Hoy es el cumpleaños de Gabo. Pero tenemos cosas más importantes que dilucidar. Les confieso que no sé qué hubiese hecho —o dicho —o escrito— Gabito en las actuales circunstancias. Mas Silvio, por su parte, no ceja. Aún con el orgullo incólume. El mundo parece desmoronarse a su alrededor, pero el trovador se mantiene firme. Sigue atrincherado en el legado de los versos de Brecht que tanta impresión le causaron en sus lecturas de adolescente: «Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.»
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Un imperio en decadencia puede revolucionar el mundo. Es más que evidente. Claro que hay revoluciones progresistas y revoluciones retrógradas. El alcance de esta nueva revuelta mundial lo estamos empezando a ver y a padecer, quien sabe hasta cuándo. El efecto que pudiera hacernos en Cuba no es esperanzador. Todo apunta a que nos van a hacer más daño, además del inmenso que nos han hecho. Esto, sumado a la involución que desde hace tiempo venimos experimentando por nuestra propia cuenta, nos hace cada vez más sensibles a los efectos de esta revolución negativa.
Distintas señales sugieren que está ocurriendo una especie de desaparición paulatina del sentido de dignidad nacional. Lo siento en hechos ciudadanos del día a día. Lo siento en la carnavalización de la estatua de la nación y la tumba del mambí desconocido. Lo siento en un video que muestra un cadáver reciente, lleno de heridas, ante el que los presentes hacen diversos comentarios. ¿A dónde hemos llegado para que puedan pasar estas cosas, para que se trivialice lo sagrado, para se le falte el respeto a la memoria de un ser humano, a su familia, a las personas que le aman?
Entiendo que no seamos como quisimos ser; entiendo que falta mucho todavía. Pero no puedo entender el irrespeto y la falta de calidad humana. Ojalá las cubanas y cubanos de vergüenza no permitamos la indignidad y la destrucción de esta Patria que ha costado tanto construir y defender.
Publicado originalmente en el blog Segunda cita bajo el título "Otro ojalá". (Tomado sin autorización)