jueves, 28 de diciembre de 2023

Sin permiso


Tomado del blog Cuba y la Economía
26 de diciembre de 2023

Nueva etapa de la Revolución
Por Silvio Rodríguez

Estamos, aún tímidamente, tratando de superar el cataclismo económico —y sin dudas político— que desató la “ofensiva revolucionaria” de 1968, que “se les fue de las manos” en calado y propósitos a quienes la pusieron en marcha, según testimonios de algunos muy altos dirigentes.

En 1985 visité por última vez la URSS y, sin ser especialista político o económico, llegué a la conclusión de que aquello se estaba yendo a pique. Tres años después, viendo acercarse la debacle, un 28 de enero empezamos, en el busto de Martí en el Turquino, una gira que imaginamos sanadora y que titulamos Por la Patria. Luego de 35 conciertos, la concluimos en la Plaza de la Revolución.

Poco tiempo después de la desaparición de aquel socialismo Fidel le confesó a un periodista norteamericano que nuestro modelo ya no nos servía. Él tuvo el valor de reconocer su inexperiencia de los primeros años y nos dejó un decálogo presidido por la afirmación de que Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado.

Cuba ha tenido no solo que ingeniárselas para avanzar sino que también ha tenido que resistir invasiones, sabotajes, injerencias de todo tipo y un bloqueo histórico en crueldad y duración. No somos, como país ni como personas, lo que hubiéramos sido sin semejante hostilidad.

Aún así, creo que debiéramos saber ponernos por encima de traumas y condicionamientos. No olvidando, sino siendo capaces de aprender a superar aquello con acciones regeneradoras.

Todos sabemos que el núcleo principal del descontento es por el bienestar dañado. La salud, la educación, la seguridad de cientos de miles de familias que trabajaron con la esperanza de un futuro mejor. No hay ideología que se sostenga sin bienestar. Olvidar eso no sólo es insensato: es inhumano. Por eso todo lo que logremos en esa dirección es lo correcto.

Creo que nuestra primera meta es esa, por simple, por incompleta que pueda parecer. El bienestar del pueblo. Martí lo dijo de la manera más directa y hermosa: “Ganado tengo el pan: hágase el verso”.

Silvio

martes, 26 de diciembre de 2023

La luz y el ruido

Nueva edición italiana de I condannati dell´Escambray (Condenados de Condado)

La nota de Ago Edizioni:

El libro

Calvino afirmó: «El éxito de Norberto Fuentes (comparable al de un Beppe Fenoglio entre nosotros) se debe, además de a su rico humor, a haber sabido encontrar el modelo adecuado del género: El ejército a caballo de Isaac Babel, el escritor ruso de la guerra civil. No es casualidad que un rápido «homenaje a Babel» esté contenido en uno de los relatos del escritor cubano, que ya sabe que su forma de contar historias -como la de su maestro- no agradará a los celosos guardianes de la oleografía oficial. (Y así de hecho sucedió).»

Corría el año 1970, Norberto Fuentes acababa de completar su primera colección de cuentos que fue publicada en Italia por Einaudi. El mundo ha cambiado, ha pasado medio siglo, el régimen cubano se ha abierto y las categorías del siglo XX se desmoronan cada día más hasta perder sus formas originales. Sin embargo, leyendo los relatos de Fuentes, entre el capitán Descalzo y el Bunder Pacheco, entre los bandidos y los soldados, los agricultores y los ganaderos, todo parece haber permanecido inmóvil, igual. Hay una miseria humana en la guerra que nunca cambia, algo que afecta del mismo modo al alma de los hombres cuando empuñan un rifle. Los obtusos sentimientos de conquista que nublan el pensamiento otrora revolucionario de los conquistadores se mezclan con los pequeños deseos de quienes sufren la guerra, de los soldados que temen morir sin desayunar, incapaces de verbalizar un inconveniente que les ha causado, sin que estén preparados para afrontarlo.

La escritura de Fuentes es rápida, instintiva, agitada e impensada, un lenguaje que puntúa los disparos de los AK-47 en la selva cubana, imágenes que se suceden, fragmentos divididos por los límites de las historias pero que crean un fresco general que regresa al lector un espectro visual, como dice el propio Fuentes en la introducción inédita publicada en esta edición: «Tenía la habilidad de los dioses pero en el sentido contrario. Nombré las cosas por última vez no para crearlas, sino para presenciar su extinción. En cierto modo, éste era precisamente el destino de mi libro: ser un destello, un estallido de luz y ruido que inmediatamente se apaga.»

«Jefe, ¿y si ha llegado mi día? Quizás me maten en esta operación y todavía no lo sé. Me muero sin haber desayunado, jefe.» 
 
Norberto Fuentes nació en La Habana en 1943. Durante la lucha contra las bandas del Escambray en Cuba, fue corresponsal del frente, experiencia de la que se basó en
Condenados de Condado

Disidente del régimen cubano, en 1993 se vio obligado a exiliarse en Estados Unidos, donde se refugió gracias a la ayuda de Gabriel García Márquez y William Kennedy. Conocido y apreciado por numerosos intelectuales como Mailer y Cortázar, hoy reside en Miami donde continúa su actividad como escritor y periodista.

sábado, 16 de diciembre de 2023

Ni canonizada, ni redimida

Natalia Bolívar
Imágenes fuera de contexto
 
 
SEPTIEMBRE DE 1978
El eterno flirteo. Adolfo Suárez —el presidente del Gobierno español— contempla.


CIRCA 2005
Viejos revolucionarios. Con el exgeneral Patricio de las Guardia —condenado a 30 años de prisión— aguantan y hasta sonríen.


jueves, 14 de diciembre de 2023

Gracias Raúl

Este es tu país. Y el resultado de tu traición a Fidel Castro.
 

Homilía del P. José Conrado, en el funeral de Natalia Bolívar, en el Santuario de Nuestra Señora de Regla, el sábado 25 de noviembre de 2023. Transcripción íntegra del documento llegado a nuestras manos.

En esta mañana de soles y de besos, nos reúne el cariño y la memoria de una gran mujer. Natalia Bolívar Aróstegui pertenece a una generación de mujeres cubanas que han dejado un surco en la Historia de nuestro país y con su valentía y su arrojo, quizá hasta la temeridad, nos dejan un legado de compromiso con nuestra gente y con la historia más reciente de la nación, que no debemos negar, y mucho menos, olvidar.

Emparentada con la más rancia aristocracia criolla y con algunas de las familias más ricas de la Isla, (sirvan como botón de muestra los nombres de dos de sus primas: María Luisa Lobo Montalvo y Carmencita Bacardí Bolívar), Natalia pertenecía además, a la más auténtica prosapia política, no sólo de Cuba, sino de todo el continente americano: ella venia de la rama cubana de la familia Bolívar cuyo más eximio representante fue el venezolano Simón Bolívar, el Libertador de las Américas. Tanto blasón hubiera aplastado a cualquier otro hijo de vecino, pero este no fue su caso. Al igual que su dilecto y predilecto amigo, Carlos Manuel de Céspedes y García-Menocal, jamás dejó de sentirse honrada sino por el más alto de todos sus títulos y apellidos: el de ser cubana, sencillamente cubana.

Como a tantos jóvenes de su generación le dolieron más los sufrimientos de la patria que la pertenencia a una élite social privilegiada, con méritos indiscutibles, incluso con una vocación de servicio, verdadera grandeza que no se hereda, sino que se hace propia cuando se la abraza con total dedicación. Y para que no quepa dudas sobre lo que quiero decir, a estas palabras les pondré nombres y apellidos. Cuba perdió cuando hombres como Julio Lobo, el tio Julio para Natalia, el zar del azúcar, el hombre que se propuso como meta que todo el azúcar cubana, estuviera en manos de los cubanos. El hombre que acopió la información para que Manuel Moreno Fraginal pudiera luego escribir su monumental estudio sobre la industria azucarera “El Ingenio”. Ese Julio que, pieza a pieza, logró reunir la mayor colección sobre Napoleón Bonaparte fuera de Francia. Muebles y objetos que le pertenecieron al emperador y muchas de sus cartas personales. El hombre que, cuando compró los últimos seis ingenios azucareros que sumaría a los once que ya poseía, dijo a su yerno banquero, que le hizo ver la temeridad de culminar un negocio tan audaz sin cubrir esa inversión con los seguros adecuados: ¿Y qué me puede pasar a mí para que no pueda yo terminar de pagar esta deuda? Julio Lobo acabaría pagando de su escuálido bolsillo de millonario arruinado, devenido en emigrante, aquellos ingenios que ya no le pertenecían.

Y otro tanto se podría decir de Goar Mestre, el visionario creador de una de las televisiones más creativas de toda la América, el hombre que junto con su familia creo ese edificio emblemático de la arquitectura cubana: el Foxa. O la familia Bacardí, dueños del Ron Bacardí, de fama mundial, que sobrevivió a la nacionalización de los 60, porque internacionalizó la compañía cuando, so peligro de expropiación por parte del dictador Batista, precisamente por el apoyo brindado a la revolución que desde la Sierra encabezaba Fidel Castro, ya habían radicado en Naseau la cabecera de la empresa. Y no ocurrió otro tanto con el judío cubano, mi dilecto amigo Rafael Kravec, miembro de una humildísima familia judía de Puerto Padre, de origen lituano, que acabaría encabezando una de las empresas más importantes de cosméticos del mundo: “Elizabeth Arden”. Como lo fue Roberto Goizueta de la mundialmente conocida Coca Cola. Los ejemplos podrían prolongarse casi hasta el infinito: den fe de ello los nombres de Celia Cruz, María Cristina Herrera, Gloria y Emilio Estefan o María Teresa Mestre, Archiduquesa de Luxemburgo, (por cierto, también prima de Natalia) cubanos y cubanas que en distintos campos triunfaron, dejando en alto el nombre de Cuba y su condición irrenunciable de cubanos. Sin olvidar a Jeff Bezos, cuyo padre cubano y santiaguero, fue parte importante de su éxito posterior en su archiconocida empresa “Amazon”. El rumbo que tomaron los hechos impidió que todos esos cubanos, y muchos más, pudieran florecer en Cuba, porque se traicionó el más genuino legado martiano. El de una patria con todos y para el bien de todos. Ellos perdieron a Cuba, Cuba los perdió a ellos: todos salimos perdiendo. Pero los responsables nunca han reconocido su error, nunca han pedido perdón. Ojala que llegue el día en que nos redimamos de este pecado de lesa Patria.

Para mí, entre esos nombres de los que sí lucharon por una Patria con todos y para el bien de todos, podría colocarse el de nuestra querida Natalia. Su militancia en el movimiento estudiantil revolucionario, la hizo parte de esa élite espiritual a la que pertenecieron muchos de sus amigos y amigas, quisiera recordar, al menos tres de esos nombres, los de Nati Revuelta, Teresita Bacallao y Fina García Marruz. Debo confesarles que mientras me preparaba para la Misa, otro nombre me asaltaba la memoria, el de la Mariana Grajales de esa generación: la santiaguera Rosario García, la humilde “Madre Coraje” de esa generación. La querida doña Rosario, por la que siempre he sentido un cariño filial y una profunda admiración, porque ella dio a la patria, como se debe hacer, sencillamente y sin aspavientos, esos dos patriotas enteros, esos dos héroes gloriosos de la patria y de la fe: Frank y Josué País. Para luego sufrir en carne propia su orfandad hasta la muerte: cuando se dio el giro hacia la intolerancia religiosa por el marxismo militantemente ateo, doña Rosario no quiso que su hijo sobreviviente retornara a Cuba. y luego le fue negado el permiso para ir a visitar a su tercer hijo exiliado, al que murió añorando poder abrazar.

No quiero que ustedes vayan a pensar que yo pretendo canonizar a Natalia. Estoy seguro que la primera en tirarme una trompetilla sería la misma Natalia, con su proverbial irreverencia, que en este día también quiero recordar, porque esta cubana de cuerpo entero llegó a usar, incluso con los más altos representantes del poder en este país, con el derecho que le daban su arrojo en la lucha y su fidelidad a los principios e ideales originarios de la lucha contra la dictadura batistiana, y en pro de una patria como la quería Martí, “con todos y para el bien de todos”. De las desviaciones posteriores no se les echa la culpa a los simples soldados que batallaron con tesón, sino a aquellos que desvirtuaron la fe de todos, llevando a las Patria por derroteros que hoy nos parecen fatales y frustrantes. Como le dijo el cardenal Jaime Ortega al Papa Juan Pablo II, en memorable viaje al Vaticano de todos los obispos cubanos: es muy triste contemplar a un pueblo que llora por sus sueños rotos y sus esperanzas fracasadas.

Como sabemos Natalia Bolívar no sólo fue una estudiosa del sincretismo religioso en Cuba, sino una creyente un tanto heterodoxa, de las religiones afrocubanas. Para algunos en la Iglesia fue motivo de cierto escándalo. Pero este es un tema muy complejo y un tanto espinoso. Todos sabemos que el sincretismo ha sido promovido por el gobierno como la verdadera religiosidad del pueblo cubano. Manera obvia de ningunear la fe católica y de socavar la pertenencia de la gente a una religión con vínculos y dimensión universales, que podría representar una alternativa ideológica y espiritual a la propuesta de un estado que ha sido, por bastante tiempo, y de muchas maneras, militantemente ateo. Con relación al final gracias sincretismo, recuerdo que la Iglesia, en algunos de sus más altos y lúcidos exponentes (y pienso concretamente en la acción pastoral del obispo Morell de Santa Cruz), que apoyó y él mismo promovió, las cofradías y cabildos “de pardos y morenos” como se decía en la época, para atraerlos a la Iglesia, colocando a los sacerdotes más valiosos y comprometidos en esta “pastoral de periferia”, para decirlo con los términos que utiliza nuestro Papa actual. La monumental obra de Leví Marrero “Cuba, Economía y Sociedad”, lo estudió y lo ilustra muy competentemente.

Natalia fue distinguida con condecoraciones y reconocimientos nacionales e internacionales. Quiero referirme de modo muy expreso a la Real Orden de Isabel la Católica con que la honró el Gobierno Español. Sabemos de su amistad con Cristina Barrios, cónsul con rango de embajadora de España en Miami y por su hermano Pablo, Cónsul General de España en La Habana, que tanto hicieron por la cultura cubana y por nuestro pueblo desde las dos orillas del Estrecho de la Florida, hoy representados aquí por Isabel, la viuda de Pablo. Hoy recordamos a muchos familiares y amigos de Natalia que hubieran querido estar acá. Quiero mencionar de manera especial a Consuelo Aróstegui, biznieta de ese cristiano ejemplar, médico y científico entre los más señeros de la patria: Carlos J. Finlay. Consuelo lleva años apoyando la labor asistencial de la iglesia en favor del pueblo cubano a través de Caritas-Cuba.

Natalia pidió expresamente a su familia que no aceptaran los homenajes oficiales que ella sabía le querrían ofrecer, como así fue… Y ellos han cumplido escrupulosamente con esa voluntad final de Natalia. Hoy están aquí, sus hijas Natacha y Bubi, su prima Rosa y Lupe, su doctora y ángel de la guarda de sus últimos años. Ellas y un grupo de amigos entrañables, y los peregrinos del Santuario. Esta Misa en el templo que la devoción del pueblo habanero levantó a la Virgen de Regla, patrona y reina de la bahía de La Habana es un reflejo de esa apertura a todos que caracterizó a Natalia. A todos sin exclusiones. De manera especial a Dios y a su santa Madre.

Bajo el manto de esta Virgen Morena a cuyos pies se reunieron los esclavos que llegaron a nuestra tierra y sus descendientes, y en ella se reconocieron como hijos amados; en esta Iglesia de pueblo, a un tiempo humilde y sin embargo tan bella, Natalia ha querido despedirse de nosotros y de expresar también su decisión de imitar a Jesús “que se despojó de su rango, pasando por uno de tantos” y que vino al mundo “no a ser servido, sino a servir”. Natalia tal cual era, con sus luces y con sus sombras y tal y como ocurre con el sol (“los desagradecidos sólo hablan de las manchas… los agradecidos hablan de la luz”, al decir martiano). En nombre de mi hermano Roberto Betancourt Castro, rector de este santuario y en mi propio nombre, puedo decir y digo: a todos nosotros Natalia nos honró con su amistad y nos hizo el inapreciable regalo de su cariño. Al despedirla hoy, la ponemos en las manos del Padre Misericordioso, a ella como fue: cubana excepcional y habanera reyoya. Que en Paz descanse su alma.

martes, 7 de noviembre de 2023

Los hijos del enemigo


Los hijos del enemigo
 es un testimonio veraz de uno de los hechos de mayor crueldad del régimen cubano, y un texto imprescindible de la reciente historiografía cubana. Respaldado por varias cronologías y desplegando un panorama de lo ocurrido en 1994 en La Habana, ofrece también un análisis de los mecanismos de fuerza y terror utilizados por el régimen de la isla para mantenerse en el poder. Con esta obra, su primer libro luego de llegar al exilio en 1994, Fuentes —según Alejandro Armengol en su ensayo «Crimen sin castigo»— continuó la tradición de denuncia de los escritores disidentes rusos y de otros países socialistas, de recopilación de datos sobre hechos represivos para luego lograr su divulgación mediante testimonios lúcidos y bien escritos. Se trata además del primer libro cubano publicado en la Internet, aunque, hasta el presente, no existía una edición impresa de la versión en español. Se trata, pues, de un rescate imprescindible. Se trata de no dejar que el crimen —y sus perpetradores— escapen en el letargo de nuestras memorias.

Por razones técnicas, ajenas a nuestra voluntad, fue imposible poner este libro a disposición de los lectores en la fecha prevista, el pasado 13 de julio, al cumplirse el aniversario del hundimiento del remolcador 13 de Marzo.

Para ir al sitio de Amazon cliquea aquí.

viernes, 20 de octubre de 2023

Díaz-Canel no tiene historia


"El gran problema de Díaz-Canel es que no tiene historia, en un país donde cualquiera tiene un montón de historias (…). Pero él pertenece a otra generación, esa es la generación que va a tomar o que ya está tomando o que ya tomó el poder en Cuba, una generación de tecnócratas supuestamente. (…) Es otra generación, con otras preocupaciones, con otros problemas, con otros objetivos. (…) Pero Díaz Canel quiere actuar en este mundo nuevo en las botas de Fidel Castro. No. Olvídate de los sacrificios y de la gloria porque eso ya no es tu mundo. Ese mundo ya pasó. El discurso tiene que ser nuevo, tiene que ser fresco".

La entrevista completa que me hizo Guena Rod en 23 y Flager puedes verla aquí.

lunes, 16 de octubre de 2023

Mao, Che y los mipymes

La delegación cubana que acompañó al Che hasta China en 1960, aquí numerada para su
identificación: 1.-Rafael Moré; 2.-No identificado; 3.- El ecuatoriano-chileno Raúl Maldonado;
4.- El chileno Albán Lataste; 5.- No identificado; 6.- Eddy Suñol; 7.- Benigno Regueira;
8.- Alberto Mora; 9.- Ernesto Guevara, y 10.- Héctor Rodríguez Llompart.

Creo que vale la pena que le tiren una ojeada a esto. No conozco otro texto más instructivo y adecuado para la comprensión de lo que está sucediendo ahora en Cuba y su repercusión en Miami, sobre todo en sus esferas financieras y políticas. Es la transcripción de una conversación entre Mao y el Che. La recupero a propósito del debate actual sobre el auge de las llamadas mipymes —micros, pequeñas y medianas empresas— y del audaz evento que convocó en Miami a más de 70 empresarios cubanos procedentes de unos 8 000 de estos negocios que ya existen en Cuba. Quizá el texto ayude a redondear los conceptos y a lograr una visión más afilada para los futuros aproches con La Habana. El caso es que ya, tan temprano como el 19 de noviembre de 1960, quedaba claro que los comunistas —los que estaban al mando, quiero decir— se proponían incluir a los capitalistas en el sistema, y como una fuerza, digamos, de avanzada; y que, por otro lado, había un origen entendible en las precauciones, sino el rechazo, de los cubanos a usar los pesos pesados del exilio como compañeros de viaje, y mucho menos como inversionistas. En fin, y digo esto exclusivamente dentro de la campana de Faraday de mi confianza con los lectores, creo que no es nada conveniente para el discurso político desde el exterior, al menos de cara hacia los cubanos, de allá, que les pidas algo que, a lo que más se parece, es a la rendición. Cuando descubrí el documento y lo publiqué por primera vez —en su versión íntegra— como «Mao y Che en una nube» en este mismo blog el 10 de abril de 2016, proponía que se leyera sin prejuicios. Mantengo la propuesta.

El texto ha sido editado en esta ocasión al objeto de que la lectura se concentre en el asunto de nuestro interés.

Hora: 4:20 PM - 6:30PM, 19 de noviembre de 1960
Lugar: Salón Qingzhen en Zhongnanhai

Participantes: Del lado cubano - Jefe de Delegación y Presidente del Banco de Desarrollo Nacional, Comandante Ernesto Che Guevara, y otros miembros de la Delegación. Del lado chino - Zhou Enlai, Li Xiannian, Geng Biao, Shen Jian, Lin Ping.

Intérpretes: Cai Tongguo, Liu Xiliang
Registrador: Zhang Zai

Presidente Mao: Delegación cubana, bienvenida.
Guevara [“abreviado en el original como Ge”, no abreviado aquí]: Es un gran placer [para nosotros] tener esta oportunidad de saludar al presidente Mao [en persona]. Nosotros siempre hemos venerado al presidente Mao en nuestra lucha. Somos una delegación oficial, representando a Cuba, aunque los miembros de nuestra delegación nacieron en cuatro países diferentes.
Presidente Mao: Usted es argentino.
Guevara: Nací en Argentina.
Presidente Mao: ¿Dónde nacieron los otros miembros de la delegación?
Guevara: [Ramiro Fernando] Maldonado [Secretario General del Partido Social Revolucionario de Ecuador] es ecuatoriano, [economista Albán] Lataste es chileno, yo nací en Argentina, todos los demás nacieron en Cuba. Aunque algunos de nosotros no nacimos en Cuba, el pueblo cubano no toma a mal que no hayamos nacido en Cuba. Nosotros realmente defendemos la revolución cubana. Fidel [Castro] representa la voluntad de todos los latinoamericanos.
Presidente Mao: Ustedes son internacionalistas.
Guevara: Los internacionalistas de América Latina.
Presidente Mao: Los pueblos de Asia, los pueblos de África y todo el campo socialista los apoyan. El año pasado usted visitó algunos países asiáticos, [¿no es verdad?]
Guevara: Algunos países, como India, Siam [Tailandia], Indonesia, Birmania, Japón, Pakistán.
Presidente Mao: Con excepción de China, [usted] ha estado en todos los principales países de Asia.
Guevara: Por eso, ahora estoy en China.
Presidente Mao: Bienvenido.
Guevara: Nuestra situación interna aún no se había estabilizado cuando salí de Cuba el año pasado, por esa razón nos conducíamos cautelosamente con el mundo exterior, a diferencia de ahora. [Ahora] la situación interna se ha consolidado y podemos ser más resueltos.
Presidente Mao: La actual situación internacional es mejor que la del año pasado.
Guevara: La nación entera está unida, pero cada día los imperialistas esperan dividirnos.
Presidente Mao: Aparte de los obreros y los campesinos, ¿quiénes más se han unido a ustedes?
Guevara: Nuestro gobierno representa a los obreros y campesinos. Nuestro país todavía tiene una pequeña burguesía que tiene una relación amistosa y coopera con nosotros.
Presidente Mao: ¿No [hay] burguesía nacional?
Guevara: La burguesía nacional estaba básicamente compuesta por importadores. Sus intereses estaban entrelazados con los del imperialismo y estaban contra nosotros. [Por eso] los destruimos económica y políticamente.
Presidente Mao: Ellos eran burguesía compradora. No [deben] ser considerados como burguesía nacional.
Guevara: Algunos dependían completamente del imperialismo. El imperialismo les daba capital, tecnología, patentes y mercados. Aunque vivían en su propio país, sus intereses estaban entrelazados con el imperialismo; era el caso, por ejemplo, de los comerciantes de azúcar.
Presidente Mao: Los empresarios del azúcar.
Guevara: Ellos mismos. Ahora el negocio del azúcar ha sido nacionalizado.
Presidente Mao: Ustedes básicamente han expropiado todo el capital norteamericano.
Guevara: No básicamente, sino todo. Quizás algún capital ha escapado [de la expropiación]. Pero no es que no queramos [expropiarlo].
Presidente Mao: ¿Ustedes ofrecieron compensación al expropiarlos?
Guevara: Si [una compañía azucarera] nos compraba más de tres millones de toneladas de azúcar [antes de la expropiación], [nosotros] ofrecíamos una compensación entre 5 por ciento y 25 por ciento [del valor del azúcar comprado]. [La gente] no familiarizada con la situación en Cuba tiene dificultad para entender la ironía incorporada en esta política.
Presidente Mao: Según la prensa, ustedes devolvían el capital y las ganancias sobre 47 caballerías por año, con una tasa de interés anual de 1 por ciento.
Guevara: Sólo las [compañías] que compraban más de 3 millones de toneladas de azúcar eran compensadas. Si no habían comprado, no había compensación. Había dos bancos canadienses, relativamente grandes. No los nacionalizamos, y esto es consistente con nuestras políticas interna y exterior.
Presidente Mao: Es estratégicamente aceptable tolerar temporalmente la presencia de algunas compañías imperialistas. Nosotros también tenemos algunas [compañías imperialistas] aquí.
Premier [Zhou Enlai]: Precisamente, como el HSBC [Hong Kong and Shanghai Banking Corporation], cuya presencia es casi simbólica.
Guevara: Esos bancos canadienses en Cuba son lo mismo que el HSBC aquí.
Presidente Mao: Ustedes [deben] unir a los obreros y campesinos, es decir, a la mayoría.
Guevara: Alguna gente de la burguesía se puso en contra de nosotros y se unió al campo enemigo.
Presidente Mao: Aquellos que se pusieron contra ustedes son sus enemigos. Ustedes han hecho un gran trabajo en suprimir a los contrarrevolucionarios.
Guevara: Los contrarrevolucionarios realizaban actos de agresión. [Por ejemplo,] algunas veces, ocupaban unas cuantas islas, [en cuyo caso] los aniquilábamos inmediatamente después. Nada de qué preocuparse. [Nosotros] ejecutábamos a su líder fusilándolo cuando los capturábamos. Su equipamiento provenía de Estados Unidos y era lanzado en paracaídas.
Presidente Mao: Ustedes también capturaron varios norteamericanos [¿no es así?].
Guevara: [Ellos fueron] procesados inmediatamente y fusilados.
Premier [Zhou Enlai]: El gobierno norteamericano protestaba y ustedes respondían.
Presidente Mao: Ustedes son firmes. Sean firmes hasta el final, esa es la esperanza [de la revolución], y el imperialismo se encontrará en grandes dificultades. Pero vacilen y entren en compromisos, y el imperialismo verá que es fácil [lidiar con ustedes].
Guevara: En la primera etapa de nuestra revolución, Fidel propuso una forma de resolver el problema de la vivienda pública, porque el gobierno tiene la responsabilidad de que todos tengan una vivienda. Confiscamos las propiedades de los grandes propietarios de casas y las distribuimos entre el pueblo. Los pequeños propietarios de casas conservan sus propiedades como antes.
Presidente Mao: ¿Y después?
Guevara: Ahora estamos en la segunda etapa de la revolución, es decir, terminar con el fenómeno de la explotación del hombre por el hombre. En estrecha relación con la situación interna e internacional, estamos trabajando en la consolidación de nuestro régimen: erradicando el analfabetismo y el desempleo (que está en una condición particularmente seria), desarrollando el sector industrial y profundizando la reforma agraria.
Presidente Mao: Excelente. Ustedes han influido en América Latina, e incluso en Asia y África. Ellos serán influenciados en tanto ustedes hagan bien las cosas.
Guevara: Especialmente América Latina.
Presidente Mao: La pequeña burguesía y la burguesía nacional latinoamericanas tienen miedo del socialismo. Por un buen tiempo, ustedes no deberían apresurarse con las reformas sociales. Este método les permitirá ganarse a la pequeña burguesía y a la burguesía nacional de América Latina. Después de la victoria, fueron nacionalizados todos los negocios de Jiang Jieshi [Chiang Kai-shek] y los negocios que anteriormente pertenecían a Alemania, Italia y Japón pero que después pasaron a ser patrimonio de Jiang, eso permitió que el capital propiedad del Estado alcanzara el 80 por ciento de todo el capital industrial. Aunque la burguesía nacional tenía solo el 20 por ciento [de todo el capital industrial], empleaba a más de 1 millón de obreros y controlaba toda la red comercial. Nos tomó casi siete años resolver este problema. [Nosotros] les dimos empleo, derecho al voto, administración conjunta pública- privada y compra de participaciones, con la esperanza de resolver este problema. Esta solución [conjunta] les satisfizo y tuvo un buen efecto relativo en el exterior. Después de ver esta salida, pese a que la burguesía asiática no estaba completamente feliz, estuvo de acuerdo en que ésta era una forma aceptable de unirlos, y que estaba bien utilizar la política de compra de participaciones. El problema del sector artesanal urbano y la pequeña burguesía fue enfrentado, igualmente, por medio de las cooperativas.
Guevara: Debemos aprender de la experiencia de otros países, incluido China y otros países socialistas. En cuanto a la burguesía, le dimos respeto, trabajo y dinero, deseando que no abandonaran el país. También les dimos sueldos a los técnicos. Tradicionalmente, no tenemos industria artesanal, en consecuencia, no tenemos problemas en ese sentido. Hemos reunido a los desempleados en las cooperativas, las que en retribución les dan empleo.
Presidente Mao: Estados Unidos no quiere que Cuba tenga burguesía nacional. Este es el mismo caso de Japón en Corea y del noreste de China [por ejemplo, Manchuria], y el caso de Francia en Vietnam. Ellos no permiten que la gente local construya grandes plantas.
Guevara: Este hecho se asemeja a [a lo que pasó en] América Latina. A fin de destruir las fuerzas feudales, el imperialismo promovió la burguesía nacional. La burguesía nacional también podía pedir impuestos más altos a la importación. Pero no luchaba por los intereses nacionales; de hecho, está coludida con el imperialismo.
Presidente Mao: Tengo una pregunta. ¿La industria brasileña del acero está vinculada a Estados Unidos en términos de capital?
Guevara: Las principales fábricas metalúrgicas del Brasil fueron establecidas con capital norteamericano.
Premier [Zhou Enlai]: ¿Cuál es el porcentaje del capital norteamericano? Brasil produce 1.6 millones de toneladas de acero [anualmente].
Guevara: No está bastante claro el monto total del capital en la fábrica más grande de Brasil. Pero tecnológicamente depende completamente de Estados Unidos. Brasil es un país grande, sin embargo, realmente no existe diferencia sustancial entre él y otros países latinoamericanos.
[…]
Presidente Mao: Esas doce personas son las semillas. La temperatura en vuestro país es buena.
Guevara: [Cuba está] a 22 grados al norte.
Presidente Mao: Sus tierras también son buenas.
Guevara: Todas las tierras son cultivables. Se puede plantar árboles de coco en las zonas arenosas. Pero es difícil cultivar en las montañas.
Presidente Mao: Entonces [la población de] su país podría crecer por lo menos hasta 30 millones.
Guevara: La Isla de Java de Indonesia tiene como 50 millones [de personas].
Presidente Mao: Ustedes deberían agradecer a [General Rubén Fulgencio] Batista [y Zaldívar], de la misma forma que nosotros agradecemos a Jiang Jieshi. Él nos dio lecciones matando gente.
[Alberto] Mora [Becerra]: También estamos agradecidos con Batista porque él puso a más gente de nuestro lado.
Presidente Mao: Nosotros tenemos otro maestro: el imperialismo. Es nuestro educador constante. El mejor maestro es el imperialismo norteamericano. Ustedes también tuvieron dos maestros: Batista y el imperialismo norteamericano. [Hasta donde sé,] Batista está ahora en Estados Unidos. ¿Está pensando en una restauración?
Guevara: Los partidarios de Batista están ahora divididos en 5 facciones, que han elegido cinco candidatos presidenciales. Esos candidatos tienen puntos de vista diferentes unos de otros. Algunos se oponen a Batista, mientras que otros se comportan más o menos como Batista.
Presidente Mao: Ellos no son rivales para Batista. ¿Qué edad tiene Batista?
Guevara: 60 años.
Presidente Mao: Nuestro Jiang Jieshi tiene ahora 74 años, anhelando todos los días con regresar a Beijing.
Mora: Todos esos 5 candidatos fueron dirigentes partidarios. La gente conoce sus nombres y ellos también anhelan todos los días regresar a Cuba.
[…]
Premier [Zhou Enlai]: La vida de cliente no es fácil.
Presidente Mao: Ahora los norteamericanos no quieren a Jiang Jieshi. Nosotros nos estamos encariñando con él. Los que son 100 por ciento pro-norteamericanos son peores que Jiang Jieshi, que sólo es 99 por ciento pro-norteamericano. Él todavía quiere conservar su ascendiente.
Premier [Zhou Enlai]: Eso es dialéctico.
[Comandante Eddy] Suñol: Creo que ustedes esperan que Jiang Jieshi regrese.
Presidente Mao: A condición de que rompa con los Estados Unidos, le haremos un lugar en nuestro gobierno.
Premier [Zhou Enlai]: Mejor todavía si trae, de regreso con él, a Taiwán.
Presidente Mao: Aunque parece que él no está interesado en regresar.

Fuente: Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, N° 202-00098-01, págs. 1-14. Según la versión en inglés para Cold War International Historic Project, de Zhang Qian.

Traducido para “Crítica Marxista-Leninista” por Jiang Yucmoi.

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Para el texto completo del documento, vaya a la nube.

martes, 3 de octubre de 2023

La guerra no ha terminado

Un experimento tan promisorio como el de convocar a una reunión en Miami de unos 70 empresarios cubanos procedentes de unos 8 000 que levantan en la isla una impetuosa red de negocios privados y que ya están moviendo bastante dinero y mercancía y creando miles de empleos e incentivando la maltrecha economía del país, está pasando por un momento difícil. La reunión y sus resultados, digo. No el empeño de nuestros bisoños, aunque ya exitosos empresarios de la isla. El objetivo del cónclave —una audacia de sus organizadores, sobre todo de su principal animador, el excongresista federal Joe García— era un intercambio entre los cubanos de allá y algunos empresarios de acá, intercambiar experiencias, oírse los dos grupos, y buscar zonas de futuros entendimientos y negocios. Pero, lo que están conociendo los de allá, es la conducta de un enclave envenenado (según se muestra en la televisión local) y que parecen decididos a dar por terminada la misión que se han impuesto en los últimos días, desde que supieron de este meeting de tres días, que es acabar hasta el último vestigio de las empresas privadas que viene floreciendo en el territorio cubano y que ha pasado por varias designaciones, desde cuentapropistas hasta pymes (un acrónimo de pequeña y medianas empresas) y más recientemente mipymes (con el agregado inicial de microempresas) y cada vez actuando con mayor fuerza en el escenario de los abastecimientos y la economía del dañado país. Porque, según se ven las cosas, esa es la guerra actual. No se dejen engañar. Los empresarios cubanos que surgen y se establecen por todos los rincones de aquel territorio y que, desde sus primeros amagos, han sorteado un increíble ambiente de hostilidad, sobre todo desde los sectores más dogmáticos y duros del gobierno, pero que han persistido y ahí están, ahora deben enfrentar también al Miami de la vieja escuela, y, especialmente, el sabotaje solapado de potentados cubanoamericanos.

Se les escapa la presa de las manos, no existen en la jugada. No les conviene, realmente, la reunión de dos representantes del gobierno americano —por lo pronto no más de tres— y prominentes lideres de los negocios de origen cubano —una media docena— en las suntuosas oficinas de Akerman LLP, la firma de abogados de Miami que representan las compañías que hacen negocios con Cuba. Y no es para menos. Nuestros esforzados mypes o mipymes han logrado solamente en lo que va de año importar cerca de 1 000 millones de dólares en artículos y materias primas —más de cualquier cifra al alcance del propio gobierno— y dan empleo a 1,6 millones de cubanos.

Por lo pronto debemos aceptar que la reunión en sí produjo escasos resultados prácticos. Aunque de cualquier manera su convocatoria y realización es un tanto que hagan el favor de anotárselo a Joe García, con todo derecho. No importa que esta reunión sea vista como un puro gesto simbólico. Ningún primer paso es una abstracción. Porque ya el segundo va a ser mucho más fácil. Es decir, es un esfuerzo vencido hacia un acercamiento —y que resultará cada vez más acelerado— hacia un futuro inevitable.

Los funcionarios del gobierno americano que participaron en el evento no ofrecieron nada en concreto, solo vagas esperanzas de levantar en algún momento algunos resquicios en el blindaje del embargo, y al parecer más bien preocupados ante cualquier solicitud de dinero. ¿Les es tan difícil entender que son las trabas legales con las que asfixian a los cubanos las que deben eliminar? Estos empresarios demuestran a diario que son capaces de buscar su dinero y que lo hacen y crecen en las condiciones más adversas y de incomprensión, a las que además deben añadir las trabas que la Casa Blanca mantiene solo por complacer a un rencoroso y mal intencionado sector del exilio cubano.

Un evento que finalmente debe quedar como un hito histórico para los cubanos de ambas orillas, están empeñados, también desde las dos orillas, en transformarlo rápidamente; los de acá, que los mipymes sean su nueva plataforma para las acciones contrarrevolucionarias; los de allá, un motivo renovado de agravios, justificación de miserias, mucho llanto. Ha sido lo peor de la reunión, la muestra de la estrechez de miras de esta militancia atenida a la máxima de Von Klausewitz de que todos los generales se preparan para la guerra anterior. Claramente han expresado que su objetivo es aprovecharse de los mypes o mipymes para derrocar el gobierno. En fin, miel sobre hojuelas en un plato sopero que sirven graciosamente a sus iguales, al sector duro de la isla.

Aunque no pase de ser la retórica habitual, el intento de convertir a los mipymes en los substitutos de una brigada 2506 que se infiltra en silencio en las ciudades y campos cubanos bajo la inocente cobertura de productores de frutas en conserva o de cosméticos o de baticas para niñas es una estupidez sin nombre. Pero, por encima de todo, lo más preocupante: que alimentan a paletadas los argumentos tan codiciados por la claque de los dirigentes de viejo cuño que aún sobreviven en La Habana. Está demostrada su inhabilidad para alentar el progreso económico, pero su maestría en las artes represivas está fuera de dudas. Así que olvídense de montar una quinta columna. Y es de esperar, por su propio bien, que nuestros empresarios no caigan en la trampa de estos aprendices de chicos malos.

De nuevo, pues, resurge en Miami la idea de la pronta caída del gobierno de La Habana y la quimera en paralelo de que que con igual velocidad ellos ocuparán posesión del gobierno al otro lado de la corriente del Golfo. Tan bonito que los comunistas han dejado el capitolio después de la restauración hace tres o cuatro años, hasta con láminas de oro ruso con las que enchaparon la cúpula. Claro, más difícil, más engorroso, va a ser instalarse de nuevo en el antiguo Palacio Presidencial después que lo convirtieron en un museo de las victorias militares de la Revolución. Cualquiera que sea el presidente importado desde el condado de Dade tendrá que contemplar desde sus altos ventanales —y hasta que los remueven de donde están fundidos en el pavimento de la Avenida de las Misiones— el pesado silencio de los cañones autopropulsados SAU-100 y los tanques T-34 y sin olvidar los cazabombarderos Sea Fury y los jets T-33 con los que las tropas de Fidel destruyeron la brigada 2506 desembarcada en Bahía de Cochinos. Y no digo esto para molestar a mis compatriotas de este lado de la corriente del Golfo. Lo hago para que acaben de entender lo inútil de su pretensión y de que ese gobierno que ellos creen a punto de colapsar es una institución tan legítima (amén de armada hasta los dientes) como que ellos carecen de alguna. No encuentro por ningún lado la documentación que de fe de la existencia de la República de Miami. Y el único gobierno que los patrones americanos reconocen es el que actualmente reside, decreta y habla desde el Palacio de la Revolución —en La Habana. Es a partir de ahí —no queda más remedio— donde mis vecinos del condado tienen que buscar el punto del aproche para su provecho. Pero también es imprescindible que mis antiguos vecinos de allá comprendan el enorme provecho que pueden igualmente sacar para el país y para ellos mismos de que acaben de tirar el puente.

Al final, los dos bandos contendientes acusan al proyecto de los mipymes de ser los caballos de Troya de la infiltración en sus territorios. Con las mismas tres palabras. Caballo de Troya. Y en eso estamos quedando: en el surgimiento, no solo del movimiento de un vigoroso empresariado nacional, sino de una nueva mitología de deslumbrantes raíces criollas: la del caballo bicéfalo.

Y una observación para cerrar. Es algo en lo que el ahora vapuleado Joe García tiene razón. Él recibiendo el fuego artillero de los gorilas de ambas orillas dada la audacia, pese a todo, de su evento. «Cuando hay diferencias entre dos partes», dice, «lo que hace falta son puntos comunes. Cosas en común que podemos encontrar, de las que podamos hablar.» Él cree que, a partir de esa localización, cualquier empresa es posible.





sábado, 16 de septiembre de 2023

El último renegado


El recorte de Granma es del 15 de septiembre de 1973. En el extremo izquierdo, con jeans claros y las manos agarradas a la espalda, está el entonces capitán Patricio de la Guardia; detrás, Claudio Menéndez, a quien llaman «Honduras»; le siguen por la izquierda, en la primera fila, Lisandro Otero, Juan Carretero, el embajador Mario García Incháustegui, el brazo derecho en cabestrillo; Ulises Estrada y Luis Fernández Oña. Con excepción de Lisandro, que no se hallaba en Chile, los demás acaban de aterrizar en La Habana.

Pocos días antes, Fidel había tomado «las medidas necesarias» respecto a la situación chilena. Se reúne con dos de sus hombres antes de salir para Argel a participar en la IV Cumbre de los Países No Alineados, y de allí seguir un largo periplo que concluirá en Vietnam. Noche del 27 de agosto de 1973. La conversación con Patricio de la Guardia y el también capitán Enrique Montero, ocurre en la casa del comandante Manuel Piñeiro «Barbarroja». Los dos oficiales del MinInt también a punto de abordar un avión, pero en dirección a Chile. Patricio es el más alto cargo de los servicios especiales cubanos en Santiago, y Montero uno de sus segundos. Fidel ha mandado a detener el Ilyushin Il-62 que Patricio y Montero deben abordar —hasta eso de las 9 PM, en que terminó su conversación.

«Voy a decir mis últimas palabras sobre Chile», había comenzado.

Tenía perfectamente articuladas sus ideas sobre Chile y lo que debía ser la actuación: de los cubanos.

1. Allende iba a ser derrocado.
2. Allende había hecho demasiadas concesiones.
3. Los cubanos tenían que salir de allí de la manera más digna posible.
4. Los cubanos no podían involucrarse en ninguna clase de lucha callejera contra el Ejército si las masas no se lanzaban al combate.
5. No comprometerse en ninguna ayuda con Allende si el pueblo no está en la calle.
6. Toda ayuda a Allende tiene que ser antes de un golpe de Estado y no después.
7. No apoyar a ningún grupo paralelo. Solo al gobierno central (Allende).
8. La misión de los cubanos es defender nuestra embajada.
9. Activar desde ahora los dispositivos de la Operación Quang Try.

«La caída de Allende me va a sorprender en el viaje», dijo Fidel. «Aquello está perdido. Salvador ha caído en muchas concesiones. Las concesiones nada más que se siembran con concesiones. Para salir de las concesiones hay que hacer otras concesiones. Es igual que las mentiras. Dices una mentira y para taparla hay que decir otra. Déjenme advertirles lo siguiente: Los cubanos tienen que salir de allí con la cabeza en alto. Allí nada más se combate y se sale a la calle si hay pueblo en la calle. Salir a la calle a matar pueblo no se puede. ¿Me están oyendo? Les digo más, si Salvador pide ayuda, hay que constatar primero que haya pueblo en la calle, manifestándose a su favor. Tampoco se puede estar apoyando al MIR [Movimiento de Izquierda Revolucionaria] ni a nadie, a ninguna otra agrupación colateral. Hay que darle todo el apoyo a Salvador. Pero es un apoyo anterior, no para brindárselo con posterioridad. Repito. Si hay un golpe, tienen que esperar por una revuelta del pueblo. La posición de ustedes, en todo caso, es defender la embajada, igual que los vietnamitas defendieron el bastión de Quang Try, la aldea irreducible de Vietnam. Recuérdense que yo bauticé así esta operación al inicio. Recuérdense que les dije, cuando estábamos reunidos allí, en Tropas, seleccionando el personal que íbamos a mandar a Chile. “Esto va a ser como Quang Try.”»

Y así, en efecto, se le puso de nombre: Operación Quang Try.

Circa 9 de septiembre de 1973. Patricio se reúne con Allende en su residencia de Tomás Moro. Ofrece por última vez cualquier ayuda que necesite del personal cubano bajo su mando. El tozudo presidente chileno la rechaza. Agradece el gesto de los hermanos cubanos, pero no puede aceptarlo.

11 de septiembre de 1973. Patricio vuelve a reunirse con Allende, ahora en el Palacio de La Moneda. Lo acompaña Antonio Tenjido, otro veterano de los tiempos de las Tropas Especiales. Allende, en tono enérgico, les dice que no quiere cubanos allí. «Vamos», es lo último que Patricio le oye decir al presidente. «Vamos, que los van a matar. Fuera.»

Fidel está en Nueva Delhi, donde ha aterrizado luego de una breve estancia en Bagdad. Indira Gandhi le ofrece una cena en el hotel Ashoka. Tras los discursos de rigor, una degustación de platos típicos y el disfrute de varios grupos folclóricos, aproximadamente a las 9.05 entra al salón el jefe del sector de prensa y propaganda del Partido cubano, Orlando Fundora, que susurra al oído de Fidel que se ha iniciado (9 AM de Chile) el golpe de Estado contra Allende. Dijo, exactamente: «Acaba de ser derrocado Allende en Chile.»

Fidel apresura los rituales de la despedida con Indira y decide partir hacia Vietnam a la mayor brevedad. Se hallan, según sus propias palabras, ante «un escenario nuevo». De ahí la necesidad de tomar medidas excepcionales: reducir en días el viaje a Vietnam, eliminar el recorrido ulterior y cambiar la ruta de regreso a Cuba.

11 al 13 de septiembre de 1973. Harald Edelstam, el embajador sueco en Santiago negocia la evacuación de los cubanos y convenia que el mismo ejército chileno aliste la caravana de cuatro ómnibus dentro de los cuales alojan al personal cubano y los conducen hasta el aeropuerto, un embajador occidental (también agenciados por Edelstam) a bordo de cada ómnibus a modo de protección diplomática. Para cualquier eventualidad que se presente en el camino y que no logren contener el escudo humano montado por el sueco, los cubanos han embutido suficientes Kalashnikov en una docena de las intocables valijas diplomáticas. Patricio va en el primer ómnibus y con su mirada de águila va registrando cada rescoldo del camino, presto a dar la orden de combate. El cierre de la caravana está compuesto por un Mercedez con placa de la embajada cubana y un camión del ejército chileno, atiborrado de soldados. Es el Mercedez de Juan Carretero, uno de los cuadros decisivos de la inteligencia cubana en América Latina y que ha convertido a Chile en trampolín de sus operaciones subversivas. Conduce él mismo. A su derecha, el capitán Enrique Montero. Detrás va un guardia chileno, armado hasta los dientes, y un coronel llamado Uro Domic (¿o Dominiq?) Al llegar al aeropuerto, antes de apearse, Carretero extrae las llaves del encendedor y se las entrega al coronel. «Te lo regalo», le dice. «Los papeles están en la guantera. Déjame firmártelos.»

El Ilyushin Il-62 de Aeroflot hizo escala en Lima. El 14 estaban en La Habana. Una foto recorre las primeras planas de todos los periódicos del mundo: el embajador Mario García Incháustegui con el brazo en cabestrillo, quebrado por un balazo de los militares chilenos la mañana del golpe de Estado (ya habían liquidado la resistencia en La Moneda y convinieron seguir la fiesta con un asalto a la embajada cubana cuando el fuego cerrado de sus defensores los devolvió a la realidad y recularon; algunas bajas desperdigadas en las calles aledañas a la legación y convulsionando por el ametrallamiento de los Kalashnikov). El mismo empaque diplomático, o quizá aún más severo, por las gruesas gafas de pasta, y ahora siendo el héroe de terno oscuro, cuello y corbata que descendió por la escalerilla al frente de su hosca centuria de descamisados que dejaron en Chile un reguero de mujeres enamoradas y un pasadizo secreto en el sótano de la embajada repleto de Kalashnikov y lanza cohetes antitanques RPG-7, más un quirófano de campaña.

Un custodio fortuito para el arsenal. Obligado por las circunstancias, el chileno Max Marambio, exjefe del Grupo de Amigos del Presidente —la escolta paramilitar de Allende— y muy vinculado a Cuba— se ha refugiado en la sede apenas escuchada de la noticia de la asonada y debe quedarse a solas en el recinto. Las circunstancias son que lo golpistas no lo admiten entre los evacuados. Antes de partir hacia el aeropuerto, sus compañeros cubanos se vacían los bolsillos de todo el dinero que trae cada uno encima y hacen una colecta, con sombrero y todo, para que «vaya tirando». Patricio, que ha dirigido con éxito la defensa de la embajada, tiene el gesto, siempre simbólico entre los combatientes revolucionarios, de entregarle su pistola. Una espléndida Browning High Power de 9 milímetros. Entre los abrazos de despedida, otra vez resurge Edelstam en su papel de Ángel de la Guardia. Se compromete a mantener a Marambio bajo su protección —«siempre y cuando no se salga de los predios cubanos», advierten los chilenos— y cubrir sus necesidades básicas. Diez meses más tarde, logrará el preciado salvoconducto y sacar a Marambio hacia Estocolmo. Supuestamente en ese tiempo y con la colaboración de un fantasmagórico movimiento clandestino, todo el armamento es extraído del lugar y puesto a salvo en las mejores manos. Mas el camino final que Marambio le reservó a la Browning de Patricio es un enigma.

Regresemos en un lento paneo hacia la izquierda de la imagen. Un extraño desprecio en el rostro de Patricio de la Guardia es perceptible aún en la borrosa fotocopia. La tensión no abandona a Patricio. Hay como una mirada llena de dudas mientras repasa con su mirada por encima de todos los presentes. Desconozco si Patricio recuerda esta foto. Si es capaz de volver en su memoria a ese momento. Pero habría que preguntarle qué significado tiene para él después del fusilamiento de su hermano gemelo, de su condenen a 30 años de prisión —y de que tuviera que cumplirlo hasta el último día— y el permanente acoso de los servicios de seguridad, que todavía no le pierden ni pie ni pisada. (Innecesario detenernos aquí en los pormenores de la célebre Causa # 1 de 1989.)

Bueno, ese fue el hombre que el pasado domingo 10 de septiembre fue visitado por una comisión de altos oficiales del Ministerio del Interior que solicitaban su asistencia a los actos que organizaba el Ministerio por el 50º aniversario del golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende. Me imagino que se consideraban a sí mismos magnánimos y de mucho tacto político al tratarlo de general. Se trataba de invitarlo a esa conmemoración y querían hacerle ver que su presencia le daría «lustre» a «la actividad». «¿Qué?» Tengo entendido que Patricio lo preguntó varias veces. Como si las interrogantes fueran cortadas a navaja. «¿Qué?» El desprecio de vuelta a su rostro. Visceral. Sanguíneo. «¿Qué dicen ustedes?»

martes, 12 de septiembre de 2023

«Ochoa creyó que podía sustituir a Fidel Castro»


Por Graziano Pascale

Desde el año 1994, reside en Miami el escritor cubano Norberto Fuentes.

No es un exiliado más en Estados Unidos, porque a diferencia de la mayoría de sus compatriotas que emigraron a en Estados Unidos en los últimos 50 años por no compartir la dictadura castrista, él fue un miembro activo y adherente desde el primer día de la revolución que comandó Fidel Castro. Participó como tal en episodios muy importantes, desde su génesis hasta mediados de los años 90.

En una extensa entrevista concedida a CONTRAVIENTO, Norberto Fuentes explicó los alcances de su participación en aquel movimiento, y las razones por las cuales tomó distancia del régimen de Fidel Castro.

Sigue una síntesis de la entrevista, cuya versión completa puede verse aquí.


- ¿Qué hechos precipitaron su salida de Cuba?


- Todos aquí han participado de la Revolución. Todos, todos, todos. Yo le decía una vez a Rubén Batista, el hijo de Fulgencio (NdR: el dictador Fulgencio Batista, depuesto por la revolución de Castro), que me lo entreviste aquí, que al final todos hemos terminado en las playas de la Florida. mirando hacia Cuba, diciendo, mira que el que vienes es mi amiguito, mira que es mi amiguita. Todo el mundo dice de alguna manera que cuando ellos vinieron aquí, es porque la revolución cubana se terminó cuando ellos vinieron. Es decir, todo el mundo tiene como el fin de la revolución cubana, cuando ellos vinieron. Hasta ese momento ellos participan en la revolución cubana, con alegría, con entusiasmo. Y de pronto pasa algo que los decide a venir para acá.

- Pero no todos son impulsados por el mismo motivo. En su caso, ¿cuál fue ese motivo?

- Es verdad. No todos vienen por el mismo motivo. En mi caso, francamente, yo necesitaba escribir. Necesitaba el tiempo de vida que me pueda quedar para escribir. Tú como artista, como escritor, comienzas a preocuparte por tu obra. Y yo como escritor tenía una obra pequeña. Todo comenzó con "Condenados de Condado", donde vuelco lo vivido como reportero en los combates en la Sierra del Escambray contra elementos contrarrevolucionarios.

- Con ese libro comienzan sus problemas.

- Sí, yo me lo busqué. Nosotros decíamos mucho en nuestro grupo que nunca fuimos inocentes, ahí nadie inocente. El libro es la crónica de la lucha de los contrarrevolucionarios , y cómo los enfrentaron las fuerzas de Castro. Mis problemas eran problemas políticos. Cualquier cosa que pase en una revolución como la cubana, que fue foco de atención mundial, tiene una dimensión enorme.

- Pero curiosamente ese libro gana el Premio Casa de las Américas. Es curioso que la reacción contraria provenga de quienes le dieron el premio.

- Hay que estar dentro del potaje para darte cuenta de cómo son las cosas. La gente creía que la Revolución venía ya hecha desde arriba, que todo lo que pasaba estaba planificado. Pero es todo lo contrario. La Revolución era un animal político, con fuerzas que tiraban hacia un lado y hacia otro. Mi libro fue la respuesta a una bronca anterior que yo tenía de meses antes. Yo llegué a ser, siendo muy joven, el periodista más importante de Cuba. Creé la base de lo que fue llamado, en paralelo con lo que hacían algunos periodistas americanos, el "nuevo periodismo". Me recorrí la isla completa, me metí en todos los lugares, participé en todas las campañas militares a las que pude ir. Pero estaba muy ligado a un grupo de la antigua juventud socialista, que entró en conflicto muy serio con la dirección de Fidel.
Yo era amigo de ellos, y soy leal con mis amigos. Puedo analizar políticamente las cosas, pero me guío más por las emociones, por la pasión, como es propio de un artista. Entonces decido vengarme. y lo hago ganando el Premio Casa de las Américas, porque hasta ese momento yo no era considerado un escritor, era considerado un periodista. Hasta ese momento no había conflicto intelectual en el país. Yo lo inventé.

- Este desencuentro con la Revolución fue seguido por otro, el llamado "Caso Padilla", en el que el escritor Heberto Padilla, luego de más de un mes de prisión, hace una autocrítica pública sobre una supuesta actitud suya contraria a la Revolución, siendo seguido por otros escritores que también se humillan en público. Usted fue el único que no acompañó esa postura. Ese episodio fue seguido en Uruguay por la cobertura del semanario Marcha, a través especialmente de Ángel Rama. ¿Qué consecuencias le trajo?

- El semanario Marcha, al final, se portó muy mal, porque al final abandonaron a los escritores y se decantaron por la Revolución. Rama se portó muy bien. Siempre fue muy leal conmigo. Fue muy valiente. Había problemas había en Cuba y queríamos tener el derecho a discutirlos. Fidel nos quería quitar ese derecho a discutir. Yo era el último rebelde sin causa.

- Otro episodio que marcó el último tramo del régimen de Castro fue el de los fusilamientos del general Ochoa y del coronel De la Guardia, amigo personal suyo.

- La causa de Ochoa tiene que ver con el antes y el después que significó Angola. Ochoa perdió contacto con la realidad. Él creyó que podía sustituir a Fidel Castro. Y lo creyó a un nivel muy tonto. Se podría decir que ya estaba fusilado cuando cayó en ese error.

lunes, 11 de septiembre de 2023

Expectativas

El periodista y escritor (y exsenador) uruguayo Graziano Pascale me envía este breve clip como avance de la entrevista que tuvimos —y él grabo— para su portal de Youtube Contraviento TV y me solicita que lo distribuya entre mis amigos para «crear expectativas». Pues aquí está. A crear expectativas se ha dicho. Y para alimentar la expectativa, cliquee aquí.

miércoles, 26 de julio de 2023

El capitán Sosa

Al fondo, Norberto Fuentes y el capitán Sosa. Delante, Alcibiades Hidalgo y "su novia de entonces" (según NF). Copyright ©️1989, 2023 by Norberto Fuentes. Prohibida la reproducción.

Tomado del blog El Fogonero, de Camilo Venegas

Mi padre, quien hubiera cumplido 97 años hace tres días, era un hombre lleno de contradicciones. También fue el hombre más temerario de la historia, si delegaran en mí la responsabilidad de elegir al hombre más temerario de la historia. Uno de sus más entrañables amigos fue el capitán Sosa.

Cada vez que pasaba por Manicaragua en su Gaz 69 de cuatro puertas, el capitán Sosa hacía una parada obligatoria en casa de Serafín. Primero se bebían una botella de Decano y luego se iban a almorzar al ranchón que estaba en las afueras del pueblo. Solo los oí hablar de dos temas: las mujeres y el Escambray.

Un día me puse a jugar en su cuatro puertas y lo desenganché. Ya me iba calle Oriente abajo cuando el capitán Sosa logró alcanzarnos. “Camilito, cojones, te dije que no tocaras los cambios —me regañó después de recuperar el aliento—. Juega todo lo que tú quieras, pero no toques los cambios”.

Elda, una vecina, lo regañó a él. Le dijo que era una irresponsabilidad dejarme solo en el vehículo. “Ese niño ya es un hombre”, le respondió el capitán Sosa mientras regresaba al quicio donde bebía con mi padre. Aquella escena, que vi por el espejo retrovisor, me llenó de orgullo.

Hoy, mientras chateaba con Norberto Fuentes, le hablé por primera vez del capitán Sosa. Le dije que él, mi padre y Sergio Corrieri, solían irse de pesquerías a Casilda y de cacerías por las montañas que rodeaban la casa de Daniel Peña, en Veguitas, cerca de Jibacoa.

También le conté que, cuando mataban un puerco en casa de Daniel, se sentaban en la misma mesa vencedores, vencidos, actores y mi padre, a quien aún hoy me siento incapaz de clasificar (él siempre será para mí el personaje de Big Fish, mi más importante punto de contacto con Tim Burton).

Norberto se tomó su tiempo para responder. Lo cual me llamó la atención, porque cuando él chatea dispara en ráfagas. “El viejo Sosita. Tipo empingao. Ahí lo tienes a mi izquierda”, escribió como pie. Fuentes y Sosa son los que están al fondo, más cerca de la motoniveladora que de la cámara.

—¡Cooooooooooooojoooooooneeeeeeeee, ese mismo! —fue mi respuesta.

Según Norberto, el capitán Sosa, Emiliano Sosa Cruz, murió hace años. La última vez que lo vi, era todavía como en la foto. Se burlaba de todo y, para beber a fondo, se quitaba las botas. Le gustaba sentir la frialdad del piso. “Manías que tiene uno”, le dijo una vez a Elda, la vecina de mi padre, que a veces los acompañaba.

Le agradecí a Norberto esa sorpresa como el mismo entusiasmo que un día le di las gracias por su libro Condenados de Condado, que me sigue pareciendo el mejor que ha escrito su generación. Mi padre hubiera cumplido 97 años hace tres días, pero no fue hasta hoy que lo celebré de la mejor manera.

¡Felicidades, Papi!

jueves, 13 de julio de 2023

El pasado no existirá

Filiberto Castiñeiras era coronel del Ministerio del Interior (MinInt) y ayudante de Pascual Martínez, que era general de división y viceministro primero de la institución. Desde esa posición, Filiberto tuvo un acceso privilegiado a los días iniciales de lo que hoy se conoce como los procesos de 1989. Se iniciaron con la Causa Número 1, que concluyó con el fusilamiento del general de división Arnaldo Ochoa, el coronel Antonio de la Guardia y sus respectivos ayudantes, el capitán Jorge Martínez y el mayor Amado Padrón. Después, casi toda la alta oficialidad del Ministerio sería encarcelada e incluso algunos sucumbieron en circunstancias muy misteriosas. Castiñeiras también fue puesto tras las rejas y, años más tarde, al recibir una irrisoria libertad condicional, logró salir clandestinamente de Cuba, en una balsa, y llegar a la Florida. Este es el relato de un episodio de aquellos días iniciales.


34 AÑOS DESPUÉS

Por Filiberto Castiñeiras

El fusilamiento, en la madrugada del 13 de julio de 1989, hizo enmudecer a simpatizantes y detractores. Para los que de alguna forma vivimos aquellos momentos, no se borran de la mente las imágenes, las voces, los detalles.

En el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MinFar), se venían desarrollando diariamente, a las tres de la tarde, reuniones de análisis con motivo de lo que repentinamente se denominó «movimientos sospechosos» de embarcaciones en la zona de Varadero (en la península de Hicacos, unos 120 kilómetros al oeste de La Habana) que —se suponía— habían sido detectados por la propia contrainteligencia del Ministerio del Interior —y, lo más alarmante, según las informaciones que estábamos recibiendo, por el servicio de Guarda Costas americano, a través de los canales abiertos entre ellos y nuestras propias Tropas de Guardafronteras.

En las reuniones participaban algunos de sus más encumbrados oficiales y por el MinInt, el propio ministro, general de división José Abrantes; mi jefe inmediato Pascual Martínez, en el cargo que se denominaba primer sustituto; el jefe de la Dirección General de Contrainteligencia, el también general de división Manuel Fernández Crespo. Pero pronto comenzaron unas maniobras inexplicables. En los momentos de las más difíciles decisiones, Abrantes fue enviado por Fidel a México para llevar algún mensaje al presidente Salinas de Gortari.

Ahora era Pascual el que llegaba a mi oficina. Había entrado por la puerta trasera, después de dejar el ascensor que utilizaba el Alto Mando.

Venía con varios files bajo del brazo y cara de inusitada impotencia y desesperanza —si se me permite la descripción. Serían las cuatro de la tarde aproximadamente.

Al entrar, se recostó a una larga credencia que se ubicaba frente al buró donde yo trabajaba y sin mirarme, con la vista perdida a través de los ventanales que tenía al frente, dijo: «Ahí acabo de dejar la cola».

Se refería al chequeo personal que la contrainteligencia del MinFar venía realizando a varios de los cargos más importantes del MinInt —el supuesto sacrosanto Alto Mando.

Seguía sin mirarme, perdido en su pensamiento.

«Estamos metidos en esto hasta aquí», dijo por fin, con su mano derecha puesta horizontalmente a la altura de la nariz.

«Hay una propuesta de fusilar a diez, por lo menos. Hay quienes están pidiendo doce.»

Fui yo el que me quedé en una pieza esta vez. Me había mantenido de pie todo el tiempo y ahora me recostaba lentamente a mi buró.

Todos los movimientos de embarcaciones en esa zona del litoral habían sido autorizados. Los vuelos de pequeños aviones también estaban autorizados a entrar al espacio aéreo cubano por el MinFar a petición de la oficina del ministro Abrantes.

La realidad es que, desde el principio de los años 80, el comandante de la Revolución Ramiro Valdés, nombrado ministro del Interior por segunda ocasión, había emitido una «orden ministerial», donde autorizaba cualquier tipo de vía o acciones para burlar el bloqueo norteamericano.

Surgieron entonces los famosos lancheros. Estos personajes llevaban a Cuba tecnología y equipos de computación que en aquellos momentos no se podían conseguir de otra manera.

Entonces Pascual me dijo: «Dile a Nilda que traiga un cafecito y ven a mi oficina».

Nilda era una excelente y servicial mujer de tez oriental, pelo negro a la altura de las caderas, que atendía las labores de limpieza de todo el piso en que nos encontrábamos.

«La reunión vuelve a empezar a las 5», me dijo, a la espera del café. «En el vuelo que llega hoy de Panamá viene Márquez con una carta de Noriega. Ponte de acuerdo con Yoyi, para recogerlo en el aeropuerto y para que lo traigas al MinFar.»

Roberto Márquez era en ese momento el jefe del Departamento Operativo de Tropas Especiales y Yoyi —Jorge Lino Cancio Bello—, el oficial que se encargaba de gestionar las entradas y salidas de los casos operativos que, a su vez, entraran o salieran del país.

Tal cual, coordiné con Yoyi, recogí a Márquez en el aeropuerto, le expliqué las instrucciones, recogimos el sobre al pie del avión, y nos dirigimos al MinFar.

La tarde había sido de mal tiempo. Fuertes lluvias y vientos habían decorado la llamada Avenida Independencia (conocida regularmente por los habaneros como Avenida de Rancho Boyeros), con pencas de palmas, y hasta con el derribo de un poste del alumbrado, que recorrimos en silencio a lo largo de sus más de 7 kilómetros de culebreo hasta nuestro destino.

Llegamos al sótano del MinFar y ya nos estaban esperando. Después de saludar a los escoltas de Fidel, nos recibió Lorenzo, un joven, amable e inteligente oficial que era uno de los jefes de la escolta de Raúl, que nos acompañó hasta el cuarto piso.

Llegamos a una pequeña sala donde estaba Fidel, Raúl, Abrantes, Pascual y quizá alguien más que ahora no recuerdo.

Le entregué la carta a Pascual. Fidel vino hacia nosotros. «La carta de Noriega, comandante» dijo Pascual, extendiéndole la carta.

Fidel dio media vuelta y abrió el sobre y extrajo la carta. Una hoja con el sello de la República de Panamá y con no más de dos párrafos como todo contenido, según alcancé a ver a mi prudente distancia.

Fidel, sin levantar sus ojos de la carta, frunció el ceño, los labios apretados, y dio unos pasos hacia delante, como si leyera nuevamente.

Regresó y le dio la carta a Raúl, quien la leyó y a su vez se la pasó a Abrantes. De éste, a Pascual, y regresó a mí, con la instrucción de «llévatela y guárdala». Fue entonces en el camino a nuestra oficina que tuve oportunidad de leer el contenido de los dos párrafos. «Fidel el objetivo eres tú. Los gringos están detrás de ti.». El caso es que, a través de sus fuentes en la CIA y de vínculos americanos con el G-2 panameño, Noriega había obtenido la información pertinente. Tu nombre, Fidel, es el objetivo de la operación.

Comentábamos después en prisión (el Alto Mando del ministerio casi íntegro terminó allí), que esta alerta de Noriega fue el punto de no retorno en la decisión de fusilar a cuatro hombres.

Ahora había algo más que el argumento de algunas hipotéticas fallas de disciplina. Noriega, como decíamos, «había subido la parada». Noriega le había sacudido el piso a Fidel y le hizo darse cuenta de que esta era una oportunidad que los norteamericanos no iban a desaprovechar. Coger a Fidel con las manos en la masa… en el escabroso tema del narcotráfico.

Pero, desde luego, en posesión de esa alerta, él no iba a dejarse arrebatar el escándalo internacional. Esa sería su potestad. Y, a continuación, muy provechoso para el momento de crisis en el campo socialista, no perdería oportunidad para limpiar un ministerio del Interior cada vez más proclive a los aires de la perestroika.

Tenía que utilizar otra vez su astucia y su habilidad para cambiar la imagen del problema —como acostumbraba a hacer.

Para empezar, había que lucir inocente a todas luces, traicionado, engañado. Había que hacer sentir su poder, su cólera ante el engaño. Y, la única forma era tomar medidas drásticas con alguien incuestionable.

Su mejor general, su mejor estratega, uno de sus mejores y fieles compañeros. Y hacerlo acompañar rumbo al poste de ejecuciones por el condotiero emblemático de las Tropas Especiales del MinInt. Y, de paso, los ayudantes de cada uno de estos dos.

El fusilamiento —en su concepto— resultaba obligatorio.

En la foto, a mediados de los 70, desde la izquierda: el comandante Pascual Martínez Gil, jefe de Tropas Especiales; el primer teniente Conrado Rivera Guerra, jefe de la Segunda Compañía de la fuerza; el capitán Antonio Tengido González, oficial de Operaciones y una de las bajas cubanas más sensibles en Angola; el teniente Filiberto Castiñeiras Giadanés, ayudante de Pascual, y el legendario capitán Antonio de la Guardia, jefe de Operaciones. (Colección de Filiberto Castiñeiras. Copyright © 2023 Filiberto Castiñeiras. Prohibida la reproducción.)

lunes, 5 de junio de 2023

Un viejo libro revolucionario

Anuncio la salida de una edición aumentada —aunque con el material original intacto— de mi viejo y debatido Cazabandido.
 
 
Así como hubo una Bahía de Cochinos (o Playa Girón) y una Crisis de los Misiles (o Crisis de Octubre) en la etapa primaria tras el triunfo de la Revolución Cubana, esos años también se vieron marcados por la llamada «campaña del Escambray», la lucha de las fuerzas fidelistas contra los grupos insurgentes que, con ayuda de EE.UU. o sin ella, trataron de levantarse contra el nuevo régimen. Esos grupos, que inicialmente fueron parte de la operación montada por la CIA para apoyar la derrotada invasión de abril de 1961, estuvieron activos hasta 1966, año en que las milicias de Lucha Contra Bandidos capturaron al último alzado.

Norberto Fuentes cubrió para diversos medios esa campaña, experiencia que lo puso en camino para convertirse años después en el cronista de la Revolución Cubana. Su libro Condenados de Condado (1968), premiado y castigado en Cuba está basado en estos acontecimientos. Cazabandido, en cambio, fue publicado casi de manera clandestina en Uruguay en 1970, sin autorización oficial cubana, y cuando su autor vivía en el ostracismo por su primer título.

Cazabandido es el fiel e invaluable testimonio de la crudeza de la lucha que se vivió en la década de 1960 principalmente en la sierra del Escambray, donde los protagonistas y héroes no sólo son los cazadores sino también los cazados, un único ejemplo en la literatura revolucionaria cubana que deja a un lado los bandos y rescata la esencia de sus personajes.
 
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domingo, 28 de mayo de 2023

La decisión está tomada


27 de mayo 1987. El general Rafael del Pino se hace tomar esta foto por Laura, su mujer, en el interior de su apartamento en La Habana. Viste su uniforme de faena antes de que, en las próximas horas, la vestimenta se convierta en una reliquia personal. Es el propósito de su foto: despedirse del hombre que ha sido él mismo hasta entonces. 49 años de edad y 9 050 horas de vuelo en aviones de combate. Abril 1961. Invasión de Bahía de Cochinos. El bastón de un Lockheed T-33 Shooting Star bajo su control. El puño derecho cerrado sobre el bastón. Hundimiento de varios buques enemigos. Derribo de dos bombarderos Douglas B-26 Invader. 25 misiones de combate durante tres días de batalla. Octubre 1962. Crisis de los misiles. Designado asesor de aviación y defensa antiaérea de Fidel Castro. 1975-76. Guerra de Angola. Jefe de la actividad aérea angolano-cubana. As de ases de los pilotos de MiG-21 cubanos. Extraño. Muy extraño. La habitual afabilidad de su rostro está dominada hoy por una mirada a su vez de dureza y melancolía. Hay un rictus de ironía en los labios cerrados con firmeza. La incierta tentación de la libertad. (Todas las dulces esperanzas de su juventud agotadas por el mismo Fidel Castro.) Mañana él, Rafael, será noticia mundial cuando vuele desde un aeródromo cubano en una avioneta Cessna 402 y aterrice en una base aérea del sur de la Florida. La libertad en sus vísperas. De eso hace hoy, exactamente, treinta y siete años.

lunes, 24 de abril de 2023

Hubo una noche de felicidad


Desde la izquierda: persona no identificada (muy jodido el pie de foto que comience con una «persona no identificada»); Rafael Rojas, en su etapa de vindicación de los alzados contrarrevolucionarios del Escambray; Eliseo Alberto, bajo el abrazo protector de Norberto Fuentes y que se ha pasado la noche con esa seguidilla: «Cuídame, Norbertico, cuídame de los malos»; Norberto Fuentes, encantado de protegerlo; detrás, Jorge de la Fuente, profesor de Filosofía en la Universidad de La Habana de casi toda la concurrencia; aproximándose, Adriana Oller, mujer de Jorge; recostada a Norberto, la actriz Ivonne López Arenal, ¿existe una mujer más bella en el mundo?, y dueña de la casa y mujer de Mayito, el fotógrafo; recostada a su vez a Yvonne, Niurka de la Torre, pediatra, sicóloga y (como es de suponer, con esos dos títulos) mujer de Norberto; al fondo, el actor Jorge Luis Álvarez y la legendaria ballerina Rosario Suárez «Charín»; Alejandro Armengol cierra el semicírculo, siempre severo, siempre reflexivo y, como corresponde, ataviado de negro. Mario García Joya «Mayito» falta en la imagen, pero se impone en el escenario, por encima de todo, porque es la criatura que ha creado esta obra de arte, yo diría que perfecta, extraída de una ocasión al vuelo y de sus fulgores inherentes, que ninguno de los presentes advirtió aquella noche de noviembre de 2005.
norberto fuentes punto net (8/8/11)


El anuncio —este sábado 22 de abril— de la muerte del fotógrafo Mario García Joya, mejor conocido como Mayito, y a quien yo llamaba Mayombe —entre otras maneras—, me obliga a buscar en mis gavetas alguno de los muchos objetos de nuestra amistad desde los tiempos de la revista Cuba en los 60 y luego de nuestro reencuentro en el Miami del exilio. Aquí tienen una muestra. Una especie de nota sobre una foto suya publicada como obituario del poeta Eliseo Alberto Diego «Lichi», que se murió en México el 31 de julio de 2011. (Ahora es un obituario de uso doble.) La colgué en alguno de mis blogs el 8 de agosto de 2011 con ese título de «Hubo una noche de felicidad». La foto había sido tomada seis años antes durante una fiestecita en la casa del propio Mayito y su mujer, la actriz Yvonne López Arenal. De cómo un grupo tan heterogéneo se dio cita bajo el techo de los García-López es algo que escapa a mi memoria. Pero el dominio de esos colores entre ocres y amarillo rescatados de las brumas de una noche en el trópico —el de Miami—, y la gracia magistral de convertir un inocuo souvenir de un grupo de farras en una pequeña obra de arte por el simple gesto de hacer girar levemente la cámara hacia la izquierda y ganar toda la profundidad posible con su lente de ángulo ancho es lo que queda, lo que permanece.

Advierto que no he variado nada de la publicación original. Advierto también que la «persona no identificada» fue reconocida por un lector dos días después de su publicación. Yoela Chaveco, con el dato añadido que era hija de «alguien importante», un ministro, creo, dato si se quiere superfluo para un obituario. Última advertencia: Jorge de la Fuente era profesor de Filosofía Marxista Leninista.


El ojo del águila

Debido a la imposibilidad de que el Mayombe me responda ahora, acudo al fotógrafo principal de mi cófrade, Ernesto Fernández, en La Habana, vía WhatsApp, para cerciorarme de que la imagen fue obtenida con un lente de ángulo ancho. Responde por la misma vía: «Claro, nadie tiene un campo visual tan amplio. Tú puedes ver y hasta distinguir, pero, al objeto de tener resolución y foco tendrías que mover los ojos hacia los lados o de arriba abajo. Es decir, el asunto es la mácula de los ojos. El águila, el animal que mejor ve, lo logra, pero tampoco lo hace fijo. Logra capturar en su foco visual cualquier presa a la altura inmensa de su vuelo porque tiene dos máculas; es decir, en ese cuadro tan amplio que se ve, pero que no se define todo, ella logra capturar su presa porque dispone de dos máculas: una fija en la presa, que no la mueve, y la otra que mira constantemente en derredor del marco visual para evitar cual interferencia, y la otra firme, mantenida sobre la presa.»

Once objetivos (¿presas?) tenía Mayito frente a su lente cuando —primero haciendo panear su cámara como en un suave banqueo a las nueve en vuelo rasante— apretó el obturador. Habíamos salido a la terracita para la sobremesa y para la foto del grupo. Los cristales de la doble puerta de corredera a nuestras espaldas surgen ahora como una frontera en el tiempo. En una de las dos fotografías que precedieron a esta toma, se revela el apetito con que acometen el yantar la bonita muchacha hija (creo) del ministro y el riguroso ensayista Rojas mientras el filósofo marxista leninista concentra su atención al otro lado de la mesa en lo que parece ser una de las divertidas contiendas verbales entre Lichi y Norberto, Lichi admonitorio, Norberto —¿qué quieren ustedes?— riéndose. Quizá el lector necesite ampliar la imagen para captar esos detalles que ocurren frente a Alejandro Armengol y Niurka de la Torre (enseguida se une Yvonne López-Arenal, en la foto siguiente) y que les está provocando la misma diversión que al filósofo marxista leninista, puesto que lo que en apariencia ocurre detrás de ellos es en realidad el reflejo de lo que está ocurriendo delante. El siempre deslumbrante juego de los espejos. Pronto cruzaremos ese lindero espaciotemporal y nos moveremos hacia el otro lado de la frontera de cristal y entonces, muy elegantes nosotros, procederemos a la sobremesa donde se produce la foto de aquella noche de felicidad. Y con el Mayombe sin soltar su cámara.