martes, 29 de noviembre de 2022

Donde el Post Scriptum es más importante que el texto central


Una para los campeones de la industria de las pymes & cierta nostalgia para apoyar su voluntad empresarial ahora que están trasegando hasta con decenas de contenedores entre Santo Domingo y Cuba. Pero las cosas pueden ser mejores. Directo con los americanos. Googleen con estas palabras claves:

PALM BEACH PORT RAILROAD HISTORY

Diversos portales contienen unas especies de cantos a las bondades del puerto de Palm Beach, en una época en que el paisaje, al otro lado de la corriente del Golfo, no contaba con Fidel Castro y aunque el trasiego de vagones de ferrocarril —Although switching rail cars—, a los numerosos apartaderos industriales alrededor del Puerto —to the various industrial sidings around the Port— ha sido siempre importante y es ahora la principal función del ferrocarril portuario —has always been important and is now the main function of the Port railway—, en un tiempo el servicio al ferry de carros de La Habana fue la más importante operación de trenes del puerto —at one time the Havana Car Ferry [etc]— ¡Ah, La Habana —Ah, Havana!

Los vagones, 26 por viaje, cargados de mercancías norteamericanas, eran enganchados a bordo de los ferrys que consumían una noche para llegar a la capital de Cuba, de donde eran sacados para poner sobre las líneas cubanas y cambiarse para el viaje de regreso con los vagones de productos de la isla. Se convirtió en un servicio tan popular que en los últimos años se necesitaron hasta cinco buques para manejar el tráfico, que en ocasiones vio salir hasta 80 vagones en un día.

El servicio era operado por la West India Fruit & Steamship Company. Comenzaron sus operaciones en 1946 desde Port Everglades en Fort Lauderdales. Pero se mudaron para Palm Beach por contar allí con mejores instalaciones de ferrocarril y patio.

Por cerca de 15 años fue el principal vínculo comercial entre Cuba y Estados Unidos y el pesado tráfico contribuyó a que Palm Beach tuviera uno de los principales puertos de la Florida. En 1957 manipuló más de medio millón de toneladas de mercancía entre los dos países a través de sus vagones de ferrocarril montados en ferrys. Todo terminó con el advenimiento de la Revolución en la isla.

Aunque las líneas y apartaderos del patio eran propiedad del puerto, la compañía independiente West Palm Beach Terminal Company fue establecida para supervisar las operaciones de ferrocarril. Durante casi todo el tiempo de existencia de la compañía, las labores de tráfico y enganche en el patio y los alrededores del puerto fueron manejadas con dos locomotoras de vapor y alimentación por combustible, numeradas 9 y 11. Estas dos veteranas habían sido originalmente construidas para el ejército americano en 1942 y la West Palm Beach Terminal las adquirió para el puerto cuando se convirtieron en sobrantes de guerra.

Post Scriptum

El problema, empero, es que Fidel Castro no puede ser borrado de ese paisaje —al otro lado de la corriente del Golfo... ni de este. Muy tarde desde que Batista lo dejó alcanzar las faldas del Turquino a principios de 1957. Así que, aceptada esa situación irreversible, lo mejor que pueden hacer nuestros emprendedores compatriotas —de ambas orillas— es dedicarse a hacer negocios y ganar mucha plata. Pero olvídense de convertir el lucro (ahora que les están dando el chance) en una fórmula primaria para tumbar el gobierno. Disfruten de sus pymes legalizadas. Mas no se crean su propio cuento de que con sus cuatro cliniquitas y servicios de seguros médicos de Miami (siempre bajo la vigilancia del IRS y el FBI) ustedes reúnen capital suficiente para enderezar la economía cubana. Si acaso —y las va a salir mucho más costeable— hagan una colecta para enviar a Martin Palouš de vuelta a Praga. Martin y sus fastuosas teorías de cómo derribar el comunismo a través del «engage», con las cuales tiene embelesado al sur de la Florida. Bueno, quizá sea más barato el pasaje a La Habana. Suéltenlo allí, frente al Palacio de la Revolución. Y que experimente, en carne propia, lo que es enseñar la soga en casa del ahorcado.