—Granma, 30 de diciembre de 2019.
Esto es, por lo pronto, el material sobre Harry Villegas que rescato de mi archivo. Cliquee sobre las imágenes para ampliarlas.
Un propio del general de división Raúl Menéndez Tomassevich “Tomás” al coronel Harry Villegas “Pombo”
El 27 de marzo de 1982, a bordo de un Illushin 62-M, a 12 kilómetros de altura en la noche atlántica, palpo el mensaje de Tomás, que llevo en un bolsillo. Comprendo entonces que he hallado mi destino.
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Querido Harry:
Te hago estas dos líneas, primero para saludarte y luego para plantearte dos tiñosas.
1° Me ha extrañado que no hayas escrito para decirme cómo marcha todo lo que te pedí me resolvieras.
2° Quiero pedirte atiendas a Norberto y Ernesto que van a esa a resolver asuntos de sus respectivas especialidades, y tú puedes ayudarlos en cualquier gestión que ellos necesiten.
Por último quiero decirte que esto marcha bien y que casi está terminado el Plan de la LCB, el martes lo veré con los soviéticos y luego con los angolanos. Enviaré un ejemplar para esa.
Un fuerte abrazo
Tu hermano
Tomás
Harry Villegas, ya se sabe, el “Pombo” de la guerrilla del Che y uno de los tres cubanos sobrevivientes de la aventura en Bolivia, es el destinatario. Pombo es miel en lengua swahili y el Che le escogió este nombre durante la campaña del Congo en la que se involucraron a mediados de los 60 y que el Che concibió como una especie de preparación para luego dislocarse en Bolivia, en lo que concebía como el inicio de una revolución continental. En 1982, con grados de coronel, Villegas actuaba como enlace del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (en La Habana) y la jefatura del llamado Cuarto Ejército de los cubanos, el contingente de internacionalistas de la isla dislocado en la República Popular de Angola.
Tiñosa. Puro argot revolucionario de la época. Tiñosa es un asunto a resolver. Algo que tú le encargas a un compañero para la búsqueda de una solución. En fin, una tarea.
Ernesto Fernández, el fotógrafo, y este autor, viajaron brevemente a La Habana para reabastecerse, principalmente de película, y tratar de mejorar el equipamiento fotográfico, que se había deteriorado con rapidez en el vivaqueo de la campaña. Y, de paso —¿por qué no?—, pasar algunos días de asueto matrimonial —o, para decirlo con la mayor compostura posible, lo que entre los combatientes cubanos se denominaba como “cambiar el aceite”. Acompañante invariable del autor en sus incursiones como corresponsal de guerra, Ernesto clasifica al nivel de un Robert Capa pero destruía cámaras en serie. Si no me creen la comparación con el sacrosanto Capa, revisen sus colecciones de fotos de la batalla de Playa Girón (Bahía de Cochinos), el Escambray, la frontera marítima cubana de los años 60, Nicaragua, Angola, para que comprueben si lo supera o no. Pero —la única queja— necesitaba un almacén de la Nikon detrás de él.
La elecebé. Las siglas de Lucha Contra Bandidos, es el término acuñado por la Revolución para llamar a las operaciones de contrainsurgencia.
Desde la izquierda: el fotógrafo Ernesto Fernández (por esta vez me toca a mí estar detrás de una de sus cámaras), el coronel Harry Villegas y un oficial de Información del que no conservo su nombre. Harry ignora sus funciones de enlace y aprovecha que hay en marcha una operación de reconocimiento en el área de Baixo-Longa para sumarse a “la fiesta”. Ya se ha agenciado un Kalashnicov y algunas provisiones. Esto es en junio o julio de 1982. Han matado cubanos al suroeste de Menongue. La campaña contra las bandas de la UNITA se calienta por día.
En el Estado Mayor cubano dislocado en Menongue, Pombo dialoga con otro emblemático oficial del empeño internacionalista: el coronel Pedro Rodríguez Peralta, el único cubano capturado en África antes de noviembre de 1975 —es decir, previo a la guerra de Angola— al caer en una emboscada de los paracaidistas portugueses el 18 de noviembre de 1969 en un paraje de Guinea Bissau. Condenados a 10 años de cárcel, cumplió cinco años en Lisboa sin que los portugueses pudiesen probar nunca la participación del Gobierno cubano en su dislocación como guerrillero al servicio del PAIGC. Liberado después de la Revolución de los Claveles en Portugal, regresó al escenario africano como asesor de la campaña de contrainsurgencia denominada Operación Olivo bajo el mando del general de división Raúl Menéndez Tomassevich. En la foto, lleva su pistola a la izquierda, debido a que su brazo derecho quedó inutilizado por el fogueo de los fusiles Galil en la emboscada donde lo capturaron. (Foto: Ernesto Fernández)
31 de diciembre de 1958, al mediodía. Harry Villegas escolta al Che Guevara mientras el reducido Estado Mayor de las fuerzas insurrectas avanza hacia el último reducto de resistencia del ejército batistiano en la ciudad de Santa Clara, el cuartel “Leoncio Vidal”. Villegas aparece detrás y por la izquierda de su adorado jefe.
Un día de junio de 1967, en un recodo de Bolivia, cercano al río Rosita. Harry Villegas aparece con Paulino Baigorria, que el Che ha decidido usar como correo. Necesita restablecer los contactos con la red urbana y decide que la tarea la cumpla el bisoño pero entusiasta campesino, sumado a la guerrilla apenas unos días antes. Villegas cumplirá la misma función pero sin ninguno de los riesgos de Paulino, cuando sirva como enlace entre el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (en Cuba)y el mando del Cuarto Ejército (el contingente internacionalista cubano en Angola), así como para trasladar correspondencia y noticias entre Gabriel García Márquez, desde La Habana, y Norberto Fuentes, en Luanda. Eventualmente, el sábado 23 de octubre de 1982, es el que —en su maletín de documentos oficiales MUY SECRETOS esposado a su mano izquierda (la derecha libre, presta a sacar la pistola)— me lleva el prólogo que Gabo ha escrito para mi libro Hemingway en Cuba.
Retrato del capitán cubano Harry Villegas —“Pombo” en la guerrilla del Congo y ahora en Bolivia— dibujado por Ciro Bustos. Una guerrilla de lujo, como puede comprobarse. Vivaquea con sus propios artistas. Cargan además con un filósofo: Regis Debray, importado desde Francia. Cierto que al final serán una banda de facinerosos capturados, o diezmados, o acribillados, o ahogados, y tirados al abandono, desde La Habana, por Fidel Castro. Por lo pronto, no obstante, posan.
Pombo y el comandante cubano Antonio Sánchez Díaz —“Pinares” en la guerrilla fidelista de la Sierra Maestra y “Marcos” en esta de Bolivia— muerto en Peña Colorada el 2 de julio de 1967.
La guerrilla se dirige a un paraje boliviano llamado Alto Seco. Hacen un alto y miran a cámara. Desde la izquierda, con sus nombres de identificación regular en la campaña: Rubén, Darío, León, Camba, Urbano, Coco, Aniceto, Benigno, el guía Paulino Baiogorria, Chapaco, Willy, Pacho y Pombo. Obsérvese la prudente distancia de cerca de 3 metros que Pombo gana del resto del grupo. Casualidad o valoración estratégica de la situación operativa, pero por sobre todas las cosas un juicioso aprendizaje de las mañas guerrilleras, donde la diferencia entre la vida y la muerte depende de tu capacidad de respuesta individual.
Lluvia de volantes sobre la zona de Mataral – Comarapa.
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Apuntes Casa Uno Luanda 1982
POMBO /// Mulato corajudo. Artífice de las ráfagas cortas con la carabina M-2. Atravesó a pie la cordillera de los Andes desde la Quebrada del Yuro, en Bolivia, cuando vio desde “un altico” que al Argentino lo habían capturado. Dijo: “vamos echando, que aquí no hay más nada que hacer”. Terminó en la frontera de Chile. Habla, apacible. “Nos infiltramos en un campamento. De noche. El resplandor de una fogata. Yo estaba muy cansado. Me senté en un tocón y cuando Urbano y Benigno iniciaron el fogueo a quemarropa y los soldaditos sorprendidos corrían de un lado al otro y soltaban las cacharras del rancho y tropezaban entre ellos, yo empecé a disparar a mi alrededor, pero sin levantarme del tocón y los iba tumbando y los veía cruzar en derredor de la fogata como si fueran sombras a contraluz de un relampagueo, sombras que iban cayendo, dobladas.” Harry Villegas era Pombo; Leonardo Tamayo era Urbano; Dariel Alarcón era Benigno. Descendiendo de la nave de Aeroflot en La Habana el 6 de marzo de 1968, luego de un recorrido que los llevó desde Santiago-Isla de Pascua-Tahiti-Sidney-Singapur-Atenas-París-Praga-Moscú y por fin aquella losa de La Habana. Fidel los esperaba al pie de la escalerilla y luego de los correspondientes abrazos, los amonestó: “Desde que llegaron a Chile no han hecho otra cosa que hablar.” Entonces unas palmadas en las espaldas. “No se preocupen. Tranquilos. Yo los entiendo.”
Sobre las dos fotografías de Harry Villegas y sus compañeros en Angola durante la Operación Olivo: Copyright © 1982, 2020 by Ernesto Fernández. Prohibida terminantemente su reproducción.