viernes, 20 de mayo de 2016
Renace el Cisne
El proyecto de derrocar la Revolución Cubana a través de los medios electrónicos ha tenido siempre un fuerte contrincante en las apetencias del consumidor. La población nativa —oyentes, televidentes o internautas— se inclinan abrumadoramente por el rock o las telenovelas y (razonablemente) eluden los discursos políticos. Para ver oradores espectaculares resulta insensato buscarlos en el extranjero si Fidel les servía en casa unas sesiones de peroratas interminables que, pese a todo, a los cubanos les encantaban y hasta aceptaban aguantar bajo el sol abrasador de la Plaza de la Revolución con tal de escucharle cualquier tema (o los temas) que él líder revolucionario se dispusiera a desmenuzarles. Pero el empeño subversivo se ha mantenido desde una fecha tan temprana como 1960. Una planta de radio con el propósito de animar los alzamientos contrarrevolucionarios dentro de la isla fue montada enteramente por la CIA en las Islas del Cisne, frente a las costas de Honduras y a unos 750 kilómetros de la costa sur de Cuba. Yo no sé si en Langley guardan los archivos de las trasmisiones, pero la cantidad de veces que los vengativos ejércitos de la contra capturaban a Fidel Castro y merecidamente lo ajusticiaban, se convirtió en un boomerang propandístico. Y. no obstante, la idea de la maniobra se mantuvo hasta nuestros días. Y así las cosas, en los años subsiguientes, conocimos diversas denominaciones del proyecto, y la CIA y el Pentágono y la Casa Blanca, desoyendo igualmente la máxima irrebatible de Von Klausewitz: todos los generales se preparan para la guerra anterior. Esas últimas denominaciones fueron Radio y Televisión Martí. Llevan en eso, más de 30 años. Entonces aparece la última versión de las posibilidades tecnológicas aplicadas a la restauración contrarrevolucionaria o su propósito más acabado que es la invasión militar sin necesidad de gastar un solo hombre. Si acaso, prendemos la chispa de la insurrección y allá que se maten los cubanos. Luego desembarcamos tranquilamente y montamos nuestros negocios. El invento es la Internet, el de efecto inmediato: el Wi-Fi. Ya no cabe la menor duda que los cubanos se van a lanzar hacia sus pantallitas digitales sedientos, desesperados de la información que les va a brindar las empresas periodísticas “del norte”, o lo que es peor, de Miami, donde los oráculos son unos deslucidos vejetes tan ajenos a la era digital como el ultimo neandertal frente a un piano. Mas la Primavera Árabe brilla con un fulgor de aurora boreal en el horizonte. Por qué razón si hasta a Mubarak lo expulsaron del poder en Egipto, gracias al poder de los celulares, los cubanos no van a asaltar el Palacio de la Revolución al ritmo de una simple tecla de sus recién importados móviles. Además, fíjense incluso que los gobernantes cubanos no parecen darse cuenta del peligro y han abierto unos spots en La Habana para que los muchachos puedan conectarse allí a través de la maravilla insurreccional del Wi.Fi. Y ahí los tienen. Todos ellos concentrados en distintos puntos de la ciudad. Y, por supuesto, el Buro de Lucha Radioelectrónica es ajeno por completo a la actividad, y el robusto mulato del Departamento 40 que, vestido de paisano, se te sienta al lado y también trajina con su adminículo digital está mucho más interesado en lo que tú lees que en su propia pantalla. Bien pues, solo queda esperar. No sin olvidar (por aquello de la experiencia histórica) el año de 1960, en el que bastó con que Cuba hiciera sobrevolar el avión de más largo radio de vuelo que disponía en su Fuerza Aérea, un cachazudo C-47 de la Segunda Guerra Mundial, y diera dos pases sobre el diminuto atolón hondureño (no disponían de combustible para más), y regresaran a casa. Evacuación inmediata del personal dislocado en Islas del Cisne. Pero se estiman que siguieron trasmitiendo hacia la isla los mismos tapes de su avance arrollador hacia la capital del país hasta que ocurrió la debacle de Bahía de Cochinos, en abril del año siguiente.
Versión en italiano publicada el 19 de mayo de 2016 en La Repubblica como “La libertà di Cuba nelle notti illuminate dal wi-fi”, para acompañar el ensayo fotográfico “LA RIVOLUZIONE DEL WI-FI” de Valderio Berdino.
Foto arriba: el arriesgado aterrizaje —una pista en extremo corta y los permanentes vientos cruzados (tradewinds) por la derecha— en la Isla del Cisne, y para encontrarte solo coral, iguanas y unas cuantas vacas. Abajo: Una de las imágenes de la colección de Valderio Berdino. El rostro de un guerrero se mantiene como imagen emblemática de un país.