sábado, 3 de agosto de 2019

Mi hija se casó


Es la mayorcita de mis hijas. Yamileé Fuentes San Andrés. La madre la puso ese nombre por el personaje de Sinuhé el egipcio, la novela de Mika Waltari, un libro que ella leía con devoción mientras yo, con más devoción aún, me machacaba con Chapaev y Los hombres de Panfilov. Creo que fue la primera Yamileé de su generación registrada bajo ese nombre, y quizá la primera con ese nombre en toda Cuba, donde nadie conocía la novela de Waltari. Tengo pues, el orgullo de proclamar, que también estoy en el origen de la Generación “Y”. Aunque sea de forma tangencial. Es decir, se le debe todo a su madre, Esther (una pelirroja que quitaba el aliento ¡y con unas piernas!); “todo” es que está muchacha (a la derecha en la foto) que acaba de contraer nupcias en Toronto, Canadá, el 29 de julio de los corrientes, con Kenia Garcés y su pucha de flores, se salvó de llamarse Мария (se pronuncia en ruso "Maríya") o Клавдия ("Klávdiya") o Анастасия ("Anastasíya") o mejor aún Panfilova gracias al empeño de su señora madre. Imagínense de haberle endilgado un Klávdiya, hoy yo estaría reputado como uno de los fundadores de la Generación “K”. Y la Generación “Y” no existiría. Y tampoco Yoaní Sánchez. Bueno, quiero decir, con ese nombre. A ver… Klávdiya Fuentes San Andrés. No está mal, para que ustedes sepan… Klávdiya… Klávdiya…

Abajo: Viajaron desde La Habana a Toronto para consumar los trámites oficiales ante notario. Terminada la ceremonia, la pucha de flores cambia de mano y se ven listas para emprender el camino. El padre mira la foto desde lejos y se puede considerar orgulloso por el triunfo de sus genes: esa mochila a la espalda de una recién casada es pura impronta de Norberto Fuentes. La búsqueda eterna de la aventura. Cuiden esa felicidad, mis niñas.