sábado, 1 de enero de 2022
Vestidos de limpio
Quiero empezar el año con un nuevo «look» en mi blog. Lo hago con la ayuda de nuestro inefable Pedro Schwarze. Uno de mis héroes literarios, Don Camilo José Cela, en la nota que escribió el 23 de agosto de 1960 para presentar una nueva edición de La familia de Pascual Duarte, justifica cualquiera de las enmiendas de su original y declara: «Pascual Duarte está limpio, que es lo importante». Ahora el problema es cumplir con mi propio compromiso de descargar una producción consistente de nuevos textos, poner a temblar mi archivo (todavía a punto de reventarse) y burlarme de todo el que pueda, en fin, gozar de lo lindo. Son propósitos que se añaden al hecho de haber cumplido completo el ritual cubano de la celebración. Solo que la fiesta fue a puertas cerradas (mantenemos la pandemia a raya) pero pletóricos del amor de Niurka, de las ñoñerías de Jerry Lee y de las llamadas y mensajes electrónicos de la tropa de mis amigos (en la mayoría de los casos, unos animados de chicas muy cachondas que se exhiben con un arbolito de navidad al fondo y un gorrito de Santiclós como tocado, y, encima, ni siquiera el Chanel número 5 de la foto famosa de Marilyn); y hay el correspondiente ¡pop! del descorchar del champán (en sustitución del aguardiente peleón de nuestras fiestas cubanas), de las 12 uvas (a cambio de los doce gollejos —como realmente se dice en español, no hollejos—, o los doce redondeles rebanados de platanitos manzanos, ah, época gloriosa de nuestra forja antimperialista) amén del correspondiente salir de la casa con una maleta y caminar un rato (nadie me ha explicado nunca si es para garantizar viajes o para que los malos espíritus se vayan en ese equipaje), y con la salvedad de que anoche no se llegó hasta más allá del quicio de la acera y tomada la debida precaución de que ningún vecino se hallara en la zona de aproximación permitida de 10 metros. Así pues, estamos en el primer día de 2022. Vamos a disfrutarlo. Y el blog está limpio, que es lo importante.