lunes, 4 de junio de 2012
Andy y los zombis
Entre los
individuos que fueron a Cuba con el Papa Benedicto XVI hay uno que, curiosamente,
pasó bastante desapercibido, como con una especie de patente de corso política,
una de doble vía. Porque él representa uno de los centros contrarrevolucionarios más vocingleros de Miami, que es el centro ése de Jaime Suchlicki, y contra el que Cuba —a su vez— suele derramar toneladas de
ataques. Alguna mano maestra, algo tiene que haber habido, algún acuerdo,
cuantas cantidades de ceños fruncidos se aliviaron, o más bien cuantas
negociaciones, al amparo sabe Dios de qué sacerdote o empresario cubano amansaguapos,
para que este hombre desembarque en Cuba. Y supuestamente pasa sin saber que ha
pasado. Andy Gómez, investigador del Centro de
Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami (UM). Él y la
transmigración de las almas. Pero va a la isla, y a su regreso dice que los
cubanos eran zombis y tenían un vacío. "Los cubanos están cansados, muy cansados", dijo Gómez. "La generación joven lo que quiere es salir de allí y el resto son zombies". El plural de zombi por
supuesto mal escrito porque no puede esperarse otra cosa que se publique en El Nuevo Herald. Luego explica que esta visita es muy diferente a la del Papa
Juan Pablo II. ¿Diferente? Por supuesto que lo fue, entre otras cosas —debemos
colegirlo— porque el señor Andy Gómez estuvo presente. Mas no es diferente la
visita, amigo. Puesto que en Cuba no ha pasado nada —y ni siquiera va a pasar. Alegra
mucho, sin embargo, saber que ahora, hoy mismo, el señor Andy Gómez diferencie
a Fidel de Raúl. Y ya no son más “los hermanos Castro”. Qué lerdos somos, cómo
no darnos cuenta antes. Salta a la vista que para Gómez la única diferencia
debe ser —y nosotros debemos preguntarle: ¿Qué te ofrecieron o que tú
ofreciste, que no había ocurrido antes? Habla claro, viejo. ¿Qué te vendieron o
que vendiste? Un remarcable derechista cubano que se ha pasado toda la vida
diciendo que los hermanos Castro son unos déspotas de siete leguas ha visitado
Cuba en óleos de santidad académica y descubre esa historieta de los zombis y
el vacío. Discurso académico convenientemente soft, si lo hay. (Con la visita seguramente él ha llenado su vacío, pero
con qué. That´s the question). De verdad
que no es ocioso preguntarse, saber ¿qué ofreció? ¿Qué le saben? ¿Cómo lo
aprobaron? Porque a todo el mundo no lo aprueban para entrar en Cuba. Conoco
una tonga de periodistas que trataron de dar el tour papal y no los aprobaron.
A mí no me dejan. Bueno, a mí no me dejan ni acercarme a la esquina de la
Sección de Intereses, en Washington. Entonces yo quiero saber qué hizo el
señor Andy o, repito, qué le saben al señor Andy, o qué propuso el señor Andy
para que lo dejaran entrar, o —también de máximo interés— mientras estaba en La
Habana, qué le hicieron al señor Andy. ¿Alguna clase de chantaje? ¿Una mulata? No,
que nadie se ofenda, solo que el dispositivo de mulatas y mancebos del arsenal
de comprometimientos de la Seguridad cubana se halla siempre en plena
disposición combativa. ¿O el señor Andy tiene familia en Cuba y alguno padece
una enfermedad? Siempre queda una solución honorable y a lo mejor nos
sorprende. Vayan ustedes a saber para cuántos presos el señor Andy ha logrado su
libertad. O cuántos tratos a favor de la libertad de Cuba y la democracia nos trajo
de regreso. Nada. Olvídense de eso. Y sepan que todo personaje de su estirpe
que va a Cuba, desde el momento mismo que le estampan la visa cubana y, sobre
todo, desde el instante mismo en que pone un pie en la losa del Aeropuerto Internacional José Martí, de Rancho Boyeros, La Habana, es una pieza de
desgaste. Comiencen a desconfiar de él. Por lo menos, no me lo traigan a la
casa. Ya ese hombre no es un hombre libre. Ya ese hombre no responde a sí
mismo. Ya ese hombre responde a otras cosas. Y que no me joda más con el vacío.
En Cuba se le llama vacío a los envases, pomos, y especialmente botellas de
cerveza, que era obligatorio devolver en la tienda para comprar el mismo
producto. Traes el vacío, te llevas el lleno. Ah, y zombi o no zombi,
compañero, tienes que hacer la cola aquí, igual que todo el mundo.