miércoles, 2 de enero de 2019

A Omero Ciai, cuando era un niño


Omerucho precioso, hace 18 años, un día como hoy, salimos de Chihuahua —Niurkita, tú y yo— de regreso a Miami. Cruzamos la frontera por el puesto Oxinaga/Presidio y llegamos a San Antonio por la noche. Todavía recuerdo la cara de aquella bestia gringa del puesto fronterizo con nuestros pasaportes en la mano y mirando hacia dentro del Nissan Altima donde vio a Niurka en el asiento trasero arrebujada en unas mantas y sentados delante un tonto periodista italiano al lado de un todavía más tonto periodista cubano. Manejamos toda la tarde hasta San Antonio, donde pernoctamos en el segundo piso de un motel. Una gélida lluvia de invierno cubría San Antonio. Al otro día hicimos la pata final rumbo a Miami. Estuvo lloviendo hasta la entrada de la Florida, al caer la noche, donde paramos en un Denys de la carretera, y tú —frente a un plato de bacon con huevos— pronunciaste tu famosa frase de "Extraño a mi mamá." Llegamos a tu casa de Miami a las 3 AM. No sabes con la precisión que recuerdo los detalles de ese viaje ni tampoco tu expresión —a la ida hacia Chihuahua— sobre la carretera I-10 en el tramo entre San Antonio y El Paso y en medio del desierto de Sonora, cuando dijiste: "Yo estoy loco." Te acababas de dar cuenta de dónde estabas y en compañía de quién. Pero nada como la noche anterior cuando Niurkita pretendió meternos en una posada de coyotes mexicanos de Sonora para pasar la noche ya que le parecía adecuado el precio de 19 dólares. Todavía estuviéramos echando candela por el culo. Nunca hubo dos cristianos más apegados a su virginidad aquella noche cuando tú y yo rechazamos, rodilla en tierra, la propuesta de la compañera esposa mía. Y lo tengo todo grabado, Om. El problema es que la cinta se partió dentro del casete de video-8. Llevo rato buscando un laboratorio para que lo empate y haga la transcripción a un archivo digital. Bien, toda esta descarga por qué. Pues porque te estoy dando un año para que te pongas en shape y el año que viene repetir la aventura. Acaba de quitarte ese tubo de la nariz y sobre todo la cara de susto. Lo bueno del año que viene es que vamos a ser cuatro en la travesía. En esta oportunidad no seré yo el único hombre casado. Habrá Silvia además de Niurkita. Los gastos se compartirán de la misma manera que hicimos en aquel viaje de inicio del milenio. La parte cubana se encarga de los alojamientos, y la italiana de las comidas. En cuanto a la posada de los coyotes mexicanos de Sonora, las señoras estarán libres de elegir. Un poco más costosa la noche en el Holiday-Inn pegado a la interestatal I-10 pero será nuestro refugio.