Del Consejo Superior de la Defensa y Soberanía de la República de Cuba.
Se asciende a General del Pueblo de Cuba
Al General de la Constancia Revolucionaria de Cuba Patricio de la Guardia Font
Por sus méritos y altruismo en la Defensa de la Patria e integridad para con ella.
Consejo Superior de la Patria
A los 6 días de junio del 2022.
Una broma, por supuesto. Cosa de viejos. Se lo envío el excapitán Guillermo Julio Cowley «Willy» a través de WhatsApp a su antiguo jefe Patricio de la Guardia (exgeneral) con motivo del 61º aniversario del Ministerio del Interior, el conocido Minín, este 6 de junio. Pero no son días fáciles para el Patri. Después de 30 años de cárcel por un delito aún por establecer y sometido por los muchachones que sustituyeron a hombres como él en el mando de la otrora orgullosa institución y además del fusilamiento de un hermano mellizo (ejecutado por los mismos nuevos muchachones), tiene que prepararse para que, a pocos días de la conmemoración de aquel episodio, es decir hoy, cuando escribo, 12 de junio de 2022, desfile por su memoria el instante en que uno de sus amigos, el general de división Pascual Martínez Gil, le diga en su despacho de viceministro primero del Interior, piso 7 del Edificio A del Ministerio (el del relieve escultórico del Che en la fachada), que los dos compañeros presentes a su espalda le van a conducir a Villa Marista, y agregue la pregunta de rigor de si está armado y él tengas la candidez («honestidad», creo que pensó) de decirle que sí, que el 38 bulldog en la tobillera, y tan contento que hubieras estado porque eran las vísperas de su cumpleaños (a Tony ya lo habían arrestado en la misma oficina de Pascual, cuando te tocó tu turno, una media hora antes).
Siempre tan alegres, cómo gozaban todos sus arreos militares, mochilas, Kalashnikovs, cuchillos MK2 Camillus, granadas, barba a medio afeitar (imprescindible en el «porte y aspecto» de unos comandos que se respeten), hilos de degollamiento, botas Corcoran, espejuelos de aviador (no menciono marca), relojes submarinos (tampoco menciono marca) y la introducción en el teatro de operaciones cubano como pantalón de campaña de los invencibles jeans Levis. En este sentido, en el de convertir las operaciones especiales en un acto sublime, y en cada gesto y atuendo en un detalle de elegancia, el indiscutible era el mayorcito de los mellizos: Tony. ¿Ustedes no lo han visto en la portada de Dulces guerreros cubanos? Ese no es un hombre que hace fuego en ráfaga continuo —«manguerazo» como le llamaba Fidel Castro, que se auto proclamaba inventor de esa modalidad de tiro— hasta agotar los 40 proyectiles calibre 7.62 trazador de un cargador de ametralladora ligera RPK adaptado al AK-47. Eso es ballet. Miren. Miren la foto. Qué manera de ser bonito ese muchacho. Era bonito hasta tirando a matar.
Siempre guardaré un reconocimiento especial para Tony, el veterano de Tropas Especiales, que —en víspera de mi aterrizaje en Angola— me proporcionó una especie de adiestramiento teórico para la supervivencia en condiciones de «territorio inhóspito», además de medias de lana, botas de infantería y un consejo: «Lo principal, Norber One, es mantener sanos los pies y vaciar las tripas cada mañana.» Era el ideal, explicaba. No presentarse en misión de combate con el estómago cargado. Es la condición principal para iniciar una marcha o abordar los helicópteros. «Ligero, Norber. Ligero. Óyeme lo que te digo. Always light. Los pies, igual. Que te permitan llegar a cualquier sitio, emprender las caminatas. Lavados. Entalcados.» Sin embargo, muchos de estos preciosos conocimientos para la lucha de supervivencia en la selva —«jungla», según él— no tuvieron necesidad de aplicarse, aunque las medias y las botas sí resultaron de suma utilidad. Aquellas botas eran un tesoro. Unas Corcoran legítimas. Duraron como dos años de campaña. Y allá abajo. En las tierras del fin del mundo. La partiste, broder. La partiste completo.
Se convirtieron en unos expertos, si bien Patricio más exigente, justamente acentuado por un rostro de trazos agudos, de nariz afilada, un aguilucho con las huellas del acné juvenil, y Tony un bohemio y un soñador al que a veces costaba lo indecible devolverlo a este mundo. Tú sentías como se volvía ingrávido a tu lado. Se disparaba a soñar con los ojos abiertos no importa que los obuses le picaran a una cuarta. Dice Patricio que no hay noche que Tony deje de aparecérsele en sus sueños. Puedes ustedes preguntarse ahora cómo habrá sido para Patricio de la Guardia la experiencia de ver cerrarse los dos portones de hierro de la prisión de Guanajay donde Fidel Castro habría de virtualmente lapidarlo durante 30 años. Acababa de cumplir, con su hermano, 51. Han pasado 33 años desde entonces. Hoy cumple 84. En el caso de Tony, los números dejaron de tener sentido práctico. Arrestado el 12 de junio hacia las 8.30 PM y fusilado el 13 de julio un poco después de la medianoche. Me pregunto cómo habrá sido el intercambio de miradas con Arnaldo Ochoa, si es que les dieron chance. Dicen que Ochoa fue el último de los cuatro. ¿Y qué consuelo podría haberle brindado Arnaldo a Tony con su desmedida arrogancia y el inusitado desprecio por la vida que mostró durante todo el proceso? Por su parte, Amadito Padrón, el subordinado de Tony, le suplicaba a gritos: «¡Tony, por Dios, no dejes que nos hagan esto!» Y Jorge Martínez, el infeliz capitancito ayudante de Ochoa, trataba de escapar en carreritas cortas que eran detenidas por unos forzudos miembros de las Tropas de Prevención (la Policía Militar cubana) tratando de ganar distancia del poste de ejecuciones mientras el fiscal Juanito Escalona y el jefe del pelotón, el todavía coronel Tomás Mesa (que pronto habría de aplicarle el tiro de gracia), le decían en turnos alternativos: «Compórtese, Martínez.» La historia universal de la infamia tuvo la duración de un mes.
Se convirtieron en unos expertos, si bien Patricio más exigente, justamente acentuado por un rostro de trazos agudos, de nariz afilada, un aguilucho con las huellas del acné juvenil, y Tony un bohemio y un soñador al que a veces costaba lo indecible devolverlo a este mundo. Tú sentías como se volvía ingrávido a tu lado. Se disparaba a soñar con los ojos abiertos no importa que los obuses le picaran a una cuarta. Dice Patricio que no hay noche que Tony deje de aparecérsele en sus sueños. Puedes ustedes preguntarse ahora cómo habrá sido para Patricio de la Guardia la experiencia de ver cerrarse los dos portones de hierro de la prisión de Guanajay donde Fidel Castro habría de virtualmente lapidarlo durante 30 años. Acababa de cumplir, con su hermano, 51. Han pasado 33 años desde entonces. Hoy cumple 84. En el caso de Tony, los números dejaron de tener sentido práctico. Arrestado el 12 de junio hacia las 8.30 PM y fusilado el 13 de julio un poco después de la medianoche. Me pregunto cómo habrá sido el intercambio de miradas con Arnaldo Ochoa, si es que les dieron chance. Dicen que Ochoa fue el último de los cuatro. ¿Y qué consuelo podría haberle brindado Arnaldo a Tony con su desmedida arrogancia y el inusitado desprecio por la vida que mostró durante todo el proceso? Por su parte, Amadito Padrón, el subordinado de Tony, le suplicaba a gritos: «¡Tony, por Dios, no dejes que nos hagan esto!» Y Jorge Martínez, el infeliz capitancito ayudante de Ochoa, trataba de escapar en carreritas cortas que eran detenidas por unos forzudos miembros de las Tropas de Prevención (la Policía Militar cubana) tratando de ganar distancia del poste de ejecuciones mientras el fiscal Juanito Escalona y el jefe del pelotón, el todavía coronel Tomás Mesa (que pronto habría de aplicarle el tiro de gracia), le decían en turnos alternativos: «Compórtese, Martínez.» La historia universal de la infamia tuvo la duración de un mes.
Arriba: En el área cubana del aeropuerto de Luanda, verano de 1988, desde la izquierda, con barba, Alcibiades Hidalgo, jefe del despacho político de Raúl Castro; Jesús Arbezús, funcionario de alto rango de la cancillería cubana; el general Patricio de las Guardia, jefe de la Misión Especial del Ministerio del Interior en Angola, y el coronel Antonio de la Guardia, jefe de la dependencia MC de la Inteligencia Cubana.
Abajo: Sobremesa con el general Ochoa en la residencia de Patricio en Luanda, probablemente en diciembre de 1987.
Las cinco capturas de video y las dos fotografías: Copyright © 2022 by Norberto Fuentes. Prohibida la reproducción.
Abajo: Sobremesa con el general Ochoa en la residencia de Patricio en Luanda, probablemente en diciembre de 1987.
Las cinco capturas de video y las dos fotografías: Copyright © 2022 by Norberto Fuentes. Prohibida la reproducción.