La entrevista de Juan Jesús Aznarez en El País del 8 de abril de 2007.
Fidel Castro es una fuerza de la naturaleza que colocó a Cuba en la geopolítica mundial, fusiló y encarceló a pedido de la revolución, se desembarazó de Ernesto Guevara cuando sospechó que habría de traicionarle y no vacilaría en sacrificar a su hermano Raúl, a quien abroncó frecuentemente, si le sorprendiera en alguna deslealtad. No le importa quién vaya a sucederle. "Yo fui el único que creyó en la posibilidad del comunismo cubano", afirma el comandante en La autobiografía de Fidel Castro, de Norberto Fuentes. Lejos de enaltecer o denigrar a Castro, el autor cubano lo interpreta a partir del triunfo de su revolución, en el año 1959. "Es la biografía que él no puede escribir sobre sí mismo, no puede llegar hasta donde llego yo, con sinceridad, y con la libertad que tengo para hacerlo. Lo conozco bien. Estuve con él, porque estuve en su revolución. Si alguien le cogió el pulso, fui yo", subraya el autor, residente en Miami, que dedicó buena parte de su vida a descifrar el pensamiento de Castro.
Norberto Fuentes (La Habana, 1943) perteneció al entorno de notables del régimen, y se le atribuye haber sido su comisionado en tareas políticas y de inteligencia, hasta que en el año 1989 es detenido durante las redadas de la denominada Causa 1, que culminaron con el juicio y fusilamiento de un grupo de jefes y oficiales del Ejército y del Ministerio del Interior, acusados de corrupción y narcotráfico, entre ellos su buen amigo el coronel Antonio de la Guardia.
El escritor pudo salir de Cuba en el año 1994 gracias, entre otros factores, a la mediación del premio Nobel colombiano y amigo de Castro Gabriel García Márquez. Antes llevó a cabo una huelga de hambre y fue balsero. Fuentes evade en su libro "los lugares comunes sobre la revolución y sobre Fidel: un dictador, un asesino con las manos manchadas de sangre... Por ahí no vamos a ningún lado. Se trata de entender un fenómeno, una fuerza de la naturaleza, que existe, que está ahí, que quedará permanentemente en la historia".
Pregunta. Puede ser que su autobiografía guste a Castro, ¿no?
Respuesta. Le debe gustar en cierto sentido. Digo, si aún conserva su sentido del humor. Y no es un libro que sea peyorativo. Es una interpretación de su carácter. Es un trabajo válido desde el punto de vista literario y de ensayo; sobre todo, del ensayo. Si coges la biografía que Edmund Morris escribió sobre Reagan (Dutch. A Memoir of Ronald Reagan, 1999), el autor introduce un personaje imaginario para poder explicar algunas cosas. Eso es mucho más falso que asumir la historia verdadera y contarla desde la perspectiva de Fidel Castro porque el problema está no en lo que ha hecho, que eso lo sabe todo el mundo, sino en el porqué, en el cómo, en lo que estaba en su cabecita. Y, sobre todo, en lo que se desprende de conversaciones íntimas. De lo que él me decía, de lo que le dijo a Raúl, de lo que le contó a Aldana [Carlos Aldana, secretario ideológico del Partido Comunista de Cuba (PCC) hasta su defenestración, en 1992], de lo que contaron otros, de lo que yo oí de éstos, y de su propia actuación.
P. ¿Le ha resultado difícil abordar su pensamiento, ponerse en su pellejo?
R. Bueno, yo no tengo su inteligencia. Es un hombre muy inteligente. Yo he tenido los resultados a la mano de lo que él ha hecho, pero nunca pude prever, ni tenía la posibilidad de ver las cosas que él vio. Y él ve mucho.
P. ¿No subyace en usted cierta admiración por el personaje que recrea?
R. Si hay admiración, es la admiración que él mismo se tiene. Y además con toda razón. Él puede tenerse toda la admiración que quiera.
P. Lo ha definido inteligente, pragmático y versátil.
R. Es un hombre fundamentalmente pragmático, una virtud de casi todas las revoluciones que han sobrevivido. Es ahí donde él se funde con la idea de la revolución, con el concepto universal de la revolución: todas las revoluciones van para adelante, para atrás, para la derecha, para la izquierda... Se adaptan al medio. No hay nada más darwiniano que una revolución. Y la cubana es leninista: una revolución vale lo que sepa defenderse.
P. El inventario de virtudes ya se ha dicho. ¿Y el de vicios?
R. Tiene muchos, pero él mismo le diría: ¿por qué mirar las manchas del sol? No vamos a valorar a Fidel Castro por sus vicios, sino por sus virtudes, por lo que ha sido su obra personal como gobernante. Yo diría también que el principal defecto es su educación gansteril, y por eso resuelve algunas cosas como las resuelve. No duda en fusilar a quien la revolución necesite fusilar.
P. ¿Fueron tan acusadas las disputas entre Fidel y Raúl?
R. Las broncas fueron de coger palco para verlas. La bronca ha sido siempre entre la ortodoxia de Raúl, un ideólogo, un comunista, y la pragmática audacia de Fidel, un luchador revolucionario con una obstinación por el poder. En los años ochenta, Raúl tenía grandes discusiones con Fidel sobre la perestroika (liberalización económica) y los problemas económicos de Cuba. Raúl era, y yo creo que lo sigue siendo, partidario de la perestroika y, de alguna manera, de la glásnost (transparencia). Las broncas corresponden a las luchas intestinas dentro de las fuerzas que mueven las revoluciones. Pero como la revolución cubana tiene tendencia a ocultarlas, ganan importancia cuando son reveladas.
P. Fidel Castro dice en su obra [refiriéndose a Ernesto Guevara]: "Entre mi deliberado propósito de enviarlo a la muerte..." (en el Congo o Bolivia). Dura acusación, ¿no?
R. Sí, lo mandó a matar. Pero Fidel realmente salvó al Che porque convirtió a un traidor en potencia en un santo de la iglesia revolucionaria.
P. ¿Es cierto que el Che temió ser asesinado en Cuba?
R. Sí. Todas estas escenas del libro son rigurosamente ciertas, minuciosamente registradas, y vienen casi siempre de alguno de los personajes que están ahí sentados. En el caso de los temores del Che, lo puedo decir ahora porque la información viene de alguien que murió: Víctor Pina, un viejo comunista.
P. ¿La URSS puenteó a Fidel Castro en la crisis de los misiles?
R. Le sorprendió la retirada de los misiles. Fidel siempre estaba exigiendo a Nikita Jruschov una declaración pública de que había un pacto militar entre Cuba y la URSS para evitar lo que pasó después. Pero Nikita lo que quería era monopolizar la crisis, que es lo que hizo y le quedó muy bien.
P. Castro escribe en su testamento que deja "la intrascendencia". No parece importarle qué vaya a pasar tras su muerte.
R. A Fidel le importa un carajo quién venga después. Apostar a lo que vayan a hacer las generaciones posteriores es una estupidez, es un problema de las generaciones futuras. Lo que está diciendo es: "Yo les dejo esta papa caliente, yo he pasado cincuenta años con ella en la mano y ni me he quemado; y ustedes están vivos por la enorme habilidad con que yo he sabido manejar este negocio. Somos hoy una potencia política, Cuba cuenta en todos los foros y nadie nos puede pasar por alto".
P. ¿Y qué pasará en Cuba tras su muerte?
R. Le voy a responder como Fidel Castro: es un problema de los que vengan. Cuando las revoluciones no son derrotadas, cuando no hay una restauración contrarrevolucionaria, pasa lo que pasó en China, en la URSS o en Vietnam después de la muerte de Ho Chi Minh (1890-1969). Que son etapas que se van dejando atrás. Todo se va normalizando. El único problema de Cuba hoy día es el problema económico, y eso se resuelve con dinero y con empresas mixtas y privadas.
Nota: El primer párrafo introductorio ha sido ligeramente editado.