domingo, 17 de abril de 2016

El último congreso


Pedro Schwarze

El Partido Comunista de Cuba (PCC) comienza este sábado su séptimo congreso con la promesa de convertirse en una reunión histórica. Eso porque es el primero desde el comienzo del proceso de normalización de las relaciones con Estados Unidos y porque será el último antes de que Raúl Castro, de 84 años, deje el poder en 2018. Precisamente por eso, una de las grandes apuestas del congreso es que allane el camino para el relevo de la llamada generación histórica, es decir, la que junto a los hermanos Fidel y Raúl Castro hicieron la Revolución en la Sierra Maestra.

El otro gran desafío es el de ahondar en las reformas económicas iniciadas por Raúl Castro y que marcaron el congreso anterior, celebrado en 2011, donde se aprobaron los “lineamientos” para la “actualización” del modelo económico socialista. Sin embargo, cinco años después sólo se han implementado el 21% de esos 313 objetivos, mientras que el 77% está en proceso, según el diario Granma, el órgano oficial del PPC.

Con esto en la mira, los mil delegados se reunirán hasta el próximo martes en el Palacio de Convenciones de La Habana. Oficialmente la reunión del único partido de la isla debe “dar continuidad” al congreso previo donde se aprobó la apertura económica. Pero, a diferencia del congreso de 2011, que fue precedido por tres meses de discusiones de las bases (163.000 reuniones, según Granma) por todo el país, éste ha estado marcado por el hermetismo.

La cita coincide con fechas significativas del calendario revolucionario, ya que hace 55 años Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la Revolución y se produjo la fallida invasión de Bahía de Cochinos.

En este VII Congreso del PCC los delegados debatirán varios documentos centrados en el cumplimiento del plan de reformas de mercado. Según cifras oficiales, medio millón de los 11 millones de cubanos, es decir, en torno al 5% de la población, trabaja en el sector privado. El gobierno de Raúl Castro ha centrado parte de sus esfuerzos en atraer inversiones extranjeras para darle un nuevo aire a la aún estrecha economía cubana.

“Garantizada la estabilidad de los vínculos internacionales gracias al restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos, Raúl podrá concentrar todas sus energías en allanarle el terreno a la nueva generación de gobernantes cubanos, esto es, y dicho de manera tajante, lograr el tránsito hacia el capitalismo”, destacó el escritor Norberto Fuentes, ex miembro del hard-core cubano y autor de La autobiografía de Fidel Castro.

Precisamente el tema generacional es un factor clave. El mismo Granma sostiene que el delegado más viejo tiene 92 años (Fidel Castro, con 89 años, también se cuenta entre los delegados, aunque no se sabe si estará presente) y el más joven, 27 años. Sólo 55 de los mil delegados tienen menos de 35 años, y la edad promedio es de 48 años.

Publicado en La Tercera como “El Partido Comunista de Cuba celebra su VII Congreso con el relevo generacional en la mira”, el 15 de abril de 2016.

domingo, 10 de abril de 2016

Mao y Che en una nube


El debate actual sobre las reformas en Cuba y las proximidades del congreso del Partido, rescatan una conversación sostenida entre Mao Tsetung (como se le llamaba entonces) y el Che Guevara. Ir a la nube.

martes, 5 de abril de 2016

El sencillo arte de comprar

Mike Fernández, el billonario de filiación republicana, que se oponía resueltamente al levantamiento del embargo a Cuba y que ahora es un denodado condotiero desde la franquicia contraria recibe en su mansión de Coral Gables al líder de la mayoría republicana del Congreso, Paul Ryan, que por su parte, se hallaba decididamente en la posición que ahora está Fernández, convencido como estaba de la necesidad de eliminar esa traba arcaica. El congresista de Miami Carlos Curbelo escolta a Ryan hasta la suntuosa propiedad. Como es de esperar, uno de los tópicos —sino el único— es el levantamiento —o no— del embargo.

Podemos discernir, pues, con facilidad, que el contenido de la reunión de unas tres horas de duración en el bastión de Mike Fernández fue el dinero. El dinero de Mike (quiero decir, una parte mínima de esa fortuna) y la campaña de reelección de este congresista republicano de nombre Carlos Curbelo.

Descartado el sentido político de la reunión —político en el buen sentido de la palabra—, no puede haber ocurrido otra cosa que un compromiso. Con lenguaje más o menos refinado, la cosa debe haber transcurrido de la manera que ustedes se imaginan. Suelta la plata, Mike, que si ganamos, hacemos que el Congreso levante el dichoso embargo. Pero de aquí a allá mantenemos tranquila, callada, y controlada a la base republicana in Miami.

Ciertamente, no hay manera de creerse que Ryan haya viajado de tan lejos con el solo objetivo de ganarse un votante a favor de un insulso congresista local. La presencia no puede haber tenido otro objetivo que demostrarle a Mike Fernández, con toda solidez, que una vez que Curbelo fuese reelegido como congresista, el liderazgo republicano apoyaría la eliminación del embargo.

Quiere decir que el compromiso de Curbelo, avalado por Ryan, de eliminar la tan llevada y traída ley (pero solo después que aseguren su victoria) es una oferta inobjetable. Basta con apoyar monetariamente a Curbelo en contra de cualquiera de los contrincantes demócratas —¿Annette Tadeo? ¿Joe García? (Todavía está por decidirse el elegido, aunque ambos están determinados a pelear por el levantamiento del embargo).

Sin embargo, yo tengo un consejo para el negociante cubano. ¿Por qué no le suelta igualmente una mesada a los demócratas? En definitiva, así garantizaría que la victoria de cualquiera de los dos redundará en su beneficio. Es el momento de apostar a los dos caballos, Mike. Acuérdate del viejo refrán: El que parte y reparte, se queda con la mejor parte.

lunes, 4 de abril de 2016

El comandante me lee

Reproducimos las evidencias.

Núm. 1

Si ves el mapa de un satélite militar americano, que es la procedencia habitual de los mapas al uso por nuestros topógrafos, y buscas San Antonio de los Baños, al suroeste de La Habana, verás aún lo hatos y los realengos de la colonia, de hace cinco siglos, una geografía inconmovible pero solo visible en su perfección geométrica a partir del espionaje por satélites. Fueron trazados por nuestros primeros agricultores blancos a la hora de repartir las mercedes. Clavaban una estaca en medio de los bosques y declaraban que toda la tierra a la redonda y a partir de entonces tenía dueño. Un día, revisando esas cartas, le pregunté al general Rafael del Pino (que luego se hace famoso cuando se pasa al enemigo) que qué era eso, y él me dijo que llevaba preguntándose lo mismo —él desde su traje de vuelo y casco con visor de plexiglás—, que qué coño era eso, hasta que Chicho, el jefe de mi escolta, le echó un vistazo a la fotografía desenrollada y terció en la conversación, una de las pocas veces que lo vi atreverse a tanto, y dijo que eso era cosa de los tiempos de España.
—del capítulo 10 (“La clave está en Dallas”) del libro segundo de mi La autobiografía de Fidel Castro (Destino, 2006). La introducción de “Chicho” (nombre verdadero Bienvenido Suárez) fue un recurso para desplegar en la escena mi propia observación sobre los nítidos vestigios de los hatos en las imágenes satelitales.

Núm. 2

Los reyes de España nos trajeron a los conquistadores y dueños, cuyas huellas quedaron en los hatos circulares de tierra asignados a los buscadores de oro en las arenas de los ríos, una forma abusiva y bochornosa de explotación cuyos vestigios se pueden divisar desde el aire en muchos lugares del país.
—el primer párrafo de “El hermano Obama” la pieza de Fidel del 28 de marzo de 2016 distribuida largamente en portales de todo el mundo.