Jerry Lee Lewis
Septiembre 29, 1935 — Octubre 28, 2022
Como dijo el Presidente Carter cuando Elvis murió: «Estados Unidos ha perdido una parte de sí mismo». Pues bien, hace apenas un rato, en su casa del condado DeSoto, en Mississippi, al sur de Memphis, nuestra generación acaba de perder al último de sus gigantes. Ahora sí nos quedamos solos de verdad. Una banda de esmirriados viejitos empeñados en enfundarnos dentro de unos ridículos jeans. “Pero que nos quiten lo bailao, brother”, hubiera dicho Jerry Lee Lewis de ser cubano. Por cierto, buenos Cohibas que se fumaba. No solo se casó siete veces y una de ellas con Myra Gale Brown, la primita de 13 años y además cometió el sacrilegio de decir que no se imaginaba a Cristo desmelenándose en un escenario mientras interpretaba su emblemático «Whole Lotta Shakin´ Goin´On», sino que rompía el bloqueo decretado por Washington contra los productos cubanos. ¿Myra? Déjenme decirles que la niña también se las traía; fíjense que cuando un reportero le preguntó si no era demasiado joven para haberse casado, respondió: «Oh, no. De ninguna manera. La edad no importa de donde yo vengo. Tú te casas a los 10 si encuentras un marido.»). Oíganme, con chiquillas como esas, un Cohiba en mano y un piano para golpear, ¿qué oferta mejor puede ofrecer el cielo? Jerry Lee, a algún sitio debes estar llegando mientras yo escribo este, mi homenaje. No creo que te importe mucho si es el cielo o el averno. Lo que te importaba, según tú mismo asegurabas, es hacer la travesía arremetiendo un buen, incontenible rock and roll, duro, sin piedad, contra esas teclas, y darle con los dedos, con el puño cerrado, con los tacones, con el culo, y patear la banqueta. ¿Qué otra cosa puede ser el paraíso? Lo tuvimos aquí. En la Tierra. Caramba, parece un verso de «La Internacional». Aunque, eso sí, para acompañar con batería y guitarra eléctrica. Ya el Killer está sobre su Wurlitzer. Oh, yeahhhh!!!