inmensa montaña
De desfallecidos humanos
A cerrar sus bocas oscuras
Su materna casa
Y venir a esta inmensa plaza
Para recogerte
A pesar de tu muerte de valor acero
Y sobre escudos
Pues tu pueblo mundo
De indios cazadores
De mineros gremios
Vietnamitas heroicos
Y otros rojos
Hacer del fusil traidor
Y del tembloroso imberbe
Polvo de fuego

Y entonces de tus ojos
Brotarán minas
                         Jardines
De fértil movimiento
Y de cada escuela
Una semilla

Y volverán las mariposas
Que faltan
Para llenar la alegría
Y dirán
Por allá va su cuerpo
De león victorioso
De generosa flor
Que siempre de luz
Y de victoriosa hidalguía
Cubierto


Foto: Antonio de la Guardia hacia la época en que dictó sus poemas a una grabadora. Mediado de los años 60. Está en la terraza de su casa que da a la desembocadura del río Almendares. (Colección de Norberto Fuentes. Copyright © 2015, Norberto Fuentes. Prohibida la reproducción.)