sábado, 30 de noviembre de 2019

Después del olvido

Una entrevista de Luis H. Goldáraz en LIBERTAD DIGITAL.

Diciembre de 1974. Con Gregorio Fuentes. Travesía desde Cojímar hasta
Cayo Paraíso. El autor reconstruye los escenarios cubanos de Hemingway.
Contactos de las fotografías de Enrique de la Uz.
Copyright © 1974, 2019 by Enrique de la Uz.
Ocurre algunas veces que una biografía dice más del escritor que la ha redactado que del propio biografiado. A mediados de los años setenta, Norberto Fuentes llevaba quince años viviendo en el olvido en su propia tierra. La razón: haber publicado Condenados de Condado, una recopilación de relatos ambientados en el levantamiento contrarrevolucionario que prendió, a partir de 1960, en la región del Escambray, y que las milicias de Fidel Castro se encargaron de sofocar "a sangre y fuego". Aquel librito no gustó demasiado al líder de la Revolución. Consideró que aportaba una visión negativa de su causa, y Fuentes fue repudiado. Sin embargo, todo cambió cuando el escritor se puso a investigar los veinte años que vivió Ernest Hemingway en la isla; y a escribir un nuevo libro en el que, entre otras muchas cosas, podía verse a un Hemingway de izquierdas, apegado a Cuba, que además supo apoyar a los revolucionarios desde el primer momento. Sin saberlo, Fuentes acababa de rescatar una figura emblemática a la que el régimen podía utilizar, y fue perdonado.

Ciertamente, Hemingway en Cuba (Arzalia) es mucho más que eso. En él pueden seguirse los pasos del Nobel americano por la isla durante las dos décadas que precedieron al levantamiento armado: un Hemingway bebedor, amigable, que cosechó relaciones estrechas con gentes muy diversas y que terminó estableciendo su base de operaciones en su Finca Vigía, a pocos kilómetros de La Habana. El Hemingway escritor, tremendamente ligado a la isla, donde redactó varias de sus novelas más reconocidas. El Hemingway pescador. También el Hemingway aventurero, contrabandista de alcohol durante la ley seca —visitó Cuba años antes de instalarse definitivamente— y cazador de submarinos nazis en la Segunda Guerra Mundial. Un Hemingway, en definitiva, del que no se conocían demasiados detalles, y al que Norberto Fuentes rescató de las sombras. Hablamos con él:

P: ¿Por qué se ha reeditado el libro en España ahora, tantos años después de su primera publicación?

R: Es una decisión de los editores, no mía, y de la que yo me alegro, por supuesto. Este fue un libro que se iba a publicar en España al mismo tiempo que en Cuba, y yo no sé qué pasó. En aquel momento las ediciones de mi libro las controlaba Cuba. Pero yo me alegro de que se reedite ahora, porque creo que el libro conserva su vitalidad. La gente que lo ha leído dice que le ha gustado mucho. Además la edición que ha hecho Ricardo Artola es muy bonita.

P: En la década de los ochenta usted escribió que los veinte años que vivió Hemingway en Cuba eran muy desconocidos. ¿Ha disminuido algo ese desconocimiento desde que publicó el libro?

R: Muchísimo, muchísimo. Mira, ese era un territorio totalmente olvidado. En todo lo que era Hemingway, no solamente para los cubanos sino también en los Estados Unidos, el tema cubano era algo que estaba en un limbo. Eso se quedó ahí congelado, olvidado, acumulando polvo desde que Hemingway se murió. Había pocos libros sobre Hemingway en aquellos momentos, de todas maneras. Ya había salido la biografía de Carlos Baker, que ha tenido menos suerte que la mía, pero eso era algo que había quedado un poco en el aire. Mi libro comenzó de una idea que yo tuve para escribir un reportaje. Yo había leído Islas en el Golfo, y me pareció que esa era su novela cubana más personal, más incluso que El viejo y el mar, y que Tener y no tener. Entonces, cuando el Consejo de Cultura me preguntó qué tenía yo para escribir, se me ocurrió reportajear los bares de Hemingway, los que pudiesen quedar vivos. Lo que pasó es que fui a Finca Vigía y me encontré con que la casa estaba igual a cuando él vivía allí. No la habían tocado. Sus criados la mantenían todavía, y se había quedado como el diario del propio Hemingway, con su correspondencia y sus notas. Después de que el Buró político me permitió escribir la historia, me mandaron donde Marta Arjona, que por lo visto tenía custodiados muchos documentos que había sacado de allá. Ahí me encontré un montón de cosas. Cartas de Hemingway a Mary, durante la guerra, y más cosas, y ahí me di cuenta de que en esos papeles había mucho más que un reportaje. Había un libro. Me pegué varios años trabajando en eso. Pero luego los americanos son otra cosa. En aquel tiempo se protestaban todo el rato, y preguntaban qué hacía yo tocando esas cosas, que quién me había dado autorización. ¡Pero si la vida de Hemingway le pertenece a todo el mundo! Y además yo estaba investigando sobre sus años cubanos, cuando todo lo que dejó en la isla lo dejó por su propia voluntad. Y además Mary se lo había entregado en mano al propio Fidel Castro. ¿Qué quieren? Años después llegó lo gracioso, cuando Fidel se enfadó conmigo —yo nunca me enfadé con él— y le vendió todos los documentos a los americanos. Entonces llegó la biblioteca, la Kennedy, y se puso como loca: "¡Tenemos los documentos, tenemos los documentos!"; y yo: "Señores, todo eso está publicado hace treinta años". (Risas).

P: Es que el libro, precisamente por la figura de Hemingway, pero también por la importancia de Cuba en la política global de aquellos años, termina siendo muy político, inevitablemente.

R: Claro. Yo me di cuenta de que Hemingway era el único puente que quedaba intacto en las relaciones cubano-americanas.

P: Y saca también a colación una especie de combate entre los dos bandos de la Guerra Fría por ganarse la figura emblemática de Hemingway para su propia causa.

R: Hemingway era un hombre de izquierdas. Eso es indiscutible. Primero era un americano, claro, y los americanos son lo que son. Luego, era un hombre de izquierdas. Era un americano de izquierdas. No comunista. Pero es lógico también: toda la intelectualidad americana era de izquierdas, y él, con todas sus particularidades —odiaba pagar impuestos, por ejemplo—, era de izquierdas. Ahí están todas sus cartas en las que cargaba contra el macartismo. Odiaba todas esas cosas. Lo que ha pasado luego es que lo han querido convertir. La Academia y la derecha americana lo han querido convertir en algo que no era. Hemingway era un hombre de izquierdas, siempre lo fue. En una de las últimas cartas que escribió antes de morir se dirigió a un general del ejército norteamericano, el jefe de la unidad con la que avanzó hacia Alemania, y le dijo: "Yo creo firmemente en la causa de la Revolución cubana".

P: ¿Pero cree usted que Hemingway hubiese continuado apoyando tan vehementemente a Fidel si hubiese estado vivo cuando ocurrió el caso Padilla, por ejemplo?

R: Esa es una pregunta que no tiene respuesta. Eso es especular. Yo pienso que él… Yo no sé… Mira, esa misma pregunta se la hice yo a Fidel Castro. La misma, y tengo testigos.

P: ¿Y qué contestó?

R: Le pregunté por Hemingway y por su posicionamiento a favor o en contra de la Revolución. Si una opinión negativa suya desmerecería… eh… Le pregunté cómo valoraba la posibilidad de que Hemingway hubiese estado a favor o no de la Revolución cubana. Y él me dijo: "Mira, mi aprecio por su obra es más importante de lo que él pudiera valorar". Claro, Fidel Castro era un animal político, y me estaba dando una respuesta política. Luego añadió: "Y sus valoraciones de la política internacional, ya que era un gran periodista, siempre me hubieran sido de utilidad". Eso fue lo que me dijo Fidel. Te repito: una respuesta política, a una pregunta política también. Pero hay que verlo todo en su momento. No sé lo que hubiera opinado Hemingway. Yo sé lo que hubiera hecho yo, como escritor. Yo. Él vivió otra época. Es como preguntar qué hubiese dicho Stendhal de la Revolución después de enterarse del caso Padilla. Y yo qué sé qué hubiese dicho. Habría que resucitarlo de otra época y traerlo a esta. No tiene nada que ver. Porque Hemingway es de una generación que se extinguió con la Revolución cubana. A partir de entonces surgió otra.

P: Pero Hemingway sí que conoció la Revolución en sus inicios. Otros muchos intelectuales de todo el mundo también la apoyaron entonces, y luego se fueron desencantando. ¿Usted cree que si Hemingway hubiese llegado a ver directamente la represión a los intelectuales cubanos, entre otras cosas, habría seguido apoyando la causa?

R: Mira, los primeros defensores que me sacaron de Cuba fueron los escritores americanos. Fue William Styron, fue William Kennedy, fue Norman Mailer. Todos ellos, los que quedan vivos, siguen defendiendo a capa y espada la Revolución cubana. Todavía hoy. Entonces, esas preguntas… Bueno, yo me imagino que Hemingway se habría opuesto a que reprimieran a nadie, porque él conocía lo que era eso en los Estados Unidos. Así que sí, se puede deducir que se habría opuesto resueltamente. Ahora bien… también te digo que esa bronca ya le pasó a él en España y le costó la amistad de John Dos Passos. La visión de ambos acerca de la muerte de José Robles les distanció, y ahí fue Hemingway el que defendió que no se podía estar por encima de la causa general. Así que no sé: entonces decidió asumir la causa general; en el caso Padilla yo no sé. Pero no te olvides, además, que el primer represor de los intelectuales en Cuba fue Heberto Padilla. Escribió un artículo diciendo que a José Lezama Lima había que sacarlo del mapa. Te lo puedo mandar, si quieres. Está escrito en 1959, el mismo año que triunfó la Revolución. Heberto Padilla era un jacobino bajo la sombra de Guillermo Cabrera Infante, que era otro jacobino. Y ellos fueron los primeros represores que tuvo, en el campo intelectual, la Revolución cubana. Después entraron en colisión y les pasó lo que les pasó. Pero ellos fueron los primeros represores. Esa es otra historia que nunca se ha hecho pública.


P: Pero aunque fuese así, eso tampoco justificaría la represión, ¿no cree?

R: No. Por supuesto que no, por supuesto que no. Pero es bueno aclararlo. (Risas).

P: Una de las cosas que se dice de su Hemingway en Cuba es que le sirvió para reconciliarse con el castrismo, y para estrechar lazos con Fidel Castro, después de haber sufrido más de diez años de ostracismo por haber escrito Condenados de Condado. ¿Cuánto hay de cierto en esa afirmación?

R: Eh… En fin. (Suspira). Yo gané mucho dinero con ese libro, en Cuba. El libro fue un éxito, tuvo muchas reediciones. Y Fidel me conoció personalmente a raíz del libro, sí. En una recepción, él me invitó. Porque él me tenía cruzado por mi primer libro, Condenados de Condado. Yo creo que esa es la parte importante de la historia. Por lo menos para mí. Después vino el caso Padilla. Yo en el caso Padilla me negué a autocriticarme. Para empezar, yo soy un revolucionario. O yo era un revolucionario. Y yo actuaba y pensaba en defensa de la Revolución. Pero Condenados de Condado a Fidel no le gustó nada. Entonces yo sufrí muchos años de ostracismo, y en esos años yo pensé mil maneras de irme de allí. Pero es que todos estábamos ahí. Vivíamos ahí. Desayunábamos y almorzábamos ahí. Nadie quería vivir mal, ¿no? Lo que pasa es que entonces las condiciones de la vida allí eran esas. Yo una vez le pedí a varias personas que me sacaran del país. Oye, habla con los americanos para que me saquen. Y nadie me sacó. Yo tenía que quedarme ahí adentro. ¿Y qué tenía que hacer? ¿Quedarme ahí adentro en una esquina, con una latica, pidiendo limosna? Yo escribí el libro de Hemingway, el libro le gustó a Fidel, y fue Fidel quien me llamó a mí. García Márquez me llamó a mí. Yo no llamé a nadie. Fidel vio algo en ese libro que no había visto. Mi propósito inicial. El hecho de que la figura de Hemingway estaba completamente olvidada en Cuba. Él vio el libro y dijo: "Coño, nosotros tenemos olvidado a Hemingway. Aquí tenemos algo". Y se interesó por mí. ¿Y qué vio en mí? A un intelectual que va a la guerra. A un revolucionario combatiente. Y entonces le simpaticé, habló conmigo, y comenzamos a hablar sobre Hemingway. Gabo también me llamó, a través de un amigo mío que era de la seguridad del Estado: "Me han dicho que usted tiene un libro". Y ahí fue cuando nos amistamos Gabo y yo. Gabo fue el que le enseñó a Fidel el libro, cuando le pidió permiso para prologarlo. Y entonces Fidel dijo: "Bueno, está bien. Además me han dicho que ese compañero tiene muy buena actitud". Dos años después la Casa de América me invitó para ser jurado. Quería limpiarse de aquel problema con el libro mío. Y Fidel, que todos los años se reunía con el jurado, al repasar la lista y ver mi nombre dijo: "Este es el del librito". Yo lo cuento ahí. En la primera parte de la reunión él me miraba serio y yo me decía: "Coño, de aquí no salgo yo vivo". Hasta que se iba acercando y en un momento determinado llegué a creer que me leía el pensamiento. Porque por entonces se decía que Fidel podía leer el pensamiento. Y yo: "Si me lee el pensamiento, no pienses que te va a matar, no pienses que te va a matar, que te descojonas". (Risas). Pero entonces él se fue acercando hasta que se me puso al lado. Y ahí mismo yo le pregunté: ¿Es cierto, Comandante, que Hemingway es su escritor favorito?". Y él: "Ay, sí, chico. Porque tú eres el de Condenados de Condado, ¿no?". Y yo: "Sí". Y me dijo: "Te voy a explicar algo, ¿tú sabes lo que pasó en Escambray?". Y dije: "No. Bueno, sí. Que se alzó la contrarrevolución". Y él dijo: "No, no. El problema es que la Revolución creó su mimetismo. Y como nosotros tomamos el poder en dos años, después la contrarrevolución creyó que podía hacer lo mismo. Había que acabar con el mito, y lo acabamos a sangre y fuego". Aquello fue un viernes. Él me dijo: "El libro tuyo de Hemingway yo no me lo he leído, pero me lo voy a leer". Eso fue un viernes, repito. El lunes por la tarde me llamó y me preguntó si podía pasarme a su oficina. Se había leído todo el mamotreto de setecientas páginas durante el fin de semana. Pero tú fíjate, como dijo Barthes cuando vio una foto del hermano de Napoleón: "Estoy viendo los ojos que vieron al emperador". Yo no vi los ojos que vieron al emperador. No, no. Yo vi al emperador. Tú tienes la oportunidad de conocer a Fidel Castro, de irte con él a Cayo Piedra, de conversar con él, ¿y tú no lo haces?

P: Pero durante los años que vivió usted en el ostracismo, ¿nunca se llegó a desencantar con el castrismo?

R: Mira, tú no tienes ni idea de la cantidad de mariconadas y de hijaputadas que a mí me hicieron. Pero yo tengo una formación. Yo, a pesar de mi origen burgués, me formé ideológicamente en la Revolución. Fui un buen muchacho y me metí en eso… ¡Hasta los cojones me metí yo en la Revolución! Y además yo vi cosas. Yo vi lo que pocos escritores vieron. Esto es un momento irrepetible en la historia de Cuba. No va a haber un antes ni un después. Es este el momento. Y tienes que vivirlo. Además me di cuenta de que la Revolución era de base militar, y que había que estar con los guardias. Había que conocer a los guardias porque ellos eran los que iban a decidir. Y ya después descubrí el Escambray. Entonces, ¡yo me metí en eso de verdad! Si el delito de Cabrera Infante es por bailar el chachachá, el mío es por haber hecho la Revolución.

P: Dice que había que estar con los guardias porque eran los que iban a decidir: ¿Se estaba con ellos por mera supervivencia, o por algo más?

R: No, no, no. Ahí no se estaba por sobrevivir. La Revolución entraña peligros y broncas. La Revolución es un órgano vivo. Va p’atrás, va p’alante. Pasan muchas cosas. La Revolución no es un esquema.

P: Pero después de triunfar la Revolución, usted publicó Condenados de Condado.

R: Y yo sabía lo que estaba haciendo. ¿Tú crees que yo no sabía lo que estaba haciendo? ¡Me estaba jodiendo! ¡Me estaba jodiendo a dos manos! (Risas).

P: ¿Y siguió usted apoyando a la Revolución, incluso después de aquello?

R: Sí… Coño… Yo… Es decir, uno vivía ahí, tú. ¿En el franquismo qué hacían tus padres? Pues vivir con Franco. Ni te desencantaba ni te encantaba. Aquí, no sé, como con cualquier presidente, tú vives con ese presidente. Entonces, la idea de la Revolución para mí era más grande que lo que yo pudiera pasar personalmente. Además, mis amigos, todos eran revolucionarios. Mis amigos entrañables. Y me leían y me decían… Ellos me querían con ellos. Ellos me querían con la Revolución. Lo que yo pensaba por dentro, los encabronamientos que yo me cogía, eran míos. Porque tú perteneces a un grupo, tú perteneces a la gente. Gente que ha muerto al lado tuyo, que te ha defendido la vida también… Es una relación muy visceral. ¿Por qué yo iba a cambiar? Yo en Cuba soñaba con hacer una edición en español de Playboy y llenar una piscina de mujeres desnudas. (Risas). Ese era mi sueño, cuando me sentía muy mal. Y a falta de piscinas y mujeres del Playboy, me contentaba con buscármelas por mi cuenta. Porque tú vivías. Tú vivías. Y además todos vivían. Y todos querían una posición. Tú me has hablado antes de la represión contra los intelectuales. No fue contra todos los intelectuales… Y al intelectual al que más quisieron joder fue a mí. Padilla fue una consecuencia de mi libro. El primer libro que sale es el mío, ocho meses antes que el libro de Padilla. Ocho meses antes. Y además el mío era narrativa, que era más comercial. Pero yo conozco los límites. Yo conozco mucho a mi gente, y yo me desenvolvía. Yo quería ser un Solzhenitsyn en todo caso, pero atrincherado en mis libros, no en declaraciones públicas. Porque esas cosas en Cuba… Yo sabía… Tú conoces los límites del juego. Tú aquí, en los Estados Unidos, no te da por andar poniendo bombas o secuestrando a gente. Tú conoces los límites. ¿Entonces qué quieren? Te repito que yo vivía. Claro, después un día te viene el emperador y te dice: "Oh, muchacho, ven acá, tú eres un escritor". Pero yo nunca escribí más… A partir de Condenados de Condado yo me dije que toda mi literatura tendría que venir cuando al fin tuviese absoluta libertad. Ahora yo tenía que vivir. Y escribí el libro de Hemingway porque era un libro amable, bastante apolítico, en el que apenas tenía opción de decir alguna cosa. Yo tenía que vivir… Porque yo tengo escritos sin publicar, tú no tienes idea la cantidad de libros. Muchos de ellos hechos en Cuba. Otros aquí. Gabo me lo decía, tengo aquí la dedicatoria que me hizo una vez en uno de sus libros: "A Norberto Fuentes. El único gran escritor que no escribe". Pero yo le decía: "Mira Gabo, es que tú puedes hacer lo que tú quieras, y a ti no te va a pasar nada". Por eso, yo era el único gran escritor que tenía que dedicarme a observar, y tener suerte después de poder vivir para escribir, que es lo que estoy haciendo ahora. Porque yo no iba a meterme en una segunda bronca. Después me fusilaron a Tony y a Ochoa, y Fidel utilizó aquello para decirme: "Mira, te protegí, te saqué de ese lío". Aquello ya… Una de las cosas que Fidel decía era que lo único que no soportaba era el desagradecimiento. Y él entendió que al final yo no le fui agradecido. Es posible. Pero luego yo pensaba a cada rato en todo lo que me hicieron. Porque me hicieron verdaderos horrores. Horrores. Decía el viejo Camilo José Cela que el que resiste, vence. Y eso es lo que yo tenía que hacer: resistir. Pero fíjate: no como Padilla, ni como Guillermo Cabrera Infante. Yo tenía que resistir, en primer lugar, como un escritor. Yo nunca salí del papel de escritor, del papel de artista. Y después, ante todo, me mantuve leal. No hay ni un sólo amigo mío que pueda decir que yo lo traicioné, o que yo lo delaté. Nunca. Porque después la gente piensa que Fidel te abría los brazos y a partir de entonces aquello era el cuerno de la abundancia. Pero nada de eso es así. Todo lo contrario, te observan más que nunca. Y hay que ser estoico. Lo que pasa es que Fidel te pone el brazo por arriba y a partir de ahí te mueves. Pero yo ya me movía antes. Yo no me morí de hambre. Yo estaba gordito, de lo más lindo. En realidad en Cuba todos estábamos gorditos de cojones. Éramos un país de gente gordita y comunista.

P: Por volver al libro, además de hablar de la etapa de Hemingway en Cuba, una parte importante se centra en los años de Hemingway en la Guerra Civil española y en su relación estrecha con comunistas soviéticos.

R: Todo eso lo puse, aparte de Cuba, como plataforma. Todo eso tiene que ver con las cosas de Hemingway de España que estaban en la Finca. España para él fue muy importante. Tú no puedes hablar de Hemingway, y de Hemingway en Cuba, sin hablar de España. Todos sus amigos eran los republicanos españoles: el cura don Andrés, los Herrera Sotolongo, etcétera. España está presente en la vida de Hemingway, y sobre todo en la vida de Hemingway en Cuba. Además es el momento de mayor acercamiento de Hemingway con las ideas de izquierda, cosa que se mantuvo, y que volvió a renacer, precisamente, con la Revolución cubana.

P: El libro rescata testimonios de amigos comunistas de Hemingway que decían que él nunca se hizo comunista, pero que era "un humanista" y que, por tanto, sí sentía simpatía por las ideas comunistas. ¿Cree que esa afirmación puede sostenerse hoy en día?

R: Yo qué sé… Esto es algo que dijo un muchacho en los años cincuenta o sesenta… Si el problema es echarle al comunismo, le echamos todo lo que tú quieras. Dice Raymond Aron, filósofo de derechas: "La historia inconclusa no juzga a los hombres". Todo eso es historia inconclusa todavía. Pero bien, yo no soy el que dijo que Hemingway era esto o lo otro. Yo hice un libro, y traté que fuera lo más divertido posible, sobre la vida de un hombre que vivía en Cuba, y que le tiraba petardos al jardín del vecino, que se emborrachaba cada vez que pasaba un ciclón, que se tiraba pedos en el yate… (Risas). Yo quería hacer un Hemingway humano, no un Hemingway académico. El Hemingway que quedó en la retina de toda la gente que le conoció en Cuba. Ahora, todas las declaraciones de ese tiempo señalan que ese Hemingway era un hombre de izquierdas. Y él lo dijo, pero lo dijo sin mucha vehemencia. De hecho yo digo en el libro que precisamente la Guerra Fría y las difíciles relaciones entre Estados Unidos y Cuba enturbiaron esos últimos años de Hemingway en la isla. Los convirtieron en otra cosa. Y Hemingway murió nada más triunfar la Revolución cubana. Su época concluyó ahí.

P: De hecho, llama la atención el tremendo cariño que le tenían a Hemingway todos sus vecinos, y sobre todo la gente humilde. Pero usted mismo advierte al lector que no se fíe demasiado, porque los latinos somos proclives a venerar exageradamente a los muertos ilustres. ¿Cómo de difícil es escribir una biografía en esas circunstancias?

R: Mira, yo lo que hice fue dejarlos hablar. Muchos de ellos eran pescadores. ¿Tú conoces a algún pescador que no sea un mentiroso contumaz? (Risas). Eso no existe. Todos han cogido al pez más grande. Y por eso es divertido también el libro. Gregorio Fuentes, el patrón de su barco, fue, según él mismo dice, el que le inspiró a escribir El viejo y el mar. (Risas). Oye por qué no escribes esto, dice que le dijo. (Risas). ¡Gregorio no sabe leer! Pero es divertido, y al final su testimonio sirve de alguna manera para dibujarnos al Hemingway que él conoció. Después hay testimonios más serios. Herrera Sotolongo era una persona muy seria. Por eso hay que dejarlos hablar, para que entre todos vayan rescatando más o menos al personaje. Además esa es la manera de otorgarle vida al libro, de sacarlo de la Academia. Creo que por eso el libro de Carlos Baker murió. Porque no tiene alma. Y yo creo que mi libro sí que tiene alma.

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Publicada como “Norberto Fuentes: ´A mí en Cuba me hicieron verdaderos horrores, pero tenía que resistir´” en el sitio LIBERTAD DIGITAL, el 28 de noviembre de 2019. Todos los subrayados en negritas son del original.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Yo tuve una granja en Cuba

Arzalia Ediciones acaba de publicar en Madrid mi Hemingway en Cuba. Tiene 476 páginas, 32 de ilustraciones y mapas confeccionados especialmente para esta edición. Las notas de solapa:

El Premio Nobel de 1954, «el falso hombre duro» de la Generación Perdida, el exponente máximo de una escuela literaria y también de un violento y romántico estilo de vida es el protagonista del presente libro. Hacia su mítica y absorbente personalidad nos llevan estas huellas casi siempre localizadas en los mismos escenarios en que actuaron el Harry Morgan de Tener y no tener, el Santiago de El viejo y el mar y el Thomas Hudson de Islas en el Golfo.

Aquí está la correspondencia inédita, las agresivas anotaciones sobre libros y revistas, los objetos y trofeos de guerra que Hemingway acumuló durante veintidós años y los recuerdos que se mantienen en la memoria de pescadores, contrabandistas y veteranos combatientes de las operaciones antisubmarinas. Personajes y escenarios que antes fueron conocidos como ficción y que ahora han aflorado a la realidad de la mano de Norberto Fuentes, con su pulso narrativo inconfundible y su investigación minuciosa, casi obsesiva.

En palabras de otro Nobel, el prologuista Gabriel García Márquez: «El resultado final es este reportaje encarnizado y clarificador que nos devuelve al Hemingway vivo y un poco pueril que muchos creíamos vislumbrar apenas entre las líneas de sus cuentos magistrales».

El volumen está disponible en edición impresa en toda España así como en formato electrónico.

lunes, 11 de noviembre de 2019

80 años de Ernesto


En un mensaje electrónico de Ernesto Fernández por la noticia de la edición española de Hemingway en Cuba descubro que mi entrañable camarada de en cuanta guerra Cuba se involucró, es ahora un fervoroso creyente en Dios y que pone en sus manos la autenticidad de su memoria, la de Ernesto quiero decir, no la del Altísimo. Yo, igualmente, puedo ser garante de esos recuerdos, me atrevo a apuntar. Ahora seremos tres los que certificamos la veracidad de un instante de la presencia en el Teatro de Operaciones Militares Angola del más grande fotógrafo de guerra cubano (y cuídate sino universal). El mensaje subliminal para recordarnos que hoy es el día de su cumpleaños resulta insoslayable. Ese huevo quiere sal.

From: Ernesto Fernandez ˂*****@*****˃
From: Norberto Fuentes ˂*****@*****˃
Date: Wed, Nov 6, 8:33 PM
Subject:

Mi querido hermano Norberto: De verdad que te doy las gracias y además un fuerte abrazo por enviarme toda esta información sobre tu libro Hemingway en Cuba. Voy a disfrutar mucho de toda esta lectura que acompañan al libro y que además demuestras que tú eres un gran escritor y además mi socio y compañero de armas en por lo menos tres lugares de batalla y que al decir de nosotros mismos, no habían tipos más cojonudos que nosotros que éramos capaces de caminar en el medio de la milicias y los alzados y atravesar una selva  perdida en el mundo, en solitario en una tanque en medio de una guerra en la cual desde tus espaldas se disparaban los BM-21 y aviones MiG-21 sobre el enemigo que tú sabías que estaba delante pero no dónde. Así éramos de irresponsables con nuestra vidas, pero por eso creo que todavía estamos vivos y lo podemos contar. Bueno se acabó la bobería.

Dime si esto no fue así. -- Salí de la habitación nuestra en la Casa Número [residencia en Luanda del jefe de la Misión Militar Cubana] y me dirigí, no recuerdo si a desayunar o almorzar, y tú estabas en la escalera que comunicaba la entrada de la casa con la sala. Me dijiste lleno de alegría que a Gabo le habían otorgado el Premio Nobel y qué pena que no lo pudieses felicitar. Te dije llámalo por teléfono y me contestaste que si con Cuba era muy difícil, imagínate con México y te contesté prueba. Así lo hiciste y te quedaste bobo cuando te contestaron enseguida. Y además era él en persona quien te salía al teléfono. Cuando colgaste estabas más bobo todavía pues exclamaste no solo me comuniqué enseguida sino fue él el que me contestó y lo más increíble que me dijo el primero que me ha llamado eres tú aquí a México desde Angola para felicitarme. SI ESTO ES MENTIRA QUE VENGA MI PADRE DIOS Y ME DESMIENTA. Tu socio Ernesto. Perdona los errores que pueda tener esta anécdota pero la quise hacer así para que saliera de esta cabeza que dentro de 5 días cumple 80 nov..

Mi respuesta al Fernan.

From: Norberto Fuentes ˂*****@*****˃
To: Ernesto Fernandez ˂*****@*****˃
Date: Nov 7, 2019, 1:01 AM
Subject: Puchunguito

Así mismo fue, Asunción. Lo asombroso es que hace unos días escribí el episodio para algo que estoy haciendo, y casi que repito palabra por palabra ese recuerdo que tú me has contado, y por supuesto digo que fuiste tú el que me diste la idea de intentar la llamada. He podido precisar la fecha por una carta a la vieja mía que conservo. Estoy casi seguro que Pombo [coronel Harry Villegas, uno de los tres supervivientes de la guerrilla del Che en Bolivia] me llevó el prólogo de Gabo a la Casa Uno el sábado 23 de octubre. Tomás [el general de división Raúl Menéndez Tomassevich, jefe de la Misión] estaba en La Habana. Y al otro día Pombo me llamó para decirme que había oído por radio lo del Nobel. Pero a lo mejor todo pasó el mismo domingo 24. Que Pombo fue hacia el mediodía a llevarme el prólogo con la carta de Gabo y después al caer la tarde llamó con la noticia del Nobel. Como quiera que sea, es maravillosa esa memoria que tú tienes y más asombroso (o entrañable) es la manera en que nuestros dos viejos y magullados cerebritos funcionan de manera tan coordinada pese a cualquier distancia que nos separe físicamente. Somos Los Hijos de Asunción, Fernan. Los invencibles.

Hoy te quiero un poquito más... si eso fuera posible.

Fuentes Cobas.

Importante: Esta respuesta necesita una explicación para los que no conocieron las zonas de responsabilidad de la Operación Olivo en el TOM Angola de 1982. El Hijo de Asunción era un himno de combate que entre Ernesto y yo introdujimos en el territorio. Queríamos elevar la moral de las tropas y darle cierto colorido al frente. Lo cantábamos a todo pecho por encima del rugido de los tanques T-62 y del mortífero ulular de los lanzacohetes BM-21. Si acabaré de decir de lo que se trata. Bueno, en fin, que me la voy a jugar. Y fíjense, si lo miran bien, la tonadita no es homofóbica, es más bien celebratoria. Lo que se limita a describir una situación, una resultante, digamos. Dos más dos son cuatro, ¿no? Bueno, aquí va la letra.

El hijo que tiene Asunción
Ni fuma ni bebe ni juega al balón

(repite)

El hijo que tiene Asunción
Ni fuma ni bebe ni juega al balón

(énfasis)

Asunción

(Crescendo)

Aaaaasuncióóóónnnn

(apoteosis final)

¡Ese niño será maricón!

lunes, 19 de agosto de 2019

Camino de la abadía


Empecemos como solía presentarse Norman Mailer: con el extracto de algún periódico o revista. Este es de The New York Times, mayo 4, 1988.

4 POWERS MEET TO EXPLORE WAYS TO END ANGOLA WAR

Representantes de Estados Unidos, Sur África, Cuba y Angola se encontraron aquí hoy para lo que ha sido descrito como conversaciones exploratorias para terminar la guerra en Angola.

Pero incluso antes de que las discusiones comenzaran esta mañana en un hotel de Londres, diplomáticos occidentales y funcionarios sudafricanos advirtieron que no se esperaran cambios súbitos basados en las fórmulas de paz propuestas por el representante americano en las conversaciones, Chester A. Crocker, secretario asistente de Estado para los asuntos africanos.

Durante siete años, el señor Crocker ha estado promoviendo un plan que llama a las partes para retirar las tropas cubanas de Angola a cambio de la salida de las fuerzas de Sud África de Namibia.

En la sosegada penumbra del salón de reuniones del Durrants Hotel, en George Street, London, W1 (telephone 01-935 8131) con sus cajitas verdes de cerillos y su nombre en círculo dorado, su emblema y escudo, cuando se iba quedando solo (el escritor fue el último en desalojar el salón), luego de las despedidas y los abrazos de los participantes, uno tuvo la comprensión de que había un libro en mente. Había estado en el frente sur de Angola, había comprado armas para el gobierno angolano, y ahora participaba en la primera ronda de conversaciones con los sudafricanos y teniendo a los yanquis como mediadores, un material que regularmente queda vedado para la presencia en carne y hueso de los cronistas y que es de uso privilegiado de los grandes políticos que, me imagino, se servirán de las notas de sus solícitos secretarios para las eventuales memorias; y de las tres aventuras, la única que regularmente se abre a los de mi estirpe, es la del frente. Es lo nuestro, caballeros. Fango y morterazos. Negociaciones de armamento, cero, y delegaciones de altísimo nivel, doble cero.

Así que cuando Chester Crocker, el principal negociador de la administración Reagan para el conflicto africano, invitó en la reunión inaugural a que cada uno se presentara con su nombre y ocupación, yo me encontré ante un difícil problema de solución práctica. ¿Qué decir? ¿Que en el año 1961 yo comencé como guionista de historietas en la revista Mella, para luego continuar con esa parte de mi historia, y a las 2 horas ya habría hecho un flashback y estaría diciendo que a los 12 años me había enamorado de mi maestra de 6to. Grado y que mi padre me llevaba de muchachón a jugar gallos con Santos Traficante, y podía imaginarme a los sudafricanos y a los yanquis y a los angolanos con la barbilla recostada al puño mientras yo contaba mi vida y trataba de llegar al punto en que por fin se aclaraba qué diablos yo hacía allí? Fue entonces que Alcibíades Hidalgo, el portavoz de la delegación cubana, sentado a unos tres asientos a mi izquierda, recibió mi mirada inquisitiva y escribió un papelito que yo me levanté a recoger y que decía: “Dí funcionario del Comité Central”, que fue la síntesis escueta que escucharon los presentes me imagino que de todas maneras con incredulidad porque me vieron levantarme hacia donde estaba Alcibíades y seguro habrán pensado, ese individuo de los espejuelos oscuros estaba pidiendo instrucciones, y el de la barbita es el comisario político.

Pero, aún no me acababa de sentar, cuando atiné a ver la irónica mirada que Carlos Aldana, secretario ideológico del Partido y el hombre de Raúl Castro en las negociaciones, me dedicaba. También estaba sentado a mi izquierda. Y negó con la cabeza, sonriendo. Era, sin dudarlo, un reproche.

Una nota suya me llegó en medio de la reunión. Leí.

Perdiste la oportunidad de tu vida.
Debiste decir:
"Norberto Fuentes,
Dirección General de Inteligencia,
República de Cuba.
Especialista en interrogatorios."

Tenía toda la razón del mundo. Me hubiera robado el show. Una extraordinario oportunidad perdida para siempre. No se repite dos veces.

* * *

Pero la oportunidad que sí no iba a perderme, ya que estaba en Londres, era cruzar la cebra de Abbey Road por la cual los cuatro Beatles habían transitado 18 años, ocho meses y 23 días antes para la portada de su último álbum y que es el verdadero motivo de este texto. (No, sabichosos, no se manden a correr, Let It Be se grabó antes, pero se publicó después.) Así que me agencié una vez más la complicidad de mi socio Alc y convencimos a un chofer de la embajada cubana para que nos llevara a Abbey Road, todo más o menos en el sigilo de la clandestinidad y a espaldas del resto de nuestra nutrida delegación de generales y altos dirigentes, excepto Aldana, por supuesto, que también se las daba de “amplio” y que se detuvo un instante antes de abordar el coche de chapa diplomática no fuera ser cosa que la CIA lo retratara en esas poses de pepillo británico y decidió abstenerse de la incursión. El chofer nos tomó las fotos. Pero las del cruce sobre la cebra nunca salieron. ¿Impericia de fotógrafo improvisado, película vencida, famosa cámara costosísima adquirida por Alcibíades en el Líbano que era un bagre? Rumbo al carro, de regreso, con la satisfacción de los comandos que han arrasado dentro de un búnker enemigo y desconocedores de que solo había sobrevivido una imagen, el chofer nos dijo que teníamos cola. Un taxi negro. Unos bultos negros tras los cristales negros. Todavía hoy yo me pregunto qué habrán pensado los encargados de nuestro seguimiento al ver tan retozones y excitados en aquella esquina y muertos de la risa a las 11 de la noche a dos enviados del sanguinario, despótico, cruel régimen castro comunista.

En la mañana del 11 de Agosto de 1969, un fotógrafo escocés, Iain Macmillan, tomó las cinco instantáneas de George Harrison, Paul McCartney, Ringo Starr y John Lennon y escogió la única en que los cuatro avanzaban con las piernas en v invertida. La policía cerró el área por 10 minutos. Fue el tiempo que dieron al equipo beatleriano para no crear un tranque apocalíptico del tránsito en Londres. De modo que, cuando Alcibíades me llamó el pasado lunes para recordarme que era el 50 Aniversario de la veloz sesión fotográfica para la cubierta del disco, yo le pregunté, del modo más convincente posible: “¿Tú no crees que esos policías los traíamos en la cola para evitar que tú y yo también armáramos un tranque?”

sábado, 3 de agosto de 2019

Mi hija se casó


Es la mayorcita de mis hijas. Yamileé Fuentes San Andrés. La madre la puso ese nombre por el personaje de Sinuhé el egipcio, la novela de Mika Waltari, un libro que ella leía con devoción mientras yo, con más devoción aún, me machacaba con Chapaev y Los hombres de Panfilov. Creo que fue la primera Yamileé de su generación registrada bajo ese nombre, y quizá la primera con ese nombre en toda Cuba, donde nadie conocía la novela de Waltari. Tengo pues, el orgullo de proclamar, que también estoy en el origen de la Generación “Y”. Aunque sea de forma tangencial. Es decir, se le debe todo a su madre, Esther (una pelirroja que quitaba el aliento ¡y con unas piernas!); “todo” es que está muchacha (a la derecha en la foto) que acaba de contraer nupcias en Toronto, Canadá, el 29 de julio de los corrientes, con Kenia Garcés y su pucha de flores, se salvó de llamarse Мария (se pronuncia en ruso "Maríya") o Клавдия ("Klávdiya") o Анастасия ("Anastasíya") o mejor aún Panfilova gracias al empeño de su señora madre. Imagínense de haberle endilgado un Klávdiya, hoy yo estaría reputado como uno de los fundadores de la Generación “K”. Y la Generación “Y” no existiría. Y tampoco Yoaní Sánchez. Bueno, quiero decir, con ese nombre. A ver… Klávdiya Fuentes San Andrés. No está mal, para que ustedes sepan… Klávdiya… Klávdiya…

Abajo: Viajaron desde La Habana a Toronto para consumar los trámites oficiales ante notario. Terminada la ceremonia, la pucha de flores cambia de mano y se ven listas para emprender el camino. El padre mira la foto desde lejos y se puede considerar orgulloso por el triunfo de sus genes: esa mochila a la espalda de una recién casada es pura impronta de Norberto Fuentes. La búsqueda eterna de la aventura. Cuiden esa felicidad, mis niñas.

viernes, 2 de agosto de 2019

Asuntos pendientes

El asunto Resurrección Búlgara


No, el señor de la foto no es el camarada Todor Yivkov, primer secretario del difunto Partido Comunista Búlgaro y él difunto también. (¿O todavía existe, el Partido, quiero decir?) El señor es el compañero Díaz. Además, observen la estatua detrás que no es la de Panayot Hitov, el gran patriota búlgaro y que también se las traía, hasta que, tengo entendido, los turcos lo empalaron. Los crueles otomanos.

El asunto Jerry Lee buscándose la vida

En efecto, Jerry Lee está haciendo Uber.

El asunto Tragedia Total


La noticia de la desaparición de la revista MAD de los estanquillos es algo de efectos insuperables. Después de 67 años de estarnos educando en la irreverencia y en no preocuparnos por nada —What me worry?, como era el motto de su personaje emblemático Alfred E. Neuman (en el retrato)—, ahora resulta que unos aviesos e insensibles capitalistas dueños de la transnacional que la publicaba, deciden que kaputt, la revistica ha caído en baja y no reporta los millones de sus años de gloria. (Sigue…)


Tuve oportunidad, sin embargo, hace cerca de 40 años, en abril de 1980, de conocer a William M. Gaines, el legendario editor del MAD y de decirle que yo había sido el escritor de las historietas de la revista Mella, un remedo comunista del MAD. Él se mantenía, gordo y refunfuñón, en sus trece de glorioso editor de la mejor publicación humorística yanqui. Yo me había vuelto un escritor más o menos serio y acababa de venderle mi primer libro sobre Hemingway a un editor de New Jersey llamado Lyle Stuart, que viajó a La Habana a escondidas del Department of State con una troupe de su editorial para entre otras cosas recoger mi libro, y ahí fue donde invitó a su amigo de los años Bill Gaines a participar de la aventura. La foto tomada por Stuart con su camarita Polaroid es del 21 de abril de 1980 en el lobby del hotel Habana Libre, que poco antes del triunfo de la Revolución —en sus frecuentes viajes a La Habana para jugar en los casinos e irse de putas (según confesión)— Gaines conoció como Havana Hilton (hubo que subirle la v de minúscula a mayúscula para que fuera en español, y hacerlo en el bordado de todas las toallas, fundas, sábanas, y en los troqueles de los jaboncitos, y en el fondo de los ceniceros y en el grabado de vasos, copas, tazas, cubiertos. Titánica tarea, se los digo, nacionalizar un hotel gringo.) Total, para que ahora los nuevos arrendatarios ¿o dueños? españoles lo vuelvan a alterar como Tryp Habana Libre y vuelve a descoser y a fundir y a…

El asunto Ricardón


Esto es solo para establecer un compromiso. No crean que paso por alto a Ricardo Bofill y todas nuestras historias en común. Pero quería mantener el tono de guasa y no resulta apropiado para hablar de un amigo que acaba de morir, aunque no recuerdo en nuestros largos años de socios que hayamos soslayado una sola vez el embromarnos y la burla permanente a todo lo que nos rodeaba. Pero hace falta espacio para hablar de nosotros. Espacio y libertad. Los obituarios no son el lugar. Así que, al carajo. ¿Verdad, Ricardón? Al carajo.


lunes, 22 de julio de 2019

Un instante en el infierno


Desde julio se preparaban. El convoy de los primeros 900 asesores cubanos de Olivo, procedente de Luanda, llega a Huambo el 18 de julio. Es el día del accidente del helicóptero y de las primeras enigmáticas arengas de La Voz del Gallo Negro. Atención. Atención. Pueblo heroico de Angola. Atención. Las tropas cubanas de refresco están llegando al Centro Sur. Son miles y miles de cubanos. Aquí mandan los cubanos, no los angolanos. Vergüenza para los apátridas del MPLA. Mas el enemigo no impedirá las acciones vitales que se hayan en curso. Sabemos matar cubanos. Capturar cubanos. Los cubanos y sus marionetas del MPLA morderán el polvo de la derrota. Las arengas, es evidente, promovían el interés de los profesionales de la escucha al servicio de Menéndez Tomassevich. Manifestaban una preocupación —presencia de asesores en el Centro Sur— y algo que, por si las dudas, no debía tomarse como fanfarronada: ...acciones vitales... en curso —por lo que fue subrayado en la versión mecanográfica del monitoreo.

El accidente, que involucra a Menéndez Tomassevich en el Alto de Huambo, se lo adjudicó Trovâo, uno de los más astutos comandantes de la organización contrarrevolucionaria. Savimbi lo asciende por esta acción de guerra al grado de coronel. Emitieron un documento. Menéndez Tomassevich había muerto. (Comunicado UNITA, número 6; 22 de julio de 1981.) Aunque después no vuelven a mencionarlo. Pero en el libro ese que anda por ahí, se repite el combate. Página 339 de Jonas Savimbi. A Key to Africa, de Fred Bridgland: “Los cubanos no se involucraron en los combates de la Operación Protea, pero había concluido su retirada hacia las principales poblaciones para participar en una gran ofensiva contra UNITA en el centro de Angola. La UNITA supo esto por los documentos capturados en un helicóptero soviético Mi-8 derribado el 17 de julio a 10 kilómetros de Huambo. Entre los nueve cubanos muertos encontrados en los escombros, había un general, Tomaz Felichi.”

No fueron 9. Fueron 12. No fue el 17. Fue el 18. Y ojalá hubiera sido en combate.

* * *

Hubo una falla. El mismo Tomás, como se llamaba desde Cuba al general. El día del helicóptero. El problema, al parecer, es que convocó a La Señora. Un hombre de su experiencia no debió nunca presentarse en el Alto de Huambo para ver su caravana de 900 asesores arribar sin un rasguño y, mucho menos, comentarlo con satisfacción desde su Volga 24 de rutilante laca negra de general de división con sólo dos escoltas en el asiento trasero de ese duro remedo bolchevique del Mercedes Benz, y con el coronel Anatoli Mijailovich, el asesor soviético de la Cuarta Región, al timón. Aquí los tienes, Anatoli. Llegaron. A Huambo. Sin que nadie se metiera con ellos. Ni una emboscadita. Ni una mina. ¿Qué te parece, Anatoli, eh? Insiste: No se atrevieron con nuestros muchachos. ¿Eh? ¿Qué te parece? Hoy es el 18 de julio de 1981 y aquí están los hombres que van a comenzar la Operación Olivo, una ambiciosa ofensiva contra el grupo insurgente de Savimbi. Pero Calzadilla despega de Huambo en el Mi-8. Nemecio Darío Calzadilla Angulo, teniente coronel, jefe de información o Inteligencia de la MMCA (Misión Militar Cubana en Angola). Recoge en el mismo aeropuerto una escolta reforzada: todos los cubanos disponibles que encuentra y que quepan en el aparato. Viene molesto, quejoso. Ese hombre, dice, ha salido solo para el Alto de Huambo. ¿Tú los ves?, le dice al piloto. Apúrate, exige. Camarada general Tomassevich, dice Anatoli, esto merece un brindis. Vengo armado. Tomás está contento. El soviético viene armado. Le muestra la botella. Ese vodka está encojonado, Anatoli, dice. El convoy está cruzando frente a ellos. Un porcentaje de los 900 expedicionarios de Olivo saluda sin concierto con el ritual militar —el brazo en alto— desde los camiones. Están allá abajo, dice el piloto. ¿Tú los ves?, pregunta Calzadilla. ¿Tú los ves? Sí, responde el piloto. La caravana, agrega. Pero no veo a ese hombre, comenta Calzadilla. Vine armado, dice Anatolii, que también está contento. Es un buen vodka, Anatolii. Y tú eres un buen hermano. Soviético. Y este es un buen lugar para brindar. Directo de la botella. Y la convoca de nuevo. Dice: Una caravana desde Luanda hasta Huambo sin un sólo tropiezo. Intacta. ¿Eh, Anatoli? Acércate, dice Calzadilla. Aquel paso junto al talud. ¿Aquél no es el Volga? Imagínate, Anatoli. Imagínate a esos cabrones kwachas. Eso es amanecer en umbundo. Es como se designan así mismo en la UNITA. Ellos son el amsanecer. Te aseguro, le dice Tomás al soviético, que han mantenido la caravana en observación desde que salió de Luanda. Ahora mismo tienen que estar observando. Seguro. Y me la juego que hasta nos están colimando. A ti y a mí. Acércate, dice Calzadilla. Acércate más. Baja. Cojones, dice Tomás. O cree que ha dicho. Porque sabe todo lo que va a pasar ahora con ese Mi-8 que desciende sobre la carretera y trata de hacer un pase rasante sobre el talud a su derecha. No pasa, dice Tomás, o cree que dice. No pasa. El talud con el que se enredarán las palas del rotor. Cojones, dice. O cree que ha dicho. El vuelo horizontal del helicóptero es interrumpido aunque parezca que ha seguido su trayectoria y se requiere aún de algunos instantes de observación para comprobar que no ha salido de la maniobra y que los fragmentos metálicos de opaca pintura de camuflaje que se están dispersando desde el núcleo del aparente contacto eléctrico proceden de la máquina. Hay un fogonazo como el que produce los cables de alta tensión y crees que sigues oyendo el motor del helicóptero cuando ves que se vira en campana, como siempre oíste decir que hacen los barcos, y cae, carente de velocidad pero con toda la masa de sus tonelajes de peso, sobre la sección trasera de un Volga 24, que resulta seccionado: la parte que es expelida a más de 60 metros y lleva a rastras a los dos únicos supervivientes, inflamados, pulidos por los hematomas —Anatoli sin conocimiento durante 9 horas, y Tomás quejumbroso por su puñetera mala suerte y porque siempre tiene que venir desde abajo y convencido de que está reventado por dentro aunque enseguida queriendo recuperarse e impartir las órdenes pertinentes para infundir ánimo a su gente porque así como estas son las casualidades de la guerra y aun desconociendo que perdió a Calzadilla— y la parte que queda retenida debajo del volumen aún completo del Mi-8, convertida en una base metálica de chapa enrojecida y aplastada sobre el asfalto y en la que se asienta una sólida hoguera de metales junto con los cuerpos granulados de los 12 hombres que se hallaban a bordo del helicóptero y de los dos escoltas y la enfermera que acababan de montar en el Volga 24, todos ya muertos o sin salvación posible y de cualquier manera inaccesibles al salvamento porque las mazorcas de cohetes del Mi-8 han alcanzado la temperatura en que no requieren de pulsación eléctrica desde la cabina para dispararse fuera de control y bañar el área con un fuego de destrucción de manigua previsto originalmente para servir a los kwachas. “La sangre, en literatura, es una metáfora”, decía el maestro Víctor Sklovsky. ¿Una metáfora aquella pobre enfermerita de Guantánamo bajo la presión permanente del brazo de cola del helicóptero sobre el techo hundido del coche y atrapada entre los bultos muertos de los dos escoltas de Tomás en el asiento trasero del Volga y que solicitaba a gritos por la presencia de su madre, allí, en la curva a la entrada de Huambo, como si la otra pobre mujer pudiera oírla en el lado opuesto del mundo donde son las 11.30 de la mañana mientras ella arde y se asfixia y ya su cabeza es una bola de fuego aquí en la curva de la fatídica Loma de la Cuca donde son ya casi las 4.31 de la tarde? ¿Una cabrona metáfora?

Versión revisada —y aún inédita— de mi novela El último santuario. La saco a flote en el aniversario del episodio. Treinta y ocho no es el número redondo que por norma (o costumbre) se requiere para los aniversarios, amén de que se trata de una memoria íntima, algo para uso de la familia y unos pocos amigos, mas no soy yo el que lo convirtió en noticia. Fue el desenfado de los medios occidentales al argumentar la imprudencia de un piloto cubano como una exitosa acción de guerra de la UNITA. Agrego ahora el recuento del propio general Menéndez Tomassevich a su hijo Raúl Fidel Menéndez, que solía acompañar “al viejo” como escolta en todas sus empresas africanas.

El día 18 de julio de 1981 recibimos la triste noticia de la muerte de varios compañeros en un accidente en Angola, nos muestran el listado y en el estaban sus inseparables y fieles choferes-escoltas Felino Ferrera Martínez y Rufino Mustelier Moya, y Darío Calzadilla, jefe de inteligencia militar de la misión “Olivo”, la duda nos asalta al saber que Felino y Rufino siempre estaban a su lado, pensábamos que no querían darnos la noticia de inmediato o que se encontraba en estado de gravedad.

Los acontecimientos según nos explicó posteriormente fueron como expongo a continuación:

El viejo se traslada por avión hacia Huambo con parte de su EM para ir estableciendo las coordinaciones con las FAPLA para recibir al personal de asesoramiento que sería distribuido por las unidades irregulares de lucha contra bandidos, el grueso de este personal había sido despedido por él en Luanda que en formación de columna de carros se dirigía al sur del país a cumplir la misión asignada. Esta columna además de establecer y mantener las medidas de seguridad durante la marcha tenía en todo momento la cobertura de un helicóptero MI-17 artillado con sus mazorcas de cohetes C-5 a ambos lados y personal listo para entrar en combate con su armamento de infantería, al frente de esta misión en la aeronave estaba el TC Darío Calzadilla.

Al conocer la aproximación de la columna a Huambo, decide darle el recibimiento, ante la falta de medios de transporte el asesor soviético de la región se brinda para trasladarlo en su auto “Volga”. Al volante el ruso, al lado el viejo y detrás Felino y Rufino; en un jeep waz-469 como vanguardia de la pequeña columna iba Gárciga y el TC Barreras, jefe de la CIM de Olivo y en la retaguardia otro waz con un grupo de compañeros. Avanzan por carretera en dirección a Altohama hasta encontrarse con la columna en las cercanías de la loma de la “Cuca”, allí sostiene un breve encuentro con la tropa y prestos a regresar una anestesista le solicita acompañarlo por lo que ocupa un lugar en el asiento trasero.

La misión de cobertura había cesado y el helicóptero había aterrizado en el aeropuerto de Huambo, pero al ser informado Calzadilla de la decisión del “jefe”, ordena volver a levantar vuelo para reanudar la misión.

Ya de regreso a Huambo observa el helicóptero realizando un giro a muy baja altura encima de la columna y puede ver como en cuestión de segundos las aspas golpean un talud, que como si fuera un fósforo se incendia al momento y se precipita sobre la carretera, golpeando con el rotor de cola la parte trasera del carro. Por el gran impacto el viejo y el asesor soviético son expulsados al exterior, pero los del asiento trasero, Felino, Rufino y la anestesista no tuvieron la misma suerte y murieron en el acto. Gárciga y Barreras descienden rápidamente del jeep y se internan en el humo y las llamas. El viejo al incorporarse, aún aturdido por los golpes recibidos, trata de dirigirse hacia el auto envuelto en llamas buscando a los “muchachos”, inmediatamente Gárciga le hace saber que ya nada pueden hacer, en ese momento el fuego intenso de los combustibles y por causa de este, comenzaban a hacer disparar los cohetes C-5 de las mazorcas del helicóptero en todas direcciones por lo que Gárciga lo empuja hacia el suelo y en compañía del soviético se alejan a gatas del lugar por la cuneta de la carretera. Barreras, entre el ambiente de muerte que lo rodeaba, escucha unos quejidos, busca encuentra y rescata al piloto, único sobreviviente del helicóptero, que ya estaba siendo alcanzado por las llamas.


Arriba: © Ernesto Fernández, 1982, 2019. Prohibida totalmente la reproducción. Segunda foto: Felino Ferrera Martínez (izq.) y Rufino Mustelier Moya, eran los veteranos choferes del general “Tomás”, que iban en el Volga y murieron de manera instantánea con el coletazo del Mi-8 sobre el techo del coche. Habían sentado a la enfermera Marta Nápoles Disotuar entre ellos y de esta manera le bloquearon toda posibilidad de escape. En la foto, Felino y Rufino en la pista del aeropuerto internacional “José Martí” de La Habana momentos antes de abordar el Il-62 de su último viaje a Angola. (Colección de Norberto Fuentes. © Norberto Fuentes, 2019) Tercera foto: En el puente de la ruta Sumbe-Quibala. Raúl Fidel Menéndez escolta al “viejo”. (© Ernesto Fernández, 1982, 2019. Prohibida totalmente la reproducción.) Ilustración: Croquis de la Comisión Investigadora. Última foto: 27 años, 4 meses y 26 días después. Un paisaje demasiado apacible para recrear una tragedia cubana.(© Raúl Fidel Menéndez, 2008, 2019)

sábado, 13 de julio de 2019

Ya las están pagando todas,
Tonisio. Todas.

viernes, 5 de julio de 2019

Pedro contra el sol



Pedro Schwarze, el editor asociado de este blog, somete sus retinas al riesgo de quemarlas como huevos en un sartén. Pero él es un chileno orgulloso y arriesgado, y ya que vive en Santiago, ¿por qué no enfrentar el eclipse? Un colega de su trabajo (no identificado) parece protegerlo o que se está aguando de sus hombros. Sus gafas, mucho más elaboradas que las de Pedro, ofrecen un mensaje inequívoco: amén de ciegos en potencia, somos mortales.

Ahora queda una experiencia humana de más de 3 000 años de registro histórico; de ahí para atrás no hay forma de computarlo. Fue el 30 de octubre del 1207 ANE, por la tarde, según recientes cálculos científicos. Un eclipse que le sirvió al faraón Ramses el Grande para reinar en Egipto sin grandes problemas entre1276-1210 ANE. Los astrólogos bajo su servicio le pasaron por adelantado la información del fenómeno solar y Ramses debe haber dicho: “Esta es la mía.” Bueno, hay que ver en los jeroglíficos y en los viejos y crujientes papiros cómo es que los faraones decían que esa era la suya. El caso es que el hombre anunció (mediante cualquiera de los medios de difusión de la época) que él iba a apagar el sol un rato después del mediodía. Y ya ustedes saben, a partir de entonces: si el hombre se gastaba semejantes poderes, ¿qué le iba a pasar con cualquiera que se saliera de la raya dentro de sus dominios?

Y esa es la situación que de alguna manera me hace vincular a nuestro editor asociado con los súbditos del astuto Ramses. Máxime si explicamos que la pared a su izquierda es de la fachada del palacio de La Moneda, donde, se supone, aún deambule el fantasma del pobre Salvador Allende. Ningún astrólogo estuvo a la mano para predecirle un eclipse total aquel 11 de septiembre de 1973. Aparte de que resultaba irrisorio ofrecerle 45 años, 9 meses y 22 días de tregua para meterle miedo a Pinochet.

viernes, 21 de junio de 2019

El testigo cubano

Álvaro Alba se preparaba para un camping en un afluente del Dnieper al norte de Odesa cuando se produjo el desastre nuclear de Chernobil. Su memoria del episodio.


En abril surge un recuerdo perenne.

Todos los años, cuando llega ese mes, viene a la memoria. Chernobil. Una memoria que persigue a todo el que estuvo en Ucrania en abril de 1986.

La noche del sábado 26 de abril de 1986, un grupo de estudiantes de la Universidad Estatal de Odesa y del Conservatorio de la ciudad acamparon a orillas de un afluente del río Dnieper —el Bug del Sur. Pensaban pasar un divertido fin de semana alrededor de una fogata y viviendo en casas de campaña.

Un poco más al norte, a orillas del Pripiat —otro afluente del Dnieper—, el cuarto reactor de la planta nuclear de Chernobil explotaba a la 1 y 24 minutos de la madrugada. Nadie informó de lo acontecido. Durante casi una semana estuvo lanzando elementos radiactivos equivalentes a 500 bombas de las que se arrojaron en Hiroshima.

Los bomberos lucharon contra las llamas como si fuera un incendio forestal. Los vecinos del poblado de Pripiat, donde estaba ubicada la planta, quienes desconocían la magnitud del siniestro se negaron a abandonar la zona.

No se informó en Ucrania de la magnitud del desastre. El Primero de mayo, desfilaron por las avenidas de Kiev sus residentes, sin saber el peligro que les acechaba.

En Moscú, a pesar de que ya se había iniciado la política del glasnots y la perestroika, fenómenos de esa categoría no se anunciaban a los cuatro vientos. En Occidente conocían mejor las posibles secuelas de la tragedia y alertó a su población.

La información llegaba a los que vivíamos en territorio soviético de segundas manos, todos oían la radio extranjera. Tanto Radio Svoboda (Libertad) y la BBC informaron antes y con más detalles que el oficialista noticiero Vremia de la televisión soviética.

Los estudiantes polacos fueron los primeros en regresar a su país, pues conocían del viento que soplaba hacia el este, llevando las nubes radiactivas. Los árabes compraban a cualquier precio un pasaje (por tierra, aire o mar: como Adelita la del corrido mexicano) para salir a prisa de Ucrania.

En la Universidad de Odesa citaron para la estación de trenes, señalando un destino final más allá de los Urales, Rusia. Por el campo estudiantil pasaron entregando un frasco de yodo y ordenaron echar dos gotas en cada jarra de agua. La única medicina ante la posible radiación.

A las pocas semanas empezaron a llegar a los sanatorios y campamentos estudiantiles de la ciudad balneario los infantes de la zona afectada. Niños y niñas de Chernobil, de Pripiat, de Narodichi, de Opachichi.

Los estudiantes universitarios eran los encargados de cuidarles. Vi a diario pequeños de 5 a 12 años que salían para las consultas del médico y no regresaban a los dormitorios. Por la noche se oía a los pequeños llorar porque no sabían dónde estaban sus padres, también evacuados en otra ciudad, o quizás muertos ya.

Una tos aguda les despertaba o les obligaba a detener la marcha si jugaban balompié o simplemente caminaban. Les veía adelgazar a diario, perdían el apetito, el interés por los juegos, por bañarse en la playa, hasta por la vida.

Se hizo una gran hoguera con sus pertenencias, pues todas tenían radioactividad. Fueron cientos de niños que se veían tristes aquel verano de 1986, había cientos de miles en Bielorrusia y Rusia, a donde fue también la nube radioactiva.

Más de 4 millones de habitantes de Ucrania, Bielorrusia y Rusia fueron afectados por la explosión, el 10 por ciento del territorio ucraniano está contaminado todavía con la radiación. Unas 160 mil personas tuvieron que abandonar sus hogares y unas 30 mil quedaron deshabilitadas por las secuelas. Uno de cada 16 ucranianos sufre de salud debido a la radiación.

Viví las jornadas posteriores a la tragedia, compartí con los ucranianos el dolor de aquel drama que aún perdura; vi enterrar a muchas de las casi 6 mil víctimas que ha cobrado la explosión, caminé por la ciudad fantasma de Pripiat, que antes del aquel 26 de abril tuvo miles de habitantes. Cada vez que se acerca la fecha afloran los mismos recuerdos, aunque hayan pasado 33 años.

Álvaro Alba
Copyright © 2011, 2019 by Álvaro Alba

Ahora un reconocido periodista radicado en Miami y con varios libros publicados sobre su experiencia soviética, Álvaro Alba era uno del millar de jóvenes cubanos que estudiaban el 26 de abril de 1986 en la ciudad portuaria de Odesa. Había unos 500 distribuidos en tres escuelas militares de las cercanías de la ciudad y, en la ciudad, los civiles del contingente que incluía a Álvaro cursaban estudios de humanidades y ciencias y en conservatorios, politécnicos, academias navales amén del grupo que se especializaba en el Instituto de Refrigeración con vistas a aplicar sus futuros conocimientos en la construcción del metro de La Habana. Álvaro escribió el texto en el 25 Aniversario del accidente y lo hemos resucitado a tenor del interés provocado por el episodio de la serie televisiva de HBO. El original, titulado “Chernobil en mi recuerdo”, apareció en diversos medios de 2011. La presente versión ha sido ligeramente revisada con el objeto de su actualización y por precisión.

La acampada fue al norte de Odesa, cerca de Uman, una ciudad intermedia entre Odesa y Kiev, y el río era el Bug del Sur. De Uman a Chernobil son 380 kilómetros. La foto fue del sábado 26 de abril en horas de la tarde. Ya había explotado el reactor. Nadie lo sabía. En la foto, una parte de los estudiantes de la Universidad de Odesa y del Conservatorio que participaron en esa excursión de fin de semana. Desde la izquierda: dos estudiantes del conservatorio no identificados; José Moreno (estudiante de Historia, y siguiendo los pasos de su padre, Manuel Moreno Fraginals), Orlando Forte (Conservatorio), y delante, con pullover a rayas, un travieso Álvaro Alba (también Historia).

martes, 18 de junio de 2019

lunes, 17 de junio de 2019

sábado, 15 de junio de 2019

La felicidad como tarea

Entrevista con el escritor y periodista cubano Norberto Fuentes en Ahora con Oscar Haza (Mega TV) 13/06/19.


[Oscar Haza] Este es uno de estos días en que nuevamente la historia de Cuba tiene que ser citada. Hechos puntuales de la historia cubana. Se cumplen 30 años de privación de libertad, [rectifica] de la sentencia de privación de libertad de Patricio de la Guardia, uno de los mellizos, gemelos, jimaguas De la Guardia, Tony y Patricio. Y está con nosotros el escritor Norberto Fuentes, escritor y periodista. Entre sus obras más importantes está Dulces guerreros cubanos, que fue, pues, de gran difusión internacional. Y le agradecemos que, dada su poca proclividad a venir a la televisión y a los programas de radio y televisión… ¿Qué lo ha motivado a venir hoy, Norberto? Y se lo agradezco que esté aquí.

[Norberto Fuentes] Uno, porque me lo pediste tú, o sea, me lo pidió tu productor. Y, dos, que yo todo lo que pueda hacer por… por Patricio, por dar a conocer la situación de Patricio, lo hago. Lo tomo como un deber.

[Oscar Haza] Muchos teleaudientes, tanto en radio como en televisión, me preguntan, o se preguntan, siendo jimaguas, siendo gemelos, siendo militares, siendo miembros de ese gobierno, fusiló a uno y al otro no. ¿Por qué a Patricio no lo fusilan? Y sí fusilan a Tony.

[Norberto Fuentes] De hecho lo fusilaron. También. [Cruzan palabras, inaudible.]

[Oscar Haza] Pero yo me refiero físicamente, de cuerpo presente.

[Norberto Fuentes] Eeese… El fiscal dijo que era porque Patricio no tenía conocimiento del narco… [rectifica] no, no había participado en el narcotráfico, aunque tenía conocimiento del narcotráfico —cosa que yo dudo. Pero además era una cosa geométrica. Ellos fusilaron a un jefe grande de las FAR, Ochoa, y su ayudante; y a un jefe tan grande o por lo menos emblemático del MinInt, Tony, y su ayudante, Amadito Padrón. Ellos hicieron una cosa geométrica, [inaudible] te digo yo, este y este… Y a Patricio lo sacaron del asunto.


[Oscar Haza] ¿Fueron hechos puramente de delito común o fue el olfato de Fidel Castro de husmear que podía venir una perestroika con esos cuadros?

[Norberto Fuentes] Fue el olfato de Fidel Castro, de que podía venir una perestroika, pero no con ellos. Fue un aviso. Es su modus operandi eterno. Él golpea antes de que pueda pasar cualquier cosa. Y en este caso él cogió de cabeza de turco a esta gente. Ochoa no tuvo nada que ver con el narcotráfico. Ochoa, dicen que el ayudante fue a Colombia, todo eso se dice, que si apareció una tarjeta. Pero no hay [¿evidencias?] Ochoa no hizo nada. O sea que…

[Oscar Haza] ¿Por qué fusilan a Ochoa?

[Norberto Fuentes] Porque… ¿Quién es mi general más valiente? ¿Quién es el hombre más decidido que tengo aquí, que además se pasa la vida hablando como él quiere y lo que le da la gana, en Angola y en todos los lugares? ¿Es este? Pues a este lo voy a fusilar y a Patricio [lapsus mental por Tony]. Más daño estaba haciendo Abrantes con sus discursos ya francamente perestroikos, más daño está haciendo Carlos Aldana cuando apoyaba todo lo que estaba haciendo Abrantes, que Ochoa y que Tony. Daño en el sentido de lo que Fidel veía venir [Cruzan palabras, inaudible.]

[Oscar Haza] ¿Veían con simpatía a Gorbachov, lo que estaba haciendo Gorbachov?

[Norberto Fuentes] No. El que veía con antipatía lo que estaba haciendo Gorbachov, era Fidel Castro. Porque no te olvides que la Perestroika comienza en el KGB. Gorbachov es un cuadro de Andropov. Y el KGB de alguna manera está detrás de todo lo que está pasando en la Perestroika. No te olvides que en los países socialistas el órgano de la Seguridad del Estado, las inteligencias, el KGB —lo que en Cuba los unieron con policías y bomberos— en los países socialistas es la Inteligencia y la Contrainteligencia. Son las organizaciones más ilustradas, más informadas de esos países, y ellos sabían que ya no había competencia [con Occidente]. El KGB se daba cuenta y son los que impulsan de alguna manera en su orígen la Perestroika. Y Fidel Castro ve eso. Fidel Castro ve eso y se da cuenta que el sistema, como él lo concibe, sobre el cual él está montado —no quiere decir el socialismo, no vamos a meternos en una conversación teórica— no funciona si no es con el puño cerrado. Y que se le iba de las manos. Él se dio cuenta. Se le iba de las manos.

[Oscar Haza] ¿Cómo han sido los últimos años de Patricio de la Guardia? ¿Cuáles son las condiciones para decir cumpliste tu sentencia pero…?

[Norberto Fuentes] Eso no se ha dicho todavía.

[Oscar Haza] No se ha dicho.

[Norberto Fuentes] Se dijo lo que le dijeron hace un año y medio: Todo va a seguir igual. No importa el papel que le den mañana o que se lo den hoy. Todo va seguir igual.

[Oscar Haza] Va a seguir en su casa. No puede salir…

[Norberto Fuentes] No, no, él sale, sale a la calle. Él va a Soroa, donde tiene la casa de los padres. Va a Varadero. Él se mueve. Tiene un carrito. [En tono severo:] Tiene que informarlo. Y siempre tiene el K-J atrás… [rectifica] No sé cómo se llamará ahora el chequeo. Siempre los tiene atrás.

[Oscar Haza] ¿Y con la muerte de Fidel eso no cambió?

[Norberto Fuentes] En lo absoluto. En lo absoluto.

[Oscar Haza] O sea, la estructura sigue igual.

[Norberto Fuentes] En los absoluto. [Inaudible.] Más, más fuerte… y más cerrada que nunca. Porque Fidel Castro se podía permitir los lujos que no se puede permitir Raúl Castro.


[Oscar Haza] ¿Le hicieron alguna advertencia a Patricio de la Guardia, por ejemplo, de que no puede salir del país?

[Norberto Fuentes] No, se lo dijeron. Él firmó un papel, diciendo… Le llevaron un papel para que renunciara a salir… a solicitar la salida del país y a solicitar un pasaporte. Eso está firmado por Patricio. Hace un año y medio. ¿Qué iba a decir el hombre?

[Oscar Haza] ¿Qué justificación le dieron a eso?

[Norberto Fuentes] No que… Que no puede salir del país. Que si él sale del país… Esto es casi textual. “Diga lo que él diga fuera del país es lo que se va a creer, sea verdad o sea mentira.” No es ya que él tenga secretos.

[Oscar Haza] ¿Quién le dijo eso?

[Norberto Fuentes] Un mayor y un coronel de la Fiscalía Militar. Yo no sé los nombres. Que fueron los que le llevaron el papel.

[Oscar Haza] ¿Cómo vive?

[Norberto Fuentes] Vive en la casa de los padres, en la calle… En Miramar. En mi blog tengo la dirección. Eeeh… Donde ahora, ahora mismo, que tú y yo estamos hablando aquí, están celebrando la fiesta de su cumpleaños.

[Oscar Haza] 81 años.

[Norberto Fuentes, enfático] Están celebrando la fiesta de su cumpleaños. Esa es la respuesta a lo que yo publiqué. Porque yo dije que hoy se decidía [cambia la idea]. Ellos me han dado esa respuesta. Aquí no pasa nada. Esta es la felicidad como tarea.

[Oscar Haza ríe.]

[Norberto Fuentes] Mira lo alegre y lo felices que están. [Irónico:] Aquí no pasa nada. Lo cual, déjame decirte algo. Es una respuesta muy débil. Es una respuesta muy débil. [Admonitorio:] Patricio puede ganar esta. Patricio puede ganar esta porque la respuesta es muy, muy débil. Ahora mismo, si llamas ahora por este prodigio [muestra la pantalla de su móvil]. Cuando tú entraste [al estudio] me estaban enseñando la fiesta Porque me llamaron para enseñarme la fiesta. Sabían que yo venía aquí.

[Oscar Haza] Para que lo dijera.

[Norberto Fuentes] Para que lo dijera. [Inaudible] ¿Qué cosa? ¿Qué pasa con él? Igual que han publicado en algunos blogs por ahí que él va… que le ha dado por la pintura, que él está pintando…

[Oscar Haza] ¿No está pintando?

[Norberto Fuentes] Sí, está pintando.

[Oscar Haza] ¿Y vende los cuadros?

[Norberto Fuentes] Los vende, y los vende muy bien. Pero ahora se los están decomisando en el aeropuerto.

[Oscar Haza] ¿A los compradores?

[Norberto Fuentes] A los compradores. Les quitan los cuadros.

[Oscar Haza] No.

[Norberto Fuentes] Son extranjeros ¿no? Y dos o tres compradores que tiene, sobre todo americanos, psss [onomatopeya por desaparecer].

[Oscar Haza] ¿Y cuál es la razón ahora?

[Norberto Fuentes] Que no tienen un sellito, que falta no sé qué de exportación.

[Oscar Haza] La burocracia. ¿Vive con su familia? ¿Qué familia le queda?

[Norberto Fuentes] Él vive… La mamá se murió, Graciela. Tiene la tropita de sus amigos, que le es muy leal. La exmujer y mujer, la Cucusa, María Isabel Ferrer, está allí, en la fiesta, es de una lealtad blindada.

[Oscar Haza] ¿Cuántos hijos tuvo?

[Norberto Fuentes] Él tuvo… Tiene tres hijos… Dos aquí.

[Oscar Haza] ¿Ah, dos aquí en los Estados Unidos?

[Norberto Fuentes] Creo que tres. Graciela, con la Cucusa.

[Oscar Haza] Ya.

[Norberto Fuentes] Él, en realidad… está allí solo.

[Oscar Haza] Ellos tenían un hermano que vivía en Atlanta.

[Norberto Fuentes] En Atlanta. Mario.

[Oscar Haza] ¿Ya se murió?

[Norberto Fuentes] No tengo la menor idea.

[Oscar Haza] Ese se fue muchos años antes.

[Norberto Fuentes] Él… Sí. Ellos, en el 60. La familia se escinde en el 60. La familia De la Guardia. Ellos se quedan en la Revolución. Y…

[Oscar Haza] ¿Por qué se quedan en la Revolución, dos miembros de la burguesía habanera, o de la pequeña burguesía habanera, miembros del Havana Yatch Club y ese tipo de…

[Norberto Fuentes] Ellos eran…

[Oscar Haza] …de vida frívola?

[Norberto Fuentes] …los rebelditos. Ellos eran… estaban en la Academia Militar y siempre eran muchachos muy conflictivos.

[Oscar Haza] Muy traviesos.

[Norberto Fuentes] Muy traviesos, es la palabra, no conflictivos. He expresado una palabra del socialismo para definirlos. Muy travieso es más bonito. Es de La Pequeña Lulú. [Ríen.] Entonces, antes del temor que ellos se metieran, que estaban ya metidos, en la Revolución, los padres los sacaron para los Estados Unidos. Y aquí vinieron para la Florida y estudiaron pintura. Los dos se hicieron pintores. Muy buenos pintores. Y cuando triunfa la Revolución regresan a Cuba y comienzan a trabajar en el INIT. En una época que todo el mundo tenía empleo en el país. Empiezan a trabajar en el INIT. Entonces se celebra… El momento decisivo es la celebración de una regata en Varadero donde Cubela compite contra la canoa de Fidel que era de los pescadores. Y Fidel apostó públicamente por los pescadores y perdió.

[Oscar Haza] ¡Ah!

[Norberto Fuentes] Entonces cuando terminó la regata le dijo Fidel “¿Cómo tú ganaste?” “No, porque yo tengo los dos mejores remeros de Cuba, son los jimagüitas” Dijo: “Preséntamelos.” Se los presentó. Y le dijo a Cubela: “Muy pronto ellos van a estar en mi canoa.” [Riéndose:] La próxima vez que Cubela vio a Patricio y a Tony fue con Fidel en Varadero desayunando o almorzando, o algo así. Y Fidel dijo: “¿Y ustedes qué quieren hacer?” Y ellos le dijeron: “No, Fidel, hacer algo en la Revolución.” Dijo: “Bueno, vayan…” Les dijo: “Ramiro, encárgate de ellos.” Y ahí es donde ellos entran en el Ministerio del Interior. Y organizan con ellos la Sección T. Esa Sección T por Tony. Que era una especie de comando que iban a hacer, que se entrenaban en Jibacoa, comían chipojos, lagartijas, de supervivencia. Y se ponen en eso. Y los manuales de instrucción eran las novelitas de guerra americanas.

[Oscar Haza] Ya. ¿Fidel Castro lleva a cabo esa causa Número Uno con Juan Escalona de Fiscal, que falleció hace poco, para escurrir el bulto del narcotráfico?

[Norberto Fuentes] . El que lo vea así está perdido. Y le está dando la razón. Logró su propósito. Eso fue una operación de represión interna.

[Oscar Haza] ¿De purga tipo Stalin?

[Norberto Fuentes] De prepurga. Antes de que pasara nada. Eso fue ante la Perestroika, ante el Glasnot, ante lo que él veía que venía en el campo socialista. Él no podía permitirse el lujo de que la Unión Soviética se disolviera o de lo que pasara en Cuba con un Ministerio del Interior que ya le estaba reclamando cambios, pidiendo respuestas, preguntas. Ya anteriormente habían sacado 50 000 cuadros del Partido, a nivel de Gobierno y de municipio y de provincia en Cuba.

[Oscar Haza] ¿En Cuba?

[Norberto Fuentes] En Cuba.

[Oscar Haza] Eso no se publicó nunca.

[Norberto Fuentes] No se publicó nunca. En la llamada rectificación de errores. 50 000 cuadros [que] estaban pidiendo cositas. Porque había un pequeño desarrollo económico. Había un pequeño [crecimiento]. Cuando tú tienes eso en la economía, cuando tú empiezas… ya los grandes líderes comienzan a ser innecesarios.

[Oscar Haza] Claro. Y Aldana simpatizaba con la perestroika.

[Norberto Fuentes] De cabeza. Era un loco a la Perestroika. [Ríe.] Se embarcó completo. Pero más que Aldana, Raúl Castro Ruz…

[Oscar Haza, asombrado] ¡No!

[Norberto Fuentes, muy enfático] ¡Sí! Que en mi casa me dijo a mí y a mi amigo Alcibíades Hidalgo: “Vayan a la Unión Soviética. Porque ustedes dos tienen que estudiar la Perestroika, porque hay que hacer la Perestroika…”

[Oscar Haza] ¿Y por qué no la hace ahora que está solo?

[Norberto Fuentes, burlándose] Naaa. ¡Perestroika! ¿Con qué? ¿Con qué apoyo? ¿Con qué se sienta la cucaracha? [Cruzan las palabras]

[Oscar Haza] Norberto, tienes que volver para hablar de otras cosas interesantes. ¿Qué ha pasado con Lage, qué ha pasado con Felipito Pérez Roque? ¿Robaina está pintando también?

[Norberto Fuentes, riéndose] Si todavía no me revientan la caja de seguridad con toda esa documentación, yo vengo.

[Oscar Haza] Gracias.

La transcripción del diálogo ha sido ligeramente revisada por clarificación y fluidez.

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PEQUEÑO GLOSARIO OPERATIVO:

Tony, el coronel Antonio de la Guardia.

FAR, sigla de Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Ochoa, Arnaldo, general de división y Héroe de la República de Cuba, fusilado en el proceso de 1989.

Martínez, Jorge, capitán, ayudante de Ochoa, también fusilado.

MinInt, las siglas del Ministerio del Interior

Amadito, el mayor Amado Padrón Trujillo.

Abrantes, José, general de división y ministro del interior; muerto en la cárcel en 1991.

María Isabel Ferrer, ex mujer de Patricio, vive en Nueva York.

La Pequeña Lulú, uno de los comics de procedencia americana emblemático de los años 50.

INIT, el Instituto Nacional de la Industria Turística creado al principio de la Revolución.

Cubela, Rolando, comandante del Directorio Revolucionario “13 de Marzo”. Su canoa estaba abanderada por la Universidad de La Habana.

Ramiro Valdés, legendario comandante del Ejército Rebelde y ministro del Interior desde la fundación de ese ministerio, en 1961, hasta 1969. Restablecido en el cargo entre 1978 y 1986.

Jibacoa: un playazo en los confines de la costa al noreste de La Habana.