martes, 11 de junio de 2019

Últimos dos hombres en pie


En un día de inicios de invierno, en 1990, Patricio de la Guardia me hizo este dibujo a plumilla de una mariposa africana —una Druria, según su descripción. La mayúscula de Druria es de su cosecha y yo la respeto en la transcripción. Se trata de su versión estilizada y de alguna manera en composición geométrica de lo que ahora he conocido en la Internet como Papilio antimachus o como Drurya antimachus o igualmente como Druryaeia antimachus. Su mensaje a modo de dedicatoria está escrito en el reverso de la cartulina. Dibujo a plumilla y dedicatoria fueron producidos en la cárcel de máxima seguridad de Guanajay, donde comenzó a purgar una condena de 30 años, que en el descarnado sistema jurídico cubano está considerado como alternativa de la pena de muerte. María Isabel Ferrer, a quien todos conocíamos por el mote de Cucusa que le había indilgado el mismo Patricio, y que a su vez había conocido un diminutivo, Cucu, era quien lo proveía de las magníficas cartulinas Bristol y los rollos de papel Ingres y de las plumillas y tintas que nadie sabía de donde las sacaba en un país al inicio de la escasez y las hambrunas del llamado Período Especial (una especia de NEP a la cubana después de la caída de la URSS), y también nos servía como un eficiente correo semiclandestino. Total, como si sacar el dibujo de un Papilio antimachus de entre aquellos muros blindados de piedra de cantería fuese a poner el Estado en peligro. Una sola cosa se le hacía insoportable a la Cucu: “Cuando esas puertas de hierro se cierran, Norber, y yo dejo a ese hombre desolado allá adentro. Y como me mira mientras el resquicio del portón se va cerrando en sus narices. Ese hombre… Se me encoge el pecho, Norber…” Para mí era conmovedor ver a la veinteañera que en algún momento el legendario general había conquistado en aquella conversión de conducta, en aquel estoico talante de hablar de su marido como si fuera su hijo. Las mariposas. Lógico que Patricio se obsesionara con las mariposas. Eran el símbolo de libertad perdida quizá para siempre, o lo más próximo al significado de siempre que son 30 años de cárcel para un hombre que fue arrestado el 12 de junio de 1989, la noche de la víspera de su cumpleaños 51. Piénsenlo por un instante. Que te digan el día que llegas a la media naranja: “Mira, compañero, esta es la celda en que te vamos a meter hasta que cumplas los 81 años.” Y míralo más bien como una cadena perpetua, porque son muy pocos los que sobreviven al régimen carcelario de Cuba hasta esa edad. (Mas no pregunten el porqué de tanto ensañamiento. Nadie tiene una respuesta cuando están matando a un hombre totalmente inocente. “Decisión política” o “Razón de Estado” son los mejores argumentos que puedes conseguir.) Cuando me mandó su dibujo, ya Patricio llevaba un año, 4 meses y 22 días tras las rejas. Yo lo contemplo ahora, en la pared frente a mi mesa de trabajo, enmarcado y con cristal y me pregunto si no estaré viviendo en otra vida. ¿Otra vida? ¿Nada de esto pasó frente a nuestros ojos? ¿Nada de esto laceró la carne de un hombre tan lindo como Patricio de la Guardia? La verdad es que nunca podremos liberarlo de treinta años de insomnio viendo una y otra vez la descarga que prácticamente decapitó a su hermano gemelo y él restrellándose los dientes, desbaratándose la dentadura, sin poder acudir en auxilio de ese hermanito, el menor de los dos. Calculo: bueno, el Patrick va cumplir mañana los 30 años exactos de su condena. Ténganlo presente. Mañana. Miércoles 12 de junio de 2019. Ahora el mensaje que Patricio de la Guardia me envió desde la cárcel de máxima seguridad de Guanajay en el reverso de dibujo a plumilla sobre cartulina amarilla de una mariposa africana:

Brother:

           De aquí para adelante sí hay más pueblos. Sigues y seguirás siendo mi hermano, digan lo que digan o hablen lo que hablen. Y como te diría el brother Tony “Never say die”. A él y a todos nosotros le pega aquello que dijera Martí “Aquel que ha corrido el peligro vuelve a buscarlo de nuevo —bien por el insaciable placer de desafiarlo o bien por la invencible influencia de la muerte”.

          A ti y a mí sobreviviente de N´Dalatando nos queda la esperanza de sentarnos algún día a reírnos de aquello que Tony te dijera el día que les estalló la turbina del avión en que volaban, y para que puedas llegar a ese día te dibujo esta Druria africana que según las creencias de ese continente exótico y embrujado, trae suerte, dicha y felicidad.

          No te dejes
          abatir por las despedidas.
Son indispensables como preparación
          para el
reencuentro
          y es seguro que
          los amigos y los hermanos se reencontrarán
         después de algunos momentos
        o de todo un ciclo
vital

Tu hermano

         Patricio.         2/11/90.           Guanajay

Post Scriptum: Noche cerrada y de relampagueos en el Caribe a mediados de los 80 y nosotros a bordo de un Tu-154, una máquina subsónica, que en su momento los soviéticos reconvirtieron de bombardero nuclear de medio alcance (para arrasar con Europa Occidental) en avión de pasajeros. Y esa noche de la turbina, volábamos de Panamá a La Habana y en el momento que yo consideré llegado el fin de nuestra existencia, Tony, a mi derecha, reclinó su asiento hasta ponerse casi horizontal y se encajó un antifaz de dormir. Yo le reclamé un mínimo de angustia en aquel momento postrero y él, con la mansedumbre de su dulce sonrisa y sin despojarse del antifaz, me dijo: “Esto no se cae, Norbertus. No se puede caer. Y si se cae, tú no sabes el peso que me quita de encima, aparte de lo que me divertiré. Piensa solo en la cantidad de traficantes, contrabandistas, guerrilleros, mercenarios, e hijos de puta de toda laya con los que yo trato y con un nombre diferente para cada uno, cuando comienzan a desembarcar en Cuba, por cuanto aeropuerto, puerto y playa existen allí y pregunten por el coronel Manolo, o el coronel Pepe, o el coronel Mengano. Y así. Y todos con mercancía diferente y con reclamos de pagos de montos diversos. ¿Quién los identifica en Cuba? Nadie. ¿De qué negocio están hablando? Nadie tiene idea. ¿Y tú sabes lo que pasa? Que yo nunca opero con papeles. Yo nunca anoto un nombre ni el objetivo de ninguna operación comercial. ¿Tú me entiendes ahora, Norbertus? Todo está aquí en esta cabecita. Cabecita que muy pronto, según todos los pronósticos, desaparecerá en el fondo del mar.” Entonces sacó la mano derecha de debajo de la manta con que lo había acolchado una muy displicente aeromoza, ajena por completo a la turbina en baja, y Tony se tocó la sien con el índice, como diciendo, la información hay que sacarla de aquí adentro. Volvió a entibiarse hasta el cuello con la manta de Cubana de Aviación. Me dejó a solas con la noche y en los bordes de un cúmulo nimbus en toda su potencia de desfogue.