martes, 25 de junio de 2013

Cazador blanco, corazón negro


El siguiente texto procede de un trabajo anterior sobre la visita en 1965 del español Camilo José Cela a la Finca Vigía. Todo el recorrido se produjo bajo la atenta mirada de Fernando G. Campoamor, el colorido director del Museo Hemingway, que había tenido el lustre de ser uno de los pocos amigos de Papa con pedigrí intelectual, y de René Villarreal, el mayordomo. René es aquí mi objetivo.

“René Villarreal, el mayordomo de la hacienda que una vez otro escritor cubano, Edmundo Desnoes, describió como un esclavo que caminaba con el sigilo de una pantera . . .” y que de alguna manera remedaba en mis composiciones mentales el vínculo de Mandrake el Mago con el negro Lotario y que uno, en su ardiente corazoncito de bolchevique educado por Fidel Castro (después de las lecturas durante su infancia de aquellas historietas, cumbre del racismo yanqui) siempre esperaba que el leopardo René se revirara y se jamara a B´wana Hemingway. Intoxicado que uno se ponía con este encuentro de lecturas de las aventuras del hijo de puta de Mandrake con el nacionalismo de las novelas de Desnoes.

Los cubanos decimos sigilio. Me imagino que lleven toda la razón. Sigilo tiene la inequívoca presencia de la delincuencia, del robo, del antifaz y la cachiporra. Pero sigilio es alevoso, artero, agazapado, que llega sin avisar y saz!  te rebana el cuello con sus zarpas, que para algo son felinos.