miércoles, 20 de febrero de 2019

Una sátira de una sátira


Digamos en inicio que se trata de formas innovadoras de la política y del arte militar. Dislocarse en la frontera que separa a Colombia de Venezuela con el evidente propósito de elevar el ángulo belicoso del Partido Republicano es, como mínimo, audaz. Puede llegar a funcionar en la mentalidad hispana del estado de la Florida. Es una forma usual de concebir las cosas por parte de la bancada principalmente cubana del enclave. Aunque si consideramos que un porcentaje alto de los venezolanos residentes en el estado no son ciudadanos y por tanto carecen del derecho al voto, entonces no sabemos muy bien a quiénes quieren captar. ¿Un ensayo diversionista ante la mala sangre que está haciendo correr el Partido Republicano entre los votantes de cara a las elecciones presidenciales del 20? ¿Apuestan a la manida maniobra de montar una operación de desembarca-en-una-playa-a-la-sombra-de-los-cocoteros, mata-un-poco-de-nativos-y-regresa- victorioso-a-casa? Por lo pronto tenemos al senador Marcos Rubio y a su acompañante, como el Tonto del Llanero Solitario, el congresista Mario Díaz-Balart, en la población fronteriza de Cúcuta, mientras observan y hacen ademanes hacia el territorio venezolano en poses que tienen una vaga semejanza con la de Douglas MacArthur y su cohorte, el agua hasta las rodillas, en la “Red Beach” de Leyte. Debe ser por los Ray Ban de piloto. Las gafas oscuras siempre te dan el aire.

¿MacArthur? No, hombre. Fidel Castro. Diablos, qué daño le hizo ese Fidel a todos los cubanos en su empeño de no despojarse de sus fatigas de campa;a. Estamos imitándolo desde hace 60 años. El senador Rubio disparó la mentira sobre el pasado de sus padres, diciendo que habían llegado a Estados Unidos “huyendo” de la Revolución Cubana —triunfante en 1959— cuando en realidad estos arribaron a Estados Unidos en 1956. Imposible reclamar la gloria de una acción bélica en unos inmigrantes económicos que cruzan lo que los cubanos llaman “el charco” —la distancia que media entre La Habana y Miami— por vía aérea. Pero a falta de un Papá Rubio disparando por debajo del sobaco hacia unos esbirros fidelistas que venían pisándole los talones, el vástago está demostrando su pasión por el combate.

Bueno, tuvo la mala suerte de nacer a destiempo. Nació con la única posibilidad de servir a la contrarrevolución tardía —o a una contrarrevolución ajena. Lo imagino en la competencia durante los años de oro, y ahora como uno de esos ancianos del exilio histórico, los que quedan, aún en el sueño de repetir la entrada triunfal del Ejército Rebelde en La Habana. Creo que hasta tienen por ahí en grasa de preservo un tanque Sherman adquirido en un baratillo de los sobrantes de la Segunda Guerra Mundial para encaramarse encima de él a la altura de la Virgen del Camino y, ya tú sabes, a dejarse adorar por todo un pueblo, e incluso a esperar los primeros ejemplares de una Edición de la Libertad de Bohemia con el retrato de Marco Rubio orlado sobre el triunfante blasón de

HONOR Y GLORIA
AL HÉROE NACIONAL

Así que termina en la frontera de Venezuela. Tratando de empujar por el fondillo a las Fuerzas Armadas americanas (el “Army” suele reaccionar como un mulo terco) para que ataquen ese país vecino. (¿La táctica no les recuerda Playa Girón o la insurrección del Escambray, ambas operaciones abandonadas a su suerte por sus patrocinadores de Langley y el Pentágono en los momentos más álgidos de la batalla?) Y esa es otra de las formas de innovación, en este caso referidas al arte de la guerra, y que el político de origen cubano está aplicando. Apurar una guerra de frontera sobre la base de un cargamento bastante modesto de conservas, modesto si lo que se pretende es alimentar a una población de 31,98 millones de habitantes y sin que se haya dicho hasta el presente cuántos contenedores más hay en camino y hasta cuándo va a durar el abastecimiento.

Pobres hermanos venezolanos. Porque si a Maduro y sus militares les da por resistir un poco, un poquito nada más, debemos prepararnos desde ahora para una reedición de Bagdad. Deben saberlo, debes saber, Marcos Rubio, que este tipo de operación tiene que resolverse de manera relampagueante. Si no, es una desgracia. Ya los italianos se pronunciaron la semana pasada: no conviertan a Venezuela en otra Libia. Marco Rubio dislocado del lado de acá de la frontera colombiana, en la sala de radares o con unos súper prismáticos o sencillamente frente a su enorme pantalla de televisión, disfruta de la programación especial sobre el bombardeo de Caracas. ¿Mas qué hacer con el orgullo herido de un imperio? Pues bombardear, darles a estos cabrones shock and awe hasta en la sopa —la misma sopa en polvo Campbell que le estamos mandando, pero después de la alfombra de metralla. Eso sí. Calculo que a esas alturas el uniforme de campaña de Marcos le siente tan bien como sus ternos cortados a la medida. ¿Y los cubanos?, me preguntarán. No son mi preocupación. Los cubanos, ya ustedes saben, hace rato que abandonaron el Auca Hilton, donde tuvieron su Puesto de Mando. Los desconcentraron al primer rumor de guerra. (El Plan B en acción.) Así que los F-16 se pueden dar el gusto pulverizando tal edificación. Ya es un problema de la USAF con los Hilton. En cuanto al Plan C… ¿habrá un Plan C?... Yo no sé cuál rayos será; a lo mejor, como en Vietnam, este jueguito termina con una acción militar en Cuba, si el problema se les descarrila en Venezuela y a Bolton o a alguien en el Pentágono se le ocurre concebir a Cuba como el Vietnam del Norte actuando como retaguardia para sus camaradas del sur. Entonces, tanda doble en el televisor. Shock and awe en La Habana también. (Que no se les olvide la sopita.) ¡La Habana que no aguantaba más!

Post Scriptum I

Un niñito bien con cara de vendedor de perfumes para damas de una tienda por departamentos concibe una maniobra política en su refrigerada oficina de Tallahassee. La Florida plagada de problemas y nuestro senador jugando a los soldaditos en casa del carajo.

Post Scriptum II

Lo otro que falta por ver, es un personaje eludido hasta este final de la presente pieza. Yep. Solo falta por ver quién puede más en esta puja. Si Marcos Rubio o Vladimir Putin.