viernes, 14 de abril de 2023

¡Coño, Chino!



…una literatura como la nuestra, la que escribimos Jesús Díaz, Norberto Fuentes y yo, necesariamente tenía que chocar con los estereotipos de la época…
(Eduardo Heras en una entrevista con Alberto Garrandés)

 
Dedicatorias de un viejo artillero a quien yo llamaba «Asiático Ser». Las transcribo para facilitar la lectura de las desgastadas páginas. En su primer libro: Para Norberto, para comenzar a pagarle el libro que escribió, para comprometerlo a que continúe su obra, que esta generación y las futuras van a agradecer.— Un abrazo fraternal de Eduardo Heras León, 18 /mayo /69. La otra, seca, dura, aunque el trabajo frente a la boca de fuego del horno Martin no doblegó su delicada caligrafía. Para Norberto, hermano. Eduardo. 15-8-77
 
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Alguien me despierta con el siguiente mensaje «El Chino Heras se fue del parque». Acompaña el correo con el titular de DDC [Diario de Cuba], uno de los sitios del exilio:

Muere en La Habana el narrador y editor Eduardo Heras León
El intelectual oficialista recibirá un homenaje de escritores, artistas e instituciones cubanas.

Me digo: «¡Vaya, caramba! La muerte de un escritor oficialista de la Revolución es informada por un escritor oficialista de la contra.» Pero resuelven el problema con un solo adjetivo. Después de ese calificativo qué le queda al pobre hombre, que estuvo batallando hasta el final con unas manos a las que el Parkinson no le daban tregua y que lo llevaban al desespero de imponerse escribir a puñetazos contra el teclado. Qué va, no pudo más y clamaba por la muerte y hace cuatro o cinco días no aceptó recibir una sola cucharada más de alimento. Bueno, entiéndanlo: con el último de los escritores oficialistas que se hallaba en Cuba, la investidura que le otorga la denominación de alguna manera debe poner a salvo a los oficialistas de este lado.

Por último, las condolencias del presidente de la República (¡que eso sí es ser oficial!):

Amanecemos con la triste noticia del fallecimiento de Eduardo Heras León, hombre imprescindible de la cultura cubana. Enviamos un abrazo y nuestras más sentidas condolencias a la familia, amigos, y discípulos del Chino Heras, maestro de tantos.

En verdad, yo no creo que nadie pueda ser tan cínico. Cuesta trabajo tragarse la píldora de que Díaz Canel ignore que ese mismo gobierno ahora bajo su presidencia fue el que destruyó la carrera, las ilusiones, la vida de un joven miliciano cuya única pretensión era reflejar la Revolución en sus libros de cuentos, y solo se explicaría con la decisión de engañarlo por parte de sus asesores del sector cultural, o, lo más previsible, que la gente de Seguridad del Estado le esté escamoteando una tonelada de expedientes.

En ese sentido, entra el siguiente aporte. Es uno de los segmentos inéditos de una edición especial de mi libro Plaza sitiada, previsto a publicarse este año.


Chino
 
Un informe firmado por Armando Quesada, director del mensuario El Caimán Barbudo, que patrocinaba la Unión de Jóvenes Comunistas, destinado a la Universidad de La Habana y producido, según su título y el consenso de algunos testimonios, después del Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura —celebrado entre el 23 y 30 de abril de 1971—, pero no en una fecha muy apartada de este evento, si acaso una semana, describía en el auténtico y exaltado lenguaje de las barricadas, las acciones y los cargos contra el grupo acusado —“el grupo”, así llamado en el informe—, y, de hecho, enjuiciado y sancionado. Es un documento mimeografiado, sin fecha y no hace constar la cantidad de ejemplares. A continuación se transcriben, en una especie de reconstrucción, los fragmentos disponibles, tal y como han llegado a nuestras manos.

Explico ahora que el informe parece ser un resumen de los ataques producidos en una de las comisiones de trabajo del Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura contra el grupo que inventó y organizó El Caimán Barbudo y originalmente había trabajado en este mensuario. O por lo menos contra sus principales exponentes: Guillermo Rodríguez Rivera, Víctor Casaus y Luis Rogelio Nogueras. Extrañamente, Jesús Días, líder indiscutido del grupo y director de la publicación, no aparece mencionado en todo el documento, al menos es las páginas que tenemos frente a nosotros. No lo tocan ni con el pétalo de una rosa. (La publicación había sido fundada en abril de 1966 por Jesús Díaz y su reducido grupo de seguidores.) Pero Fidel decidió poner a salvo a Jesús del proceso inquisitorial y, cual amorosa tigresa acabada de parir, atrapó por el cogote entre sus fauces al cachorro y lo extrajo de la zona de peligro. Es así como Jesús deviene uno de los participantes más activos del mismo Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura en el que han puesto a hervir en aceite a sus más cercanos alabarderos. Regresemos a Armando Quesada. Por su parte, Quesada había sido nombrado director de El Caimán en octubre de 1970 y estuvo en el cargo durante nueve números —del 41 hasta el 49. Es decir, estaba —para utilizar términos beisboleros— en el cajón de bateo cuando explotó el caso Padilla y en los días posteriores de represión intelectual, y arremetió con saña contra mí la noche de la autocrítica y luego contra sus compañeros de las vísperas en El Caimán).

Vean como uno de los argumentos concluyentes para atacarles es lo que llama “su defensa de Norberto Fuentes” y recuerden que pocos días antes de la producción de este informe se produjo el encontronazo Padilla vs Fuentes en la UNEAC. Leído el párrafo por primera vez cuarenta años después, este le indica al autor lo cerca que estuvo de la hoguera.

Otros dos “acusados” son Rogerio Moya y Renato Recio, autores de El año más largo de la historia, sobre la épica zafra de 1970, en la que Cuba se propuso producir 10 millones de toneladas de azúcar (no lo logró) y que consumió la imaginación popular por los supuestos beneficios materiales que se obtendrían de inmediato, como un maná tropical, el azúcar como maná. Nunca se sabrá por qué un libro tan bonito y con tanto entusiasmo por la batalla provocara el rencor oficial. Hay una causa probable: no era el libro sino los autores, que se contaban entre los más liberales y “connotados” alumnos en los predios de las escuelas de Letras y de Periodismo de la Universidad, y estábamos en época de razia intelectual, zafra pero de cabezas. Bueno, en definitiva, ambos en tándem con Eduardo Heras elaboraban la fatídica ponencia “Notas sobre la prensa en Cuba”.

Por último, la arremetida contra este joven escritor y periodista y entonces venerado profesor de redacción de la Escuela de Periodismo: Eduardo Heras León “El Chino”. Es contra quien más duro se lanzan después de destruir a Padilla y de casi lograrlo con este autor, y que ya ha sido expulsado de la Universidad y plantado frente a la boca de fuego del horno Martin, o algo parecido, de una fundición llamada Vanguardia Socialista. En realidad, todos estos muchachos habían establecido (o mudado, si eran los de El Caimán) sus campamentos hacia la revista Alma Mater, que se suponía una publicación académica de la Universidad, y pontificaban por los pasillos de sus escuelas. Y Heras era sangre fresca en el debate, además de —¡ojo!— haberse acabado de ganar dos premios con sendos libros de cuentos y que se sindicaban de muchas maneras al estilo crítico y libertino del Condenados de Condado de Norberto Fuentes, amén de —¡horror de horrores!— el desafío de Heras al citar mis reportajes como modelos en sus clases de redacción.

Los fragmentos rescatados:

Armando Quesada:
Informe a la Universidad sobre las posiciones del grupo cuestionado en el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura

—Exposición a manera de esbozo ante el Congreso (…) de la situación en nuestro país, de la literatura, concursos, premios y ediciones (…) y en el capítulo final de la intervención cuestionamos a: Víctor Casaus, Luis Rogelio Nogueras, Guillermo Rodríguez Rivera, Rogerio Moya y Renato Recio, caracterizándolo como un grupo de jóvenes seudo-intelectuales, que al amparo del liberalismo y el criticismo han caído en posiciones de franco diversionismo ideológico, [que, no obstante, no debían confundirse con] un Padilla, un Norberto Fuentes, y otros, contrarrevolucionarios […] pero que era justo combatir desde sus raíces […] para que por medio de la rectificación sean salvados de caer en posiciones más comprometedoras y graves, haciéndoles el juego a los enemigos de la Revolución.

—Se cuestiona al grupo por considerar que a lo largo de más de 6 años, que va desde El Caimán 1 (1) a la fecha, la participación en lo señalado tiene sus matices de (…) responsabilidad, pero que engrosan una comunidad de criterios sustentados por el grupo en el terreno intelectual e ideológico. El grupo ha desarrollado actividad diversionista, desarrollando el criticismo, tendencia de piña, de autobombos mutuos y han llevado el criticismo al terreno de las obras artísticas, al cuestionar la política de prensa de la dirección de la Revolución, a los Organismos (indistintamente) y a los funcionarios políticos, tildándolos de comisarios de la cultura, manteniéndose ahogado el “libre” ejercicio de la crítica.

[Sobre Norberto Fuentes:]
—El grupo mencionado lo ha defendido, reconocido y lo ha tratado de imponer como un joven escritor, crítico, rebelde y premiado que habla “desde la Revolución". Heras y Casaus en conversaciones con Arufe (2) y Quesada sostienen que había que reconocer y ayudar a Fuentes. De todos es conocido cómo Heras introdujo en la Escuela de Periodismo a Fuentes. [Alude a que en sus clases de técnica periodística, Heras había estudiado y analizado un reportaje de Fuentes, sobre los Guardafronteras, aparecido en la revista Cuba, “no porque fuera de Fuentes, por supuesto, sino porque era magnífico”.] Esta opinión y actividad de Heras no es aislada, se manifiesta en el apoyo de Casaus al Premio de Moya y Recio [Se refiere a la mención en el género testimonio que había obtenido el libro En el año más largo de la historia, dedicado a la zafra de los diez millones, de los referidos autores, en el Concurso Casa 1971, en el cual Víctor Casaus había sido jurado de testimonio, y favorecido con su voto], y de sus constantes ataques a la prensa y a la Revolución, creyéndose con la autosuficiencia que los caracteriza, de ser los jueces y profetas, de lo que debe ser la prensa, la literatura y la cultura en general.

[Al final, luego de acusar a Heras y Casaus de defender públicamente a Norberto Fuentes a pesar de sus conocidos vínculos con Padilla y la “imagen desgarrada, desoladora y contrarrevolucionaria” que mostraba en su literatura, el informe acusa a Guillermo Rodríguez Rivera de escribir el “poema reaccionario ´El poeta y el ministro´”, incluido en su colección El libro rojo, y de invitar a César López, “contrarrevolucionario confeso”, a participar como moderador en un Coloquio de Poesía Joven organizado por el grupo en la Escuela de Letras y como profesor de literatura en la Universidad de Oriente; y, a Víctor Casaus, de influir en el jurado de Casa de las Américas para que otorgara Mención de Testimonio al libro “tendencioso y reaccionario” de Rogerio Moya y Renato Recio, así como, en asociación con Luis Rogelio Nogueras, de su “ardorosa defensa” de la publicación por el Instituto del Libro de un texto “desgarrado y pesimista” de la historia de la Unión de Jóvenes Comunistas].


Falta, en relación con Heras, el argumento de su —así lo calificaron— “conducta homosexual”. Fue el que emplearon con mayor ahínco en la asamblea donde lo expulsaron de la Universidad. Como no tenemos acceso al Informe en su totalidad, que es posterior a la asamblea, no podemos asegurar que Quesada se meta en tales honduras. Sin embargo, en nuestra investigación, un cable de AFP fechado en La Habana el 21 de abril de 1971, ha salido a flote. Un cable donde dice por las claras que la vida privada de Eduardo ha sido examinada públicamente. No estará en el informe posterior, pero estuvo en la acción anterior. “… en la Universidad de La Habana, se conocía la expulsión de la misma del escritor Eduardo Heras León, profesor de la Escuela de Periodismo, tras una Asamblea masiva en la que se examinó su conducta personal — incluso en el plano estrictamente privado.”


 
Hasta un argentino de ojos tan duros y de costumbres tan aberradas como Alfredo Muñoz-Unsaín, el corresponsal de AFP, un pederasta con patente de corso de la Seguridad del Estado para operar en La Habana “siempre y cuando no hubiera sangre”, parece espantado a la hora de redactar su información.

Facsímil del cable de AFP original:

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(1)Quiere decir, el primer número de la publicación.
 
(2)Alberto Rodríguez Arufe, cuadro de la UJC, que no parece haber actuado siempre como un esbirro dislocado en las instituciones culturales. Es al menos una especie de héroe particular del trovador Silvio Rodríguez, ya que intercedió para que la Flota Cubana de Pesca le permitiera enrolarse en el “Playa Girón” y participara en una de sus fragorosas campañas de pesca, de la que surgió, precisamente, la composición de una de sus baladas emblemáticas: “Playa Girón”.