domingo, 28 de mayo de 2023

La decisión está tomada


27 de mayo 1987. El general Rafael del Pino se hace tomar esta foto por Laura, su mujer, en el interior de su apartamento en La Habana. Viste su uniforme de faena antes de que, en las próximas horas, la vestimenta se convierta en una reliquia personal. Es el propósito de su foto: despedirse del hombre que ha sido él mismo hasta entonces. 49 años de edad y 9 050 horas de vuelo en aviones de combate. Abril 1961. Invasión de Bahía de Cochinos. El bastón de un Lockheed T-33 Shooting Star bajo su control. El puño derecho cerrado sobre el bastón. Hundimiento de varios buques enemigos. Derribo de dos bombarderos Douglas B-26 Invader. 25 misiones de combate durante tres días de batalla. Octubre 1962. Crisis de los misiles. Designado asesor de aviación y defensa antiaérea de Fidel Castro. 1975-76. Guerra de Angola. Jefe de la actividad aérea angolano-cubana. As de ases de los pilotos de MiG-21 cubanos. Extraño. Muy extraño. La habitual afabilidad de su rostro está dominada hoy por una mirada a su vez de dureza y melancolía. Hay un rictus de ironía en los labios cerrados con firmeza. La incierta tentación de la libertad. (Todas las dulces esperanzas de su juventud agotadas por el mismo Fidel Castro.) Mañana él, Rafael, será noticia mundial cuando vuele desde un aeródromo cubano en una avioneta Cessna 402 y aterrice en una base aérea del sur de la Florida. La libertad en sus vísperas. De eso hace hoy, exactamente, treinta y siete años.