Circula por un par de sitios bajo dominio del exilio cubano el aviso de que están por cumplirse, o se cumplieron, treinta años de existencia de una publicación —¿revista, tabloide o qué?— cultural llamada Linden Lane Magazine. El mérito es que todo el peso de la elaboración de Linden Lane Magazine y que haya sobrevivido hasta nuestros días recae sobre la poetisa cubana Belkis Cuza Malé. Gazapos aparte, como una sazonada bronca con Reinaldo Arenas, a quien Belkis hizo público que lo había “sacado a patadas” de la publicación, lo cierto es que una empresa cultural cubana que se produce además en un paraje perdido, por allá, por Texas, creo, que supere los 30 años de edición, no es un récord fácil de igualar. El paraje rural, cactus, vacas y John Waynes, no acompaña, y además con todo el tiempo que debe concentrar en la búsqueda de Elvis, la columna ocasional para El Nuevo Herald, y me imagino que la atención a los muchachos, o a los nietos, si ya los tiene, consumen. Ah, y la vocación poética, no olvidar eso. Pero ella tiene madera, tiene ese segundo aire de los campeones. Se los digo yo que la conozco desde la primera semana de noviembre de 1964, cuando era bibliotecaria de la Biblioteca “Elvira Capé”, de Santiago de Cuba. Después los años que estuvimos juntos en Noticias de Hoy, el antiguo órgano oficial del Partido Socialista Popular (comunista) y más tarde, por supuesto, en Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, que sustituyó a Noticias de Hoy en esta cuestión de los órganos, y siempre ella como una hormiguita laboriosa, pero firme propagadora de los actos de fe de la cultura socialista. Hormiguita, ustedes saben, es el mote que los cubanos damos a lo que los soviéticos llamaban actitud stajanovista, en honor al minero Aklerksei Stajanov, que llegó a superar en 14 veces su norma de productividad en la mina de carbón. Yo no sé como minera lo que hubiese dado, pero sí puedo probar que Belkis superó mi productividad en el mismo tiempo que laboramos juntos en Granma. Desde la fundación del periódico Granma en 1965, hasta que nos botaron de allí a los dos (a mi primero) en el 68, lo que en el equivalente épico de aquellos tiempos hubiese sido una heroína de nuevo tipo, y en lo que yo había hecho unos 14 reportajes, Belkis computa 61 textos. Tengo la lista frente a mi (y es parcial), que pienso incluir en el Expediente Cuza, aún en preparación. Una auténtica stajanovista. No está bien llamar hormiguitas a los constructores de un nuevo mundo.
PS: Devota rastreadora de un Elvis que considera aún vivo, y oculto en algún paraje de América bajo identidad falsa, Belkis ha dedicado hasta un volumen al tema: La tumba sin sosiego. Arenas era miembro destacado del Consejo de Linden Lane Magazine, en el que también aparecía Heberto Padilla, marido entonces de Belkis. Padilla un poco a la distancia, pero por lo menos prestaba su nombre.