viernes, 29 de noviembre de 2024
Yo lo llamaba Charles
domingo, 24 de noviembre de 2024
El reposo del guerrero
Ahí lo tienen. A pleno sol. Pero en un lugar no revelado. Not disclosed location, como le encanta decir a los yanquis cuando se ponen en plan de periodistas misteriosos. Pero hay que cuidarlo. Es un tesorito de nuestra historia reciente. Historia de un país dividido en dos orillas enconadamente irreconciliables, y alimentada por un mismo grupo poblacional cuyos ánimos de combate cambian según el lugar donde se encuentren. Es decir, son los mismos que vociferaban allá —la orilla al sur, me refiero— cuando montaban sus actos de repudio en el Comité de Defensa de la cuadra, que los ahora patriotas de acá —la orilla del norte— cuando trasmutan la gritería en el discurso contrario. Y en el medio de todo esto, mi amigo Alcibíades Hidalgo. En el medio de verdad. El epicentro, digamos. Lo mismo amenazado de muerte por La Habana que cubierto de insultos por las tropas dislocadas en las aceras próximas al restaurante Versailles (a falta de la Plaza de la Revolución, nada mejor que la proximidad de un expendio de croquetas, pastelitos de guayaba y cafecito criollo).
«Hace 22 años se hacían encuestas», me dice Alcibíades —referente a una imagen que se adjunta— en un Gmail desde el lugar no revelado y donde se ha tumbado a sol. Ni La Habana logró matarlo ni las huestes de la venganza lograron impedir que, en su misma ciudad, Alcibíades se hiciera con un montón de dólares durante estos últimos 22 años, una fortuna que le garantiza la apacible jubilación que le vemos disfrutar en un patio de su propiedad. Corresponsal de guerra en el Líbano, jefe de la Oficina Política de Raúl Castro, portavoz de la delegación cubana en las conversaciones de paz del África Austral, primer embajador cubano en Namibia, vicecanciller y jefe de la Misión de Cuba en la ONU y —vale la pena decirlo— uno de los personajes principales de mi libro Dulces guerreros cubanos, reconocido ahí bajo el nombre de «El Conejo Alc», debido a una mala fama (¡o muy buena!) de hiperactividad sexual, terminó en nuestro bendito condado de Miami-Dade como uno de los más exitosos productores de la televisión. Mucho ajetreo, Alc. Sobre todo, por lo del origen del mote. La verdad que te mereces ese sitio.
lunes, 18 de noviembre de 2024
Llegan noticias, malas noticias
La foto es en el bar techado (pero nunca habilitado) adjunto a la piscina de la llamada Casa Uno de Luanda, residencia del jefe de la Misión Militar de Cuba en Angola, y que fuera un botín de guerra de los cubanos luego de su intervención en la guerra de Angola en 1975. Era la residencia del cónsul americano en Luanda, donde no disponían de un embajador porque Angola era una colonia de Portugal. Años después, con la retirada total de los cubanos, el gobierno de Angola no tuvo mejor ocurrencia que entregársela en usufructo gratuito a Jonas Malheriro Savimbi, el más denodado enemigo nativo que tuvieron las tropas cubanas durante toda su estancia en ese país. Pero el Gallo Negro de los Kwachas, con mayor orgullo y determinación que los supuestos aliados de los cubanos, declinó la oferta. En la foto, pues, a la izquierda del autor, Carlos Aldana, por lo pronto el jefe de despacho de la oficina de Raúl Castro en el Comité Central del Partido. Detrás de Aldana, un personaje conocido por el apodo de «Barbarito», ayudante de un funcionario cubano de alto rango y especie de embajador itinerante en África, el capitán Jorge Risquet. Es el domingo 7 de febrero de 1982 Una tarde de verano en el África Austral.