domingo, 7 de julio de 2013

Las viñas de la ira. ¿De la ira?


Por mi madre que lo que parece más es que está gozando. Primero lo tenemos en su viñedo de California. Dice que la vendimia de este año viene buena. Pronto colocará su propio producto en el mercado: Rioja San Rafael. (El trabajo que me costó que le quitara el apellido. Rioja San Rafael del Pino). Cultiva, apacible y feliz, pero no olvida ni reniega de su pasado de luchador en favor del proletariado internacional. Qué general este, lo mismo te hace puré una flotilla de embarcaciones mercenarias —perdón, patrióticas—, en Bahía de Cochinos, que te apachurra las avanzadas de Savimbi en Angola, que siembra uvitas a la vera del Pacífico. Segundo, da un brinco hacia la remota Oceanía porque se entera de que allí tienen un aguardiente que es un fenómeno y que te levanta la tapa de los sesos (al menos esa es la sensación) apenas te suenas un buche y que el nombre es una tentación irresistible para cualquier piloto de combate con timbales suficientes para haber sobrevivido, sin fatiga y sin miedo, 9.050 horas en el aire. ¡Epa! Arriba, mi general. Palo contra el pecho y acelerador clavado contra la pizarra. A full de potencia. Pero guárdame un poquito del Fliyng Solo. No dejes que los australianos se lo embuchen todo.