PRIMERO EN MIAMI
La larga espera termina el pasado jueves 4 al ver recostado al travesaño inferior de la puerta el envío de Amazon. Al contacto de tanteo inicial sobre la envoltura de globitos plastificados ya uno sabe que es ABBA. El primer álbum grabado en estudio en 40 años. Ordeno silencio total en el hogar so pena de gastar un rollo de tape en el sellado de la boquita de Crocha (Niurka de la Torre, mi señora esposa) y el enrollado del hocico de Jerry Lee (el dueño de la casa) para disponerme al festín que me depara el reproductor de los compactos, y a sabiendas de que Agneta (la rubita, la de los dientes separados) pensaba en mi cada vez que grababa una de esas piezas en los estudios RMV de Estocolmo, cuando la primera noticia arriba a la pantalla del ordenador. Le tocó a Pablo. Al lindo Pablucho. Y sin respiro, a los dos días, el Gordo. Aunque ya este lo esperábamos; estaba muy malito y deliraba en la cama de un hospital. Se acabó ABBA y Agneta Fältskog y los otros tres suecos y a luchar conmigo mismo por esa misión que uno se impone de escribir sobre cualquier socio que le da por morirse. El problema es que, a cierta edad, los muertos de uno comienzan a apelotonarse en la cola. Tal parece que uno le oye decir: ¿Quién es el último? Y si uno va a dedicar el tiempo a estos menesteres de las necrologías, ¿cuándo rayos va a terminar con ese colchón de novelas y colecciones de cuentos, ensayos y reportajes? Además, problema mayúsculo, qué cualidades o asuntos enaltecedores detallar de esos amigos que en la vida real eran unos bergantes sin remedio, vagabundos, mentirosos, templones, dipsómanos, y con indoblegables tendencias a la delincuencia que, precisamente, era lo que más se admiraba de ellos. Difícil. Dura tarea la de los literatos supervivientes.
Es así que, hacia la época de preparación de mi libro sobre Fidel y los intelectuales y el caso Padilla, el volumen Plaza sitiada (Cuarteles de Invierno, 2018) que, sin tapujos de ninguna especie, les recomiendo vivamente, yo llamé a Raúl (ya residente en Madrid) y después a Pablo (en su casa de La Habana y aún reteniendo algún uso de la razón) al objeto de precisar ciertos datos sobre aquellos episodios, y grabé las conversaciones. La inversión de tiempo en la producción de obituarios se convirtió en la búsqueda de los casetes en mis archivos. Qué prodigio escuchar las conversaciones con los compinches, resucitar sus voces, en vez de forzar algunas mentiras piadosas y sobre todo políticamente correctas. Ah, esa risa tan contagiosa de Raúl. Esa fórmula tan entrañable que teníamos de tirotearnos con bromas y sandeces y de cubrir de insultos a la humanidad entera. Y ese Pablo, pobrecito, tan apagado, tan acobardado, pero siempre tan dulce, tan lindo.
En la foto, sostengo tres casetes, dos Maxell de audio, el primero, el de mi conversación con Raúl el 15 de julio del 2012, el otro, el de la conversación con Pablo el 19 de mayo del 2014. De modo que si ustedes tienen acceso —en este momento, y por siempre jamás mientras existan los recursos de la voz grabada— de esta dicha inesperada, escuchar a Raúl Rivero en la plenitud de su rabiosa existencia, me lo deben a mí.
Un tercer casete queda en la reserva. Es un Sony de video, de los ya anticuados Video-8, titulado en el lomo CAMPAÑA ELECTORAL. Se trata de un divertimento que grabamos durante unas elecciones para designar al presidente del Comité de Vecinos del llamado Edificio de los Generales. Yo era uno de los candidatos, por cierto. La grabación seguía el formato del Noticiero Nacional de Televisión y semejaba un reportaje sobre las irregularidades habidas en aquel proceso y su semejanza con las campañas políticas de la era republicana. El conductor del programa y entrevistador era Raúl Rivero. Habrá que esperar, sin embargo, a localizar y adquirir el equipamiento para digitalizar este tipo de casetes, primero para salvar este material único, y entonces liberarlo al público.
¿Me dejan regresar a mi empalizada de escritor indoblegable? A ver, que se abra esa gaveta del reproductor. A ver, Abbita, tu disco colocado en el alimentador. Agneta. Prepárate, Agnetita de mis amores. Ahí voy. Acaba de apretar el PLAY, coño.
Estos son los dos archivos de audio. El inicio de la conversación con Raúl Rivero se ha perdido o no fue grabado, así mismo se nota un corte abrupto al final. Gracias especiales a Pedro Schwarze por su colaboración.
Raúl Rivero y Norberto Fuentes
Pablo Armando Fernández y Norberto Fuentes