miércoles, 29 de junio de 2016

La lealtad mata


Era un cuadro joven, con una rara cultura humanista dentro del hard core cubano, ambicioso (claro está) y firmaba sus reportes a Fidel desde el extranjero, si se trataba de alguna misión secreta, con el nombre de guerra “El Jabao”. Raúl, el actual presidente del país, decía que era lo que “más yo quiero en este Comité Central¨. Hace 27 años, durante el proceso que marcó con sangre, miedo y resentimiento la historia de la Revolución Cubana y que conocemos como la Causa Número Uno de 1989, este compañero ocupaba el cargo de secretario ideológico del Partido Comunista de Cuba. Quizá por ocupar la altísima posición pensó que, a su vez, se hallaba por encima de los acontecimientos. Uno no sabe si él estaría ahora en disposición de aceptar que no escuchó las advertencias de este autor, que era además uno de sus mejores amigos. “Tú eres el próximo, brother”, fueron exactamente las palabras de alerta. Carlos Aldana Escalante. Es el de la gorra azul de pelotero y como que oculto detrás del grupo. La foto (de la que se hizo este cropping) fue archivada el 22 de mayo de 2012, y enviada a manos amigas, en la Florida, el 15 de diciembre del 2015. La imagen —innecesario señalarlo—, tiene muy baja resolución y no alcanza los requerimientos profesionales para su publicación. Pero es un testimonio asfixiante. Muestra el valor que Fidel y Raúl Castro le pueden dar a sus más cercanos colaboradores el día que les resultan innecesarios. La decisión de mostrarla en este blog es porque el próximo día 13 de julio se cumple otro aniversario del fusilamiento del general de división Arnaldo Ochoa, del coronel Antonio de la Guardia, del mayor Amado Padrón y del capitán Jorge Martínez, uno por uno, empezando por Martínez y terminando con Ochoa, ejecutados por un pelotón mixto de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior bajo el mando del coronel Luis Mesa en un potrero a la vera de la cabeza de la pista del aeropuerto de Baracoa, al oeste de La Habana. Pese a todo, Carlos Aldana es también un sobreviviente. Me imagino que para él valió la pena.

Desde la izquierda: Laura, la hija de Aldana y su hija; detrás, alguien no
identificado; Carlos Aldana, la hija de Carlitos, Carlitos (un excelente instructor
de cazas interceptores MiG-21, bajado de vuelo desde el defenestre
de su padre), su mujer y su hija; en la hamaca, Laura, la mujer de Carlos,
y una niña no identificada. Solo tres personas no sonríen a la cámara.
El gesto del joven no identificado es indescifrable.


Para que el lector establezca cualquier comparación de su interés:
A la izquierda del autor, Carlos Aldana. Es el domingo 7 de febrero
de 1982, en el bar techado (nunca habilitado) adjunto a la piscina de la
llamada Casa Uno de Luanda, residencia del jefe de la Misión Militar
de Cuba en Angola. Detrás de Aldana, un personaje conocido como
“Barbarito” (quizá un apodo), ayudante de un funcionario cubano de
alto rango y especie de embajador itinerante en África, el capitán Jorge Risquet.