La presentación de sus memorias
(O una novela en 410 palabras)
Un auténtico personaje histórico de la Revolución Cubana, Carlos Figueredo, a quien todos conocían como El Chino (o a veces extendido como El Chino Figueredo —sin que exista una explicación para vincularlo al gigante del Asia Oriental) tiene un currículo que parece insuperable por su intensidad. Estudió en colegios religiosos de habla inglesa y española. Involucrado en los afanes insurreccionales de la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista —pero en un frente mucho más peligroso que el de las guerrillas en las montañas: el de la batalla urbana— participó en las acciones del 13 de marzo de 1957, durante el asalto dirigido por el Directorio Revolucionario al Palacio Presidencial y se hallaba junto al presidente de la Federación Estudiantil Universitaria, José Antonio Echeverría, en la toma de Radio Reloj, donde murió en combate el dirigente estudiantil. Marchó al exilio y posteriormente desembarcó en la expedición del yate
Escapade por Nuevitas, Camagüey, junto a otros 17 hombres, para fundar el Frente del Escambray en febrero de 1958. Participó el 9 de abril de 1958 en la huelga convocada por el Movimiento 26 de Julio al mando de un grupo de acción. Volvió al exilio y regresó en un avión, con un cañón antitanque con el que participó en la Batalla de Santa Clara al lado del Che Guevara. Obtuvo los grados de comandante del Ejército Rebelde. Después fue fundador de Tropas Guarda Fronteras, Seguridad del Estado y el Ministerio del Interior. En paralelo a las armas y a jugarse la vida casi de manera cotidiana en el combate contra los enemigos de la Revolución, se convirtió en uno de sus oficiales de más alto vuelo intelectual. Graduado de las carreras de Ciencias Políticas y de Sociología de la Universidad de La Habana donde presentó ponencias en las especialidades de economía política y filosofía. Especializado en la Facultad de Cibernética en programación y ensamblaje de lenguajes de computación. Estudió en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Incendios del Ministerio de Asuntos Interiores de la Unión Soviética. Lógicamente, la acumulación de vivencias y de lecturas, lo llevaron a escribir, poesía primero (
Cartas Escondidas, Cuba 1989;
Agua Caminada, España 1991; y
Fichas Obsesivas, Cuba 1994). Después, este libro de memorias, que envió de manera clandestina desde Cuba a su amigo Norberto Fuentes y que permanecía inédito desde 2002 en una de las memorias digitales del archivo del escritor. No existen noticias de su poemario en preparación desde 1995
La Oración de Dios.
En estas fotos, desgastadas por el tiempo, tenemos al Chino Figueredo, que se apareció de inmediato en mi casa cuando lo llamé para anunciarle mi partida. Mi hija Patricia se interpone entre los dos. Detrás, en la foto de la izquierda, mi sobrino Luis David, a quien todavía llamo “Zepelín”. Es la mañana de mi salida definitiva de Cuba, el viernes 26 de agosto de 1994. Nunca perdimos la comunicación, al menos por teléfono y la Internet. Pero esta no era una despedida alegre. Muchos kilómetros recorridos juntos para saber que no volveríamos a vernos, así, “a lo cortico”, como decíamos.