martes, 12 de septiembre de 2023

«Ochoa creyó que podía sustituir a Fidel Castro»


Por Graziano Pascale

Desde el año 1994, reside en Miami el escritor cubano Norberto Fuentes.

No es un exiliado más en Estados Unidos, porque a diferencia de la mayoría de sus compatriotas que emigraron a en Estados Unidos en los últimos 50 años por no compartir la dictadura castrista, él fue un miembro activo y adherente desde el primer día de la revolución que comandó Fidel Castro. Participó como tal en episodios muy importantes, desde su génesis hasta mediados de los años 90.

En una extensa entrevista concedida a CONTRAVIENTO, Norberto Fuentes explicó los alcances de su participación en aquel movimiento, y las razones por las cuales tomó distancia del régimen de Fidel Castro.

Sigue una síntesis de la entrevista, cuya versión completa puede verse aquí.


- ¿Qué hechos precipitaron su salida de Cuba?


- Todos aquí han participado de la Revolución. Todos, todos, todos. Yo le decía una vez a Rubén Batista, el hijo de Fulgencio (NdR: el dictador Fulgencio Batista, depuesto por la revolución de Castro), que me lo entreviste aquí, que al final todos hemos terminado en las playas de la Florida. mirando hacia Cuba, diciendo, mira que el que vienes es mi amiguito, mira que es mi amiguita. Todo el mundo dice de alguna manera que cuando ellos vinieron aquí, es porque la revolución cubana se terminó cuando ellos vinieron. Es decir, todo el mundo tiene como el fin de la revolución cubana, cuando ellos vinieron. Hasta ese momento ellos participan en la revolución cubana, con alegría, con entusiasmo. Y de pronto pasa algo que los decide a venir para acá.

- Pero no todos son impulsados por el mismo motivo. En su caso, ¿cuál fue ese motivo?

- Es verdad. No todos vienen por el mismo motivo. En mi caso, francamente, yo necesitaba escribir. Necesitaba el tiempo de vida que me pueda quedar para escribir. Tú como artista, como escritor, comienzas a preocuparte por tu obra. Y yo como escritor tenía una obra pequeña. Todo comenzó con "Condenados de Condado", donde vuelco lo vivido como reportero en los combates en la Sierra del Escambray contra elementos contrarrevolucionarios.

- Con ese libro comienzan sus problemas.

- Sí, yo me lo busqué. Nosotros decíamos mucho en nuestro grupo que nunca fuimos inocentes, ahí nadie inocente. El libro es la crónica de la lucha de los contrarrevolucionarios , y cómo los enfrentaron las fuerzas de Castro. Mis problemas eran problemas políticos. Cualquier cosa que pase en una revolución como la cubana, que fue foco de atención mundial, tiene una dimensión enorme.

- Pero curiosamente ese libro gana el Premio Casa de las Américas. Es curioso que la reacción contraria provenga de quienes le dieron el premio.

- Hay que estar dentro del potaje para darte cuenta de cómo son las cosas. La gente creía que la Revolución venía ya hecha desde arriba, que todo lo que pasaba estaba planificado. Pero es todo lo contrario. La Revolución era un animal político, con fuerzas que tiraban hacia un lado y hacia otro. Mi libro fue la respuesta a una bronca anterior que yo tenía de meses antes. Yo llegué a ser, siendo muy joven, el periodista más importante de Cuba. Creé la base de lo que fue llamado, en paralelo con lo que hacían algunos periodistas americanos, el "nuevo periodismo". Me recorrí la isla completa, me metí en todos los lugares, participé en todas las campañas militares a las que pude ir. Pero estaba muy ligado a un grupo de la antigua juventud socialista, que entró en conflicto muy serio con la dirección de Fidel.
Yo era amigo de ellos, y soy leal con mis amigos. Puedo analizar políticamente las cosas, pero me guío más por las emociones, por la pasión, como es propio de un artista. Entonces decido vengarme. y lo hago ganando el Premio Casa de las Américas, porque hasta ese momento yo no era considerado un escritor, era considerado un periodista. Hasta ese momento no había conflicto intelectual en el país. Yo lo inventé.

- Este desencuentro con la Revolución fue seguido por otro, el llamado "Caso Padilla", en el que el escritor Heberto Padilla, luego de más de un mes de prisión, hace una autocrítica pública sobre una supuesta actitud suya contraria a la Revolución, siendo seguido por otros escritores que también se humillan en público. Usted fue el único que no acompañó esa postura. Ese episodio fue seguido en Uruguay por la cobertura del semanario Marcha, a través especialmente de Ángel Rama. ¿Qué consecuencias le trajo?

- El semanario Marcha, al final, se portó muy mal, porque al final abandonaron a los escritores y se decantaron por la Revolución. Rama se portó muy bien. Siempre fue muy leal conmigo. Fue muy valiente. Había problemas había en Cuba y queríamos tener el derecho a discutirlos. Fidel nos quería quitar ese derecho a discutir. Yo era el último rebelde sin causa.

- Otro episodio que marcó el último tramo del régimen de Castro fue el de los fusilamientos del general Ochoa y del coronel De la Guardia, amigo personal suyo.

- La causa de Ochoa tiene que ver con el antes y el después que significó Angola. Ochoa perdió contacto con la realidad. Él creyó que podía sustituir a Fidel Castro. Y lo creyó a un nivel muy tonto. Se podría decir que ya estaba fusilado cuando cayó en ese error.