Mira, según Granma, cómo estaba el mundo el día que tú naciste. Y ni una palabra sobre el advenimiento de la producción de los compañeros Carlos de la Torre e Idelisa García.
Y te llamaron Niurka, porque sonaba a babé bolchevique. Sin imaginar que te nombraban con el diminutivo que se aplica a las Anniushkas en los alrededores de Moscú. Es decir, te llamaron Anita. Pero eso lo dominan pocos. Y tu nombre sigue susurrándose como el de una agente de la Cheka que avanza sigilosa en la nieve. “Nadie que sea una Doctora Niurka”, dice el poeta Raúl Rivero, “puede ser ignorada por los servicios clandestinos”.
Pero —dato importante para tu conocimiento— ese mismo periódico cuya primera plana es rescatada para esta celebración suele destacar los trabajos de un reportero de ya 22 años que tampoco tiene la más mínima idea del acontecimiento principal de la jornada, que es tu nacimiento. Tendrán que pasar 25 años, 2 meses y un día, hasta el viernes 7 de marzo de 1991. Entonces verá sobre un pálido rostro quizá levemente distante el resplandor de unos ojos que Modigliani acababa de dibujar y se dirá: ¿Y a quién tengo yo que matar para apoderarme de esta niña?