lunes, 30 de diciembre de 2024

 

Jerry Lee Fuentes el miércoles 30 de diciembre de 2015, a las 5 PM. Tal y como apareció en mi blog ese día. Su primer año entre nosotros. Cumplido el reconocimiento de la casa de sus padres, forcejeaba entonces por iniciar la exploración de una de las terrazas. (Foto: Rui Ferreira)


A los amigos
donde quiera que se encuentren

 Felicidades

 Jerry Lee, Niurka y Norberto

 


30 de diciembre de 2024. El mensaje a los amigos por el año nuevo se mantiene. En cuanto a Jerry Lee Fuentes, ningún forcejeo ahora. ¿Qué necesidad tiene de ese desgaste, si hace rato —en ese tiempo transcurrido desde diciembre de 2015— él se hizo dueño de esa cama, de esa habitación, de esa casa, de ese patio tapizado de hierbita fresca que él ha decidido eludir para depositar sus necesidades porque prefiere el piso de la sala y de ese Toyota Highlander parqueado allá afuera que él prohíbe mover si no es con él adentro? (Foto: Niurka de la Torre)

martes, 3 de diciembre de 2024

35 años, 10 meses y 22 días después

Hemos ganado la guerra, nosotros, los cubanos, contra un ejército que dispone de armamento nuclear —el surafricano— y el apoyo de Estados Unidos. El primer destacamento de combatientes internacionalistas cubanos aborda el Ilyushin-62 con el que cruzará el Atlántico. Regreso a casa, tras 15 años de combate y el saldo de 2 016 muertos. 10 de febrero de 1989. En la losa del aeropuerto internacional de Luanda, Angola.


2 de diciembre de 2024. ¿La misma losa?

viernes, 29 de noviembre de 2024

Yo lo llamaba Charles

Yo lo llamaba Charles y creo que sostuvimos una intensa y sincera amistad mientras las circunstancias se lo permitieron. Venía de una familia de comunistas —los Escalante— pero su pedigrí no le resultó de mucha ayuda para ascender en la jerarquía revolucionaria porque los Escalante eran unos racistas solapados y Charles era mulato. Yo mismo lo vi firmar sus mensajes cifrados a Fidel desde Angola con el seudónimo de «El Jabao». Pese a todo, y con el embeleso que Raúl cogió con él cuando lo vio desarrollarse como comisario político a mediado de los 60 durante la construcción del Partido en las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Aldana logró llegar a la cumbre dentro de la nomenclatura y hasta ser considerado como el tercer hombre del país. Las verdaderas causas de su defenestración en 1992 es motivo de múltiples interpretaciones en la prensa extranjera. Yo solo sé que los oficiales encargados de expulsarlo de su oficina le dijeron que no podía mover ni un solo alfiler de las gavetas y que Fidel le mandaba el recado de que no quería verlo en la Plaza de la Revolución ni como público. Pero este no es lugar para dilucidar las interioridades del episodio. Este es, sencillamente, el último refugio de una amistad que, incluso en contra suya, yo me dispuse a mantener.






















Carlos Aldana, José Abrantes y Norberto Fuentes. Durante la Octava Conferencia Cumbre de los Países No Alineados. Parqueo del Harare Sheraton, Harare, Zimbabwe, 2 de septiembre de 1986.

domingo, 24 de noviembre de 2024

El reposo del guerrero


Ahí lo tienen. A pleno sol. Pero en un lugar no revelado. Not disclosed location, como le encanta decir a los yanquis cuando se ponen en plan de periodistas misteriosos. Pero hay que cuidarlo. Es un tesorito de nuestra historia reciente. Historia de un país dividido en dos orillas enconadamente irreconciliables, y alimentada por un mismo grupo poblacional cuyos ánimos de combate cambian según el lugar donde se encuentren. Es decir, son los mismos que vociferaban allá —la orilla al sur, me refiero— cuando montaban sus actos de repudio en el Comité de Defensa de la cuadra, que los ahora patriotas de acá —la orilla del norte— cuando trasmutan la gritería en el discurso contrario. Y en el medio de todo esto, mi amigo Alcibíades Hidalgo. En el medio de verdad. El epicentro, digamos. Lo mismo amenazado de muerte por La Habana que cubierto de insultos por las tropas dislocadas en las aceras próximas al restaurante Versailles (a falta de la Plaza de la Revolución, nada mejor que la proximidad de un expendio de croquetas, pastelitos de guayaba y cafecito criollo).


«Hace 22 años se hacían encuestas», me dice Alcibíades —referente a una imagen que se adjunta— en un Gmail desde el lugar no revelado y donde se ha tumbado a sol. Ni La Habana logró matarlo ni las huestes de la venganza lograron impedir que, en su misma ciudad, Alcibíades se hiciera con un montón de dólares durante estos últimos 22 años, una fortuna que le garantiza la apacible jubilación que le vemos disfrutar en un patio de su propiedad. Corresponsal de guerra en el Líbano, jefe de la Oficina Política de Raúl Castro, portavoz de la delegación cubana en las conversaciones de paz del África Austral, primer embajador cubano en Namibia, vicecanciller y jefe de la Misión de Cuba en la ONU y —vale la pena decirlo— uno de los personajes principales de mi libro Dulces guerreros cubanos, reconocido ahí bajo el nombre de «El Conejo Alc», debido a una mala fama (¡o muy buena!) de hiperactividad sexual, terminó en nuestro bendito condado de Miami-Dade como uno de los más exitosos productores de la televisión. Mucho ajetreo, Alc. Sobre todo, por lo del origen del mote. La verdad que te mereces ese sitio.

lunes, 18 de noviembre de 2024

Llegan noticias, malas noticias

 
La noticia es que Carlos Aldana está hospitalizado y que, al parecer, los pronósticos no son nada alentadores. Hace poco publiqué en este blog una foto de él con su preciosa hija Laura, en la que se veía rozagante, de muy buen color, fuerte, y hasta feliz. Como si hubiese superado todas las calamidades. Pero su salud debe haber declinado mucho desde entonces, o la fecha de la imagen que me proveyeron estaba equivocada. El caso es que yo me alegré mucho cuando lo vi de ese talante. Y, como quiera que sea, se ha producido un dramático desajuste de la situación y me informan de un Parkinson (que ya conocía) pero cada vez con mayor violencia, más problemas pulmonares, más un golpe en la cabeza tras una caída, más infecciones y que está hospitalizado hace más de 15 días. A esto súmale que su mujer perdió la razón hace bastante tiempo y que debe contentarse para vivir con su retiro de coronel de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. No le ha sido fácil al viejo compañero. A Charles, como yo le llamaba. Qué inexplicable ese enseñamiento contra uno de los mejores cuadros políticos que tuvo la Revolución.

*

La foto es en el bar techado (pero nunca habilitado) adjunto a la piscina de la llamada Casa Uno de Luanda, residencia del jefe de la Misión Militar de Cuba en Angola, y que fuera un botín de guerra de los cubanos luego de su intervención en la guerra de Angola en 1975. Era la residencia del cónsul americano en Luanda, donde no disponían de un embajador porque Angola era una colonia de Portugal. Años después, con la retirada total de los cubanos, el gobierno de Angola no tuvo mejor ocurrencia que entregársela en usufructo gratuito a Jonas Malheriro Savimbi, el más denodado enemigo nativo que tuvieron las tropas cubanas durante toda su estancia en ese país. Pero el Gallo Negro de los Kwachas, con mayor orgullo y determinación que los supuestos aliados de los cubanos, declinó la oferta. En la foto, pues, a la izquierda del autor, Carlos Aldana, por lo pronto el jefe de despacho de la oficina de Raúl Castro en el Comité Central del Partido. Detrás de Aldana, un personaje conocido por el apodo de «Barbarito», ayudante de un funcionario cubano de alto rango y especie de embajador itinerante en África, el capitán Jorge Risquet. Es el domingo 7 de febrero de 1982 Una tarde de verano en el África Austral.

jueves, 7 de noviembre de 2024


La belleza incólume.

martes, 22 de octubre de 2024

No se producen viejos camaradas


[Vía WhatsApp]

Norberto 10:47 PM 10/21/2024: ¿Este eres tú? La foto es excelente, pero la resolución muy baja.


Norberto 10:55 PM 10/21/2024: Aquí la mejoré un poquito.

Rafael 10:52 AM 10/22/24: Si ese soy yo 1960. Hace 64 primaveras.

Norberto 12:08 PM 10/22/ 24: Ahí no sabías cuál de los dos palos estabas agarrando. 😜

martes, 15 de octubre de 2024

Un genio del eslogan

El escritor chileno Antonio Skármeta ocupa el flanco izquierdo del Comandante. Norberto Fuentes, el derecho. Noche del viernes 3 de febrero de 1984 en el Palacio de la Revolución. Los dos escritores han servido como jurados de la edición del concurso Casa de las Américas. El Comandante, como es su costumbre de todos los años, ha ordenado una recepción oficial para festejar el evento. Esta noche, además, los dos cubanos de la foto hacen las paces. Era un diferendo que arrastraban desde la publicación en 1968 de Condenados de Condado. Skármeta, por su parte, no tenía problemas. Se ganó el premio en el 69, al año siguiente del cubano, con su colección de cuentos Desnudo en el tejado. El tema inicial de la conversación, antes de la foto, había sido Hemingway. El Comandante no tenía nada que aportar a la experiencia de andar en pelotas por los techos de Chile. Pero le dijo al cubano que tenía la copia mecanografiada de su libro de Hemingway, aunque no lo había leído. En cuanto al chileno, Fidel tuvo la elegancia de callar el entusiasmo que le causaba la chica alemana con la que Skármeta aterrizó en La Habana. Una chica de muy buen ver, con una espectacular geometría de la cintura para arriba, por lo que la tropa cubana dio en llamarla «La Teutónica», muy a propósito de las ancestrales tribus de su región de origen. El Comandante no le quitaba los ojos de encima. Meses después, cuando el escritor cubano se encontró con Skármeta en la Feria del Libro de Frankfurt, el chileno parecía hallarse aún bajo el embrujo del encuentro con Fidel. Repitió varias veces: «¡Qué hermosa noche aquella! Inolvidable.» Ninguno de los dos mencionamos a La Teutónica. Ahora el cubano no sabe —luego de todo lo que ha llovido—, hasta dónde aquella noche se mantuvo para Skármeta en la categoría de inolvidable. Para el cubano, debe reconocerlo, fue además una noche afortunada. Tres días después, el lunes 6 de febrero, hacia las 7 de la noche, Fidel lo estaba llamando a su casa, él personalmente, para decirle que se había leído el libro, un mamotreto de más de 800 cuartillas largas a dos espacios, y que si podía ir a verlo a su despacho en el Palacio de la Revolución. El cubano cree que nadie se ha puesto tan rápido con un Lada 1500-S entre el edificio donde él vivía, un edificio en la desembocadura del río Almendares, y la primera garita de acceso a Palacio. Amén de que estuvieron solos en su despacho —y quizá por no haber interferencias teutónicas— esta segunda conversación le produjo material suficiente para una entrevista que publicada primero en la revista Bohemia como avance del libro tuvo amplia cobertura internacional. Regresando a Skármeta y a lo que se supone que sea una dolida nota por su fallecimiento. Ocurre que el recuerdo esencial del cubano sobre su amigo chileno tiene carácter de guasa. Es un cuento que él mismo Antonio Skármeta hizo. Se trataba de que había conseguido que una prestigiosa compañía publicitaria de Santiago lo pusiera a prueba para decidir si le daba empleo. La Coca-Cola de Chile acababa de sacar al mercado una soda de base de limón llamada Sprite. Le dieron el clásico paquetito de seis latas a Skármeta y le dijeron que se fuera a la casa, probara el refresco y regresara al otro día con un eslogan. El Skármeta que regresó al otro día a la oficina de publicidad irradiaba una felicidad solo comparable a la de Einstein luego de dar con las claves de la teoría de la relatividad. «¡Lo tengo!», dijo, convencido. Entonces, como si estuviera mirando a cámara y enarbolando la latica que había dejado sin abrir, dijo:

¡Sprite, amarguito como la vida!

¿Debemos agregar que no necesitó más razones para orientarse en la búsqueda de nuevos rumbos ocupacionales en disciplinas menos exigentes? ¿Quizá la literatura? ¿La academia?

sábado, 12 de octubre de 2024

Blepio


Si el lector cliquea en este link se va a encontrar con mi hermano Luis en una entrevista. Calvo, canoso, jubilado, pero muerto de la risa. La entrevista es de la semana anterior a esta publicación. En Chihuahua, donde vive, están celebrando el 30 aniversario de la creación del CIMAV (Centro de Investigaciones en Materiales Avanzados), donde aún trabaja, pese a su jubilación, y él es allí un personaje célebre. Entiendo que ninguno de ustedes pueda concebir que un hermano mío sea doctor y profesor emérito de algo para el común de los mortales tan complicado y remoto como la física y la cristalografía y que se dedique al estudio de la estructura y propiedades de los cristales, policristales y materiales relacionados. ¿Entendieron? Que no se diga, caballeros. Lo pongo más claro: él y sus asociados y sus alumnos están enfocados a la relación entre la estructura de materiales sólidos y sus propiedades físicas, fundamentalmente las propiedades eléctricas, magnéticas y magnetoeléctricas. ¿Ya? Facilito.

Lo interesante de la entrevista es que nos logra hacer ver disciplinas tan complicadas y sesudas como si fuese la narración de un evento deportivo y que emplea, además, y como cosas domésticas, naturales, los giros poéticos.

Una aclaración antes de continuar. El título de este texto responde a una onomatopeya. Resulta que, de chamas, mi hermano tenía unas cachetones que a mí se me antojaban suculentos y me daba por halárselos y, al soltarlos, exclamar: «¡Blepio!» Suponía que tal era el sonido de un elástico al regresar a su lugar original después de estirarlo por sus dos puntas, ergo, antes del empuje hacia afuera, y, libre de la presión en direcciones opuestas, soltarlo. La influencia de los comics es evidente en la lógica del concepto. Es una onomatopeya equivalente a «¡Bang!» (revólver de El Llanero Solitario) o «¡Rat-atat-atat!» (ametralladoras en Frentes de guerra) o «Cacle Cacle Cacle» (la bruja Agatha en La Pequeña Lulú). Era el tipo de acción que llegamos a bautizarla como Los Blepios. Y él, obediente a las idioteces de su hermano mayor, le permitía blepiar a su antojo. Aunque creo que, un poco antes de la adolescencia, establecimos un mínimo de blepios al día. No recuerdo bien, pero serían dos o tres diarios. Luego, ya de mayorcitos, los blepios quedaron como un código de comunicación. Yo aún suelo encabezar los mensajes electrónicos que le envío y su palabra final con un sonoro Blepio.

Seguimos. De cómo fue a dar mi hermano a México y a instalarse con toda su familia en Chihuahua, él mismo se encarga de explicarlo en la entrevista. Pero México estaba marcado en su destino. En junio de 1961, nuestro infatigable padre, a quien siempre hemos reconocido como El Viejo Fuentes, infatigable y compinche de Santos Trafficante jr, nos llevó a disfrutar en el De Efe (también con mi hermanita Estrella), de nuestras últimas vacaciones capitalistas (La Vieja Estrella se quedó en La Habana para cuidar de la casa y de Rocky y Perri, satos ambos, y además porque estaba al frente de la campaña de alfabetización en el barrio). Aquí tienen al actual profesor emérito, al abrigo del Viejo Fuentes («Don Pancho Villa», según Santos Trafficante jr.) acabado de desembarcar del Bristol Britanjnia de Cubana en el aeropuerto del De Efe.


En fin, que México estuviera marcado en su destino no quiere decir ni mucho menos que lo adivináramos, o que él lo intuyera. Lo que importa es que desde 1997 está en una ciudad en medio de un desierto mexicano que en su tiempo dominaron los apaches y los comanches y donde aún exhiben el Dodge Brothers donde ametrallaron a Pancho Villa (el de la División del Norte, no el de Santos Trafficante jr.) de 13 balazos el 20 de julio de 1923.

Muchas historias. Todo es historia. Para mí, sin embargo, la que hoy quiero celebrar es la de mi hermano Luis Edmundo. Un tipo capaz de estar casado 54 años con la misma mujer y de hacerla parir dos chamas que luego también serán reconocidos en esos celajes de las investigaciones físicas, ser científico, trabajar con unos rarísimos aparatos llamados, creo, ciclotrón y que además lleva no sé cuánto tiempo tratando de explicarme qué coño había en este universo o el insondable vacío que ahora llamamos universo antes del dichoso Big Bang. Porque, veamos, caramba, si no había nada de nada cómo es que de pronto hay algo y cómo es que la nada existiera si, precisamente, no había nada, aunque de pronto vaya a haber algo y que esa mierda que de pronto aparece en donde no hay nada va a estallar como un ciquitraque y entonces donde no había nada de nada hay de pronto todo…

Complicado, mi hermanito, muy complicado. Mira, mejor dedico la jornada a decir que te quiero mucho y que celebro con toda tu familia mexicana la obra de tu vida. ¡Blepio!


Ah, por cierto, ¿tienes alguna idea de en qué restaurante de México el viejo nos tomó esta foto?

miércoles, 2 de octubre de 2024

¡Que viva México!

...Y ahora, a esperar por Kamala.

sábado, 17 de agosto de 2024

Al oeste de Condado

Un entusiasta del revisionismo histórico, aplicado en este caso a la literatura en la Revolución, uno capaz de decirnos (en su libro El 71: Anatomía de una crisis) que los esbirros que sacaron a Heberto Padilla de su apartamento, a empujones y uno que otro codazo en la región exterior del esófago, actuaban con sumo pesar, y que la tarea asumida de arrestar a un poeta debió causarles severos cargos de conciencia, es el autor que escribe ahora el prólogo de Italo Calvino, Cuba y Latino-América. Prólogo que leo con cierta aprehensión, no vaya a ser que me encuentre de nuevo con los viejos compañeros del G-2 aún anegando en lágrimas sus pañuelos por el recuerdo del horror de la tarea asignada —y cumplida a cabalidad. Pero no. Jorgito Fornet, que es el autor al que nos estamos refiriendo, y que también se tomó la licencia de interpretar a su antojo mi conducta en aquel episodio de la autocrítica de Heberto (nos podemos extender sobre el asunto en otro momento), aprovecha el texto de Calvino en las solapas de la edición italiana de Condenados de Condado, para hacer ondear, a lo lejos, bandera blanca. En fin, lo que me está diciendo es que el revisionismo puede resultar una disciplina multipropósito. Lo mismo le funciona para hacernos ver que los mastodontes de Villa Marista sufrieron más que el propio Heberto aquella mañana o para trasmitirme el mensaje de que aquí no ha pasado nada, que esto es borrón y cuenta nueva.

Bueno, ese borrón y cuenta nueva también puede ser válido para lo que sigue.

Lean, pues, lo que aparece en su prólogo del libro en homenaje a Calvino referente al mío. Lo reproduzco sobre todo por la nota de Calvino a los editores de Einaudi, por el asombro —y la alegría— que me causan dos detalles de sus observaciones: que Condenados es un libro de aventuras y que descubrió en mi texto la presencia de las películas del oeste. Aunque, donde él vio espagueti western, la influencia que yo reconozco es la de El Tren de las 3:10 a Yuma (la primera versión, la de Glenn Ford, basada en un cuento de Elmore Leonard), la de Veracruz, de Burt Lancaster y Gary Cooper, vista hasta la saciedad, y sobre todo Río Bravo, de John Wayne, Dean Martin y Ricky Nelson. Y eso que por culpa del criminal bloqueo no podía empatarme todavía con The Wild Bunch, la obra maestra de Sam Peckinpah. El fragmento de Italo Calvino, Cuba y Latino-América:

Integran … la sección inaugural, un grupo de paratextos [solapas, notas de contracubierta] dedicados a autores cubanos que la editorial Einaudi, por mediación de Calvino, publicara, a los que se suman algunos dictámenes en los que ofrece razones sobre la pertinencia o no de proponerles a los lectores un libro determinado. Este tipo de documento, por lo general muy breve, a veces manuscrito, otras mecanografiado, fechado o no, con su firma o sin ella, se atesora en el Archivo Histórico de la editorial Einaudi. Preciosos exponentes del Calvino editor en trato familiar, cómplice, con sus colegas, que glosa los libros a evaluar y aporta consideraciones no por puntuales menos atinadas, ya sea en un tono más reposado, ya sea de modo expedito, casi coloquial. He aquí, por ejemplo, la sugerencia que hace a propósito del título con que debe aparecer en italiano el libro de cuentos de Norberto Fuentes, Condenados de Condado:

1.11.1969
Querido Daniele, el título La Sierra de los condenados [La Sierra dei condannati], o Los condenados de la Sierra [I condannati della Sierra], lo propuse yo y lo defiendo porque es muy fiel al sentido del libro y al título original, y aunque tenga cierto aire de western italiano eso no tiene nada de malo, los elementos del western italiano no son para nada ajenos a este libro, y es bueno que tenga un título popular y aventurero. Ciao,
Calvino

Es posible que el destinatario [de la nota de Calvino] sea el escritor y editor de Einaudi, Daniele Ponchíroli. La novela de Fuentes se publicó, finalmente, con el título I condannati dell'Escambray (Einaudi, col. I Coralli, 1970). Dictamen editorial en el Archivo Histórico de Einaudi.


Un libro para privilegiados, prácticamente un incunable desde la imprenta. Italo Calvino Cuba y Latino-América. Edición al cuidado de Mayerín Bello y Laura Di Nicola, Fondo Editorial Casa de las Américas, [La Habana], 2023. Impreso con el patrocinio de la Embajada de Italia en La Habana. Edición de 200 ejemplares.



miércoles, 14 de agosto de 2024

Buenas noticias

Carlos y Laura Aldana
 
La inesperada presencia de esta fotografía en mi correo electrónico, enviada por un amigo que prefiere permanecer en el anonimato, es suficiente para llenar de alegría los próximos días. Yo quise mucho a Carlos Aldana Escalante. Los terrenos minados de la Revolución Cubana impusieron después su voluntad de desarraigo y hostilidad. Pero esta imagen tomada en La Habana, hace pocos días, devuelve el recuerdo de nuestros años de camaradería y más allá aún: la convicción de una posibilidad, la del reencuentro.

domingo, 21 de julio de 2024

¡Kamala!

 Reproducción de mi blog del 11 de agosto de 2020 —con el mismo entusiasmo.

sábado, 13 de julio de 2024

Tríptico con Bobby McGee


I. Verano de 1987. La navegación es costeando a la altura de la cayería del norte de Matanzas. Unas aguas que el coronel Antonio de la Guardia «Tony» —a mi izquierda— le conoce cada rescoldo. Fueron años, desde inicios de los 60, de operaciones y maniobras, aquí mismo, contra los lancheros de la CIA. Su pasión juvenil por los remos y las velas como asociado de los exclusivos clubes de la burguesía cubana fueron convertidas en un inesperado entrenamiento para quien sería el más avezado de los combatientes de nuestras tropas especiales. Encontró su destino en el comunismo, pero nunca perdió la elegancia, las buenas maneras y el humor. Hoy sonríe junto a su amigo, más bien su hermano, uno machihembrado, como decíamos. ¿Qué motivo de preocupación puede haber? La guerra en esos cercanos manglares y playazos y cayos y canalizos terminó hace años. Hoy es un día de disfrute. Un hermoso y soleado día para los brothers.


II. Alguna tarde del siguiente verano. Esto es en mi casa. Un apartamento en el último piso —el 13— del llamado Edificio de los Generales. A mi izquierda, de pie, Enrique Román, viejo amigo y entonces director del periódico Granma. Si estoy agarrando por los hombros a Tony y provocando la risa de todos, es porque estoy forzándolo a que mire a cámara. En la extrema derecha, el viejo Tomás, «el mejor y más completo», según la particular asignación de nuestro grupo: el general de división Raúl Menéndez Tomassevich, nada más y nada menos. No tengo la menor idea de quién tomó la fotografía. Pero sí que todavía yo fumaba. (Ahí tienen el Montecristo entre mis dedos de la mano izquierda) Otro detalle: las camisas de Tony y mía, aunque de rayas de colores diferentes, debieron provenir del mismo almacén que cayó bajo su administración como jefe del Departamento MC de la Dirección General de Inteligencia —«un botín», como en rigor le llaman los corsarios a ese tipo de establecimientos. La habitación del pequeño jolgorio es lo que he bautizado como Cuarto de Música. La pretenciosa consecuencia de disponer ahí de mi colección de discos y casetes y los equipos reproductores. Es el recinto que pocos meses después adquiere un significado más bien trágico. Ahí tuve mi última conversación secreta con Tony. Esto es como lo tengo escrito en uno de mis papeles: «J[ueves] Junio 1 Tony y Pat en la casa y Janis Joplin». Pat era el hermano mellizo que nos miraba en silencio mientras Tony y yo despachábamos, uno junto al otro, en un sofá de cobertura blanca. Janis Joplin significa que había puesto un compacto de la gringuita, el volumen al tope, y del que repetí innumerables veces, con el accionar del control remoto en mis manos, la pieza «Me and Bobby Mcgee». Aquella voz ronca y curada por interminables orgías alcohólicas debían ser suficientes para tupir la escucha de los micrófonos que la Contra Inteligencia Militar tenía instalados para cubrir los techos de mi casa. El final de la conspiración, lo recuerdo con precisión, era un ruego: «Por favor, Tony, vete.» Era la segunda o la tercera vez que le advertía lo mismo. «Raúl quiere fusilar a esta gente», me había dicho Alcibíades Hidalgo, el jefe de despacho de la oficina política de Raúl Castro en el Comité Central. Y si alguien estaba preparado para secuestrar un barco, era Tony. Pero toda su respuesta fue hacerme una pregunta sobre la obstinación de Raúl y casi como un niño al borde de un sollozo: «Pero, por qué, Norber, ¿por qué?» Tuve una sola cosa que decirle —Janis Joplin a todo meter desgañitándose con Bobby McGee—: «Porque es un hijo de puta.»


III. En el tercer verano. Aquí lo tienen. Este otro hijo de puta. Se trata de Luis Mesa Delgado, ya con los grados de general de brigada y los entorchados correspondientes al jefe de las llamadas Avispas Negras, un remedo inventado por Raúl Castro para disponer de un equivalente a las Tropas Especiales del Ministerio del Interior. Es el militar que se encontraba la medianoche del 13 de julio de 1989 —hoy hace 35 años— en la plazoleta de gravilla preparada con los postes de ejecución y los sacos de arena y los reflectores y las ambulancias Gaz de Medicina Legal y los cuatro ataúdes y los carros celulares Mercedes Benz alineados en un potrero al norte de la base aérea de Baracoa. Si lo acababan de ascender era para que dispusiera del rango suficiente para fusilar a otro general. Y fue quien sirvió los tiros de gracia, impasible, metódico, a los cuatro condenados a muerte por la famosa Causa Número Uno. En este orden apretó el gatillo a menos de un metro de distancia de las cabezas de Jorge Martínez (capitán), Amado Padrón (mayor), Antonio de la Guardia (coronel) y Arnaldo Ochoa (general de división). El instrumento que utilizó fue una Colt calibre 45, al objeto de garantizar un impacto devastador y no arriesgarse a los resbalones internos de las balas de 9 milímetros en sus dos variantes de las Browning y de las Makarov. Aunque, en realidad, Tony no requería de un tiro de gracia puesto que uno de los proyectiles de los fusiles del pelotón le perforó el cuello entre la mandíbula y la nuez de Adán y prácticamente lo degolló. Su cabeza quedó dando bandazos como una pelota agarrada por un hilo.

domingo, 23 de junio de 2024

Ardor

El hermano, en compañía de su mujer, se retira hacia su habitación. Su señora madre ya ha desaparecido. Cierro la puerta tras de mí, sonriente, y de pronto ligeramente excitado por una perspectiva que no estaba planeada para esa noche. Titubeo un solo instante, contrariado, cuando Vivian, en un gesto de auténtica camaradería y casi que ausente de todo objetivo erótico, lo cual aumenta la carga emocional del procedimiento porque establece en todas sus coordenadas que actúa con la naturalidad de que tú eres mi hombre y yo soy tu mujer, mete la mano en el bolsillo izquierdo de mi camisa, donde sabe que yo pongo mis cigarros, y saca la cajetilla, y luego busca la fosforera en el bolsillo izquierdo del jeans, con lo complicado que resulta maniobrar dentro de los bolsillos de un Levi's, sobre todo cuando lo registras desde enfrente. Prende el cigarro, me coge de la mano y me conduce, como a un escolar, a su habitación. Nuestra habitación. De inmediato sé porqué ella está actuando con esa determinación y es porque yo he cerrado la puerta de acceso al apartamento. Así que no existe para ella la menor duda de dónde yo he decidido pernoctar. Entre las piernas de quién.


El despertar en aquel recinto era difícil siempre para mí, el descubrir invariablemente a su hermano, como si bloqueara la puerta de la habitación de enfrente, el darme de bruces con él, cuando mi costumbre de compararlo con un oso peludo podía adquirir el aplomo absoluto de la verdad revelada, moreno, fuerte, ex oficial del Ministerio del Interior y ex baterista de un grupo de rock y genio de las computadoras del Departamento MC, era el oso inmenso de pelambrera negra que me clavaba su mirada de piedra mientras su hermana aún arrebujada en una sábana y aún desnuda y aún abatida por una serena molicie mientras yo cerraba esa puerta y la contemplación de uno de sus breves pies desnudos y la larga pierna fuera del remolino de las sábanas era objeto de mi escrutinio ascendente hasta, desde luego, llegar a las blancas y protuberantes nalgas y destapadas y siempre, en ella, mostrándose en un gesto de apertura, de oferta, y yaciendo como yacía, sobre su brazo izquierdo, la imagen se apagó, en cámara lenta, como una gota de agua que atrajo sobre sí toda la luz de una mañana y que fue mostrada en una amplificación de uno por diez mil…

No tengo la menor idea de dónde pueda estar esa familia hoy, qué se ha hecho de ellos. Desconozco dónde se metió el hermano con sus computadoras y sus rollos de cables, y la madre, dulce señora que no perdía oportunidad de advertirle a su hija que yo era un hijo de puta (por la fecha de estos y su edad de entonces me imagino que hace rato es materia orgánica depositada en el cementerio de Colón), y Vivian, la misma chiquilla aquella en sus vuelos inaugurales como aeromoza de Cubana, Espero que ella haya corrido mejor suerte que ese asilo de abuelitas que una vez fueron mis novias, amantes, mujeres y hasta devotas madres de mis descendientes o unas cabronas que me fueron infieles. Pero, bien, ¿a qué viene todo esto? Viene a que esta mañana recibo un mensaje con la noticia de que un incendio se ha desatado en la zona residencial frente al litoral habanero y que el episodio puede afectar de manera considerable mi legado literario. El edificio situado en Calle F y Malecón. Caramba, si ese es uno de los escenarios de Dulces guerreros cubanos. Ahí está (o estaba, si ya no fue consumido como un fósforo por las voraces llamas) el apartamentito donde desarrollo los dos párrafos de más arriba, y que constituyen porciones del texto de ese libro por los que he sido acusado de excesivamente erótico.

No me había pasado antes, que un escenario de mis libros desapareciera o estuviera a punto de volatizarse. Condado, el pueblecito, está donde mismo cuando escribí Condenados de Condado, en 1967. Las barracas del campamento, donde en un ala se hacinaban los alzados previos a los interrogatorios y muy probables fusilamientos, y en la otra colgaban sus hamacas los combatientes que recién los habían capturado, han sido convertidas en criaderos de cerdos. Por su parte, la Finca Vigía, de mi Hemingway en Cuba, ahí se mantiene, como se sabe, y sobre todo gracias a todo el dinero que el gobierno cubano ha logrado sacarles a los americanos para mantenerla en pie. Pero así, que todo un edificio de 20 pisos venga abajo sin tomar en cuenta su presencia en la literatura cubana, es algo que me perturba, o por lo menos de lo que quiero dejar constancia como situación nefasta.

Por lo pronto, el único conocimiento actualizado es que el lugar amaneció bajo las llamas, literalmente debajo, según la descripción de los sitios de la web que sitúan el siniestro «en las partes altas» de la edificación. Esperemos pues por más información. En verdad, son muchas las cosas que uno desconoce, pero de lo que sí tengo la más absoluta certeza ahora es que uno de mis refugios recreados con toda nostalgia en Dulces guerreros cubanos, arde.

(Fotos de Condado: Cortesía de Sara Julia Kozameh. Copyright © 2023 by Sara Julia Kozameh.)

martes, 28 de mayo de 2024

¡Bravo por Joe!


COMUNICADOS DE PRENSA

El Tesoro modifica regulaciones para aumentar el apoyo al pueblo cubano y a los empresarios independientes del sector privado

28 de mayo de 2024

WASHINGTON — Hoy, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro enmendó las Regulaciones de Control de Activos Cubanos, 31 CFR parte 515, (CACR) para implementar aún más la política anunciada por la Administración Biden-Harris el 16 de mayo. de 2022 para aumentar el apoyo al pueblo cubano. Estas enmiendas regulatorias actualizan y aclaran las autorizaciones en apoyo de los servicios basados en Internet para promover la libertad de Internet en Cuba, apoyar a los empresarios independientes del sector privado cubano y ampliar el acceso a ciertos servicios financieros para el pueblo cubano. Estas modificaciones reglamentarias entrarán en vigor tras su publicación en el Registro Federal el 28 de mayo de 2024.

Los últimos cambios al CACR están disponibles aquí. La OFAC también actualizó las Preguntas Frecuentes (FAQ) en su sitio web relacionadas con Cuba. Las preguntas frecuentes actualizadas están disponibles aquí. Los principales elementos de las revisiones del CACR incluyen:

SERVICIOS Y SOFTWARE AUTORIZADOS BASADOS EN INTERNET

La OFAC está modificando el CACR para actualizar y aclarar el alcance de los servicios autorizados basados en Internet, incluso agregando ejemplos de servicios autorizados relacionados con el intercambio de comunicaciones a través de Internet y actualizando la autorización de servicios en apoyo de dicha comunicación. Ejemplos adicionales de servicios autorizados incluyen plataformas de redes sociales, plataformas de colaboración, videoconferencias, plataformas de juegos y aprendizaje electrónicos, traducción automática, mapas web y servicios de autenticación de usuarios. La OFAC también aclara que las personas sujetas a la jurisdicción de los EE. UU. pueden proporcionar servicios basados en la nube (incluido el almacenamiento remoto de datos, el servicio de transporte de datos, las redes de distribución de contenido, las máquinas virtuales, el software como servicio y la infraestructura como servicio). para apoyar los servicios relacionados con el intercambio de comunicaciones a través de Internet.

Además, la OFAC está modificando la CACR para ampliar la autorización de servicios, incluida la capacitación, para instalar, reparar o reemplazar elementos relacionados con la comunicación, o elementos utilizados para desarrollar software que mejore el libre flujo de información o que respalden actividades del sector privado. en Cuba de conformidad con la política de concesión de licencias de exportación o reexportación del Departamento de Comercio, incluida la eliminación del requisito de que los artículos referenciados se encuentren dentro de parámetros específicos de clasificación de control de exportaciones. La OFAC está autorizando además la exportación o reexportación de software y aplicaciones móviles de origen cubano desde Estados Unidos a terceros países, lo que ampliará la capacidad de los empresarios cubanos independientes de ofrecer su software y aplicaciones móviles en tiendas de aplicaciones globales.

EMPRENDEDORES INDEPENDIENTES DEL SECTOR PRIVADO

La OFAC está reemplazando el término definido "individuo autónomo" por el nuevo término "empresario independiente del sector privado". El nuevo término continúa incluyendo a personas que trabajan por cuenta propia, como propietarios o empleados de empresas privadas o empresas unipersonales, pero la definición modificada ahora también incluye cooperativas privadas o pequeñas empresas privadas que son propiedad exclusiva de dichas personas o están formadas únicamente por ellas. En cada caso, el nuevo plazo se limita a cooperativas privadas, pequeñas empresas privadas y empresas unipersonales ubicadas en Cuba de hasta 100 empleados. La definición enmendada refleja mejor el sector no estatal de Cuba, ya que Cuba ahora autoriza el establecimiento de pequeñas y medianas empresas privadas. Finalmente, la OFAC está excluyendo del nuevo mandato a funcionarios cubanos prohibidos y a miembros prohibidos del Partido Comunista de Cuba para garantizar que no se aprovechen de las acciones estadounidenses destinadas a beneficiar a empresarios independientes del sector privado.

CUENTA BANCARIA DE EE.UU.

La OFAC está autorizando a empresarios independientes del sector privado que sean nacionales cubanos a abrir, mantener y utilizar de forma remota cuentas bancarias estadounidenses, incluso a través de plataformas de pago en línea, para realizar transacciones autorizadas o exentas, ya sea que el empresario independiente del sector privado esté ubicado físicamente en los Estados Unidos. Cuba u otro país.

TRANSACCIONES DE CAMBIO DE SENTIDO

La OFAC está restableciendo una autorización para transacciones de “cambio de sentido”, que son transferencias de fondos que se originan y terminan fuera de los Estados Unidos donde ni el originador ni el beneficiario están sujetos a la jurisdicción estadounidense. La OFAC eliminó previamente la autorización para transacciones de “cambio de sentido” en septiembre de 2019. Esta autorización restablecida tiene como objetivo ayudar al pueblo cubano, incluidos los empresarios independientes del sector privado, al facilitar las remesas y los pagos de transacciones en el sector privado cubano que están autorizadas por varios disposiciones de la CACR. Según esta autorización restablecida, los bancos estadounidenses están autorizados a procesar transferencias de fondos en “U-turn” en las que Cuba o un nacional cubano tengan intereses, siempre que ni el originador ni el beneficiario sean una persona sujeta a la jurisdicción de los Estados Unidos.

La OFAC también autoriza el desbloqueo y la devolución de cualquier transferencia de fondos de “cambio de sentido” que haya sido bloqueada antes de este restablecimiento de la autorización de “cambio de sentido”.

viernes, 17 de mayo de 2024

Ernesto en Zurich


¿El conocimiento histórico de los habitantes de Zurich alcanzará para identificar al personaje cincelado sobre la piedra —o mármol —o granito, al que los carpinteros —o albañiles —o capataces, sostienen con esas trancas contra los ojos para mantener el equilibrio de la colosal testa que aún no ha sido adosada sobre su cuerpo? El Maestro José Martí en su probable postrera presencia física, aunque congelado —¿la piedra, el mármol, el granito se congelan? —porque si lo cogen en su último instante, tendríamos una cabeza con la boca destrozada, la piel abierta hasta más arriba de las encías y la quijada colgada como una gaveta. Los héroes eternos de la patria se eternizan lozanos, severos, meditabundos. No obstante, cuando se hizo esa fotografía en la base del monumento a José Martí entonces en construcción de lo que Fulgencio Batista proyectó y denominó Plaza Cívica y luego Fidel le estableció como la simbólica Plaza de la Revolución, dos años de diferencia entre un gobierno y otro, el fotógrafo, un jovencito aprendiz de reportero de la revista Carteles, supo ver algo más que tablas y piedra. Vio el símbolo. Ernesto Fernández Nogueras. Sin dudas, el más universal y prolífico de los fotógrafos cubanos. Vio el símbolo y siguió viendo cosas y las detuvo en el tiempo. Esa es su frase favorita a la hora de describir lo que es una fotografía. Nada es igual antes ni después de una fotografía, dice. Y todos esos instantes únicos, miles de esos instantes únicos, están en sus archivos, y él los extrae, poco a poco, y los coloca en libros, en exposiciones, o para el disfrute de enseñarlos a sus visitantes. Ahora le toca a Zurich. Bajo el cuidado y la dirección de Kristina Ahumada Torres Meyer se abre su expo «Uno que otros» en la galería Photobastei, de Zurich*, entre los próximos 30 de mayo y 23 de junio.


* (Calle: Sihlquai 125 / CH-8005 Zurich / Suiza)

domingo, 31 de marzo de 2024

Después de medio siglo

LAS CRÓNICAS DE LA DISIDENCIA DEL ESCAMBRAY EN CUBA ESCRITAS POR UNA PLUMA EXCEPCIONAL: NORBERTO FUENTES

Cuando nace una nueva editorial siempre es una celebración para mí. Una celebración aún mayor cuando los libros publicados son perlas recuperadas de la literatura del siglo pasado. ¿Cuántos textos del siglo XX nos han llegado en italiano? Pues bien, Ago Edizioni, fundada el pasado septiembre, ha hecho de esta cuestión su misión: publicar libros de ficción extranjera del siglo XX.

Libros nunca traducidos, descatalogados, que (como dice la propia editorial) no han agotado su carga emocional y la importancia que pueden tener tanto en el lector individual como en la conciencia colectiva.

Norberto Fuentes (a quien en el precioso prefacio de Italo Calvino se compara con Beppe Fenoglio) nació en La Habana y se convirtió en corresponsal del frente durante la lucha de las bandas del Escambray en Cuba, experiencia de la que nació este libro. De hecho, «la rebelión del Escambray», como se la conoce oficialmente, fue un movimiento de disidencia protagonizado por revolucionarios cubanos entre 1959 y 1965 contra el régimen de Fidel Castro.

El grupo de disidentes estaba formado por exmilitares, exguerrilleros, campesinos, que fueron prácticamente todos exterminados por el gobierno. Fuentes, que se unió a estos hombres por el «deber de informar», beneficiándose de una relación privilegiada con el propio Castro que le dio acceso directo al conflicto como observador, registró los acontecimientos de una manera casi objetiva, más como reportero que como novelista, y en I condannati dell'Escambray [Condenados de Condado] contó lo que vio.

Las noticias nos cuentan que, a pesar de su amistad con el dictador, Fuentes intentó escapar de la isla y en 1993 se vio obligado a exiliarse en Estados Unidos, ayudado por personas del calibre de William Kennedy y Gabriel García Márquez. Hoy vive en Miami.

El oficial se encaminó al único escaparate, de tres puertas. Abrió la puerta del centro donde hace muchos años se sostuvo un cristal. Adentro había un hombre rodeado de miserables vestidos. El hombre hizo como si buscara algo perdido entre los pedazos de tela. El oficial le dijo: andando para el yipi y sin ponernos bravos. El hombre fue a explicar su parentesco con la Primorosa pero el oficial cortó toda conversación: eso que me vas a decir, lo explicas en la jefatura. Andando.

Dejaron la habitación con su escaparate, el colchón tirado sobre la tierra caliza, los dos taburetes, la silla coja, la mesa coja también, la repisa donde guardaba vasos y platos de cristal y aluminio, dos o tres cucharas oxidadas, la cocina de luz brillante, un cuadro con un ojo abierto que llora una lágrima roja y una espada que atraviesa esa lágrima roja. Un alacrán caminaba delante de ellos y el oficial lo aplastó con la botaza. (pág.52)

La estructura del texto se desarrolla en un conjunto de relatos muy breves, como decía, crónicas: Fuentes muestra una tierra árida pero a la vez frondosa, casas en ruinas, almas gastadas, mujeres y hombres siempre a punto de ceder, a la muerte, a la desesperación, a la rendición. El contraste entre potencias es evidente: el fuerte aplasta al débil, así funciona en la guerra.

La escritura es fragmentada, rápida, sin florituras: sus personajes, capitanes, cabos, campesinos, prostitutas, soldados, apenas están perfilados, por lo que no tenemos forma de apegarnos a ellos. ¿Y con qué propósito? De todos modos, todos están destinados a un mal final.

Sin embargo, estos personajes, buenos o malos, son profundamente humanos: el capitán Descalzo (llamado así porque sólo anda descalzo) mata a un hombre, pero aún se preocupa por la desaparición de su juventud; la prostituta Primorosa esconde a un hombre en su armario, pero no hace nada para detener al oficial, salvo lanzarle una maldición; algunos soldados, fumando juntos, distraen el miedo a la muerte para centrarse en la valentía de los condenados a ser fusilados.

La tierra es buena. Tierra prieta, tierra colorada, tierra blanca. La mejor es la prieta: gruesa y grasosa. En Manicaragua hay una tierra arenosa que resulta muy floja.

Hay piedras. Cantidad de piedras. Piedras como huevos y como cráneos despedazados, astillados. Piedras agrietadas, gritando su inmovilidad bajo el sol. Y alrededor de las piedras defecan las auras y abajo de las piedras patalean las alimañas y la Sierra vive y se alimenta de su propia carroña y a la rata gris se le abrió la nariz como flor reventona pero más rápido porque olfateaba lo que había adentro de esa piedra blanca con una grieta en el medio. Entonces decidió entrar. Empezó con la corredera y a pegar el hocico en todo lo que veía. Se llenó el cuerpo con el aire húmedo de la piedra y ya no se apuró más. El lugar le gustaba. (pág. 130-131)

En el centro y alrededor de las historias está la tierra de Cuba: la naturaleza, la vegetación, su fauna, sus santos paganos. Una tierra fascinante pero atormentada.

Un texto … duro, cronológico, seco y recto como una lanza. Los amantes de la historia de Cuba, de Castro y también de los apasionados por el reportaje periodístico y de guerra o novelas como Falsa guerra de [Carlos Manuel] Álvarez lo disfrutarán muchísimo.

Deborah D'attaché en CriticaLetteraria (1/3/24), el original en italiano titulado «Le cronache della dissidenza dell'Escambray a Cuba scritte da una penna d'eccezione: Norberto Fuentes».


Antes de dormirnos, el capitán Bayamo repartió una docena de tabaquitos y contó otra vez lo del afusilado que creía que lo iban a romper de mentiritas con esas balas que usan en las películas y se sorprendió mucho cuando sintió los plomos adentro. (pág. 48)

 

LA REBELIÓN DEL ESCAMBRAY: EL RECUENTO DE NORBERTO FUENTES

Nuestra revolución es generosa y sabe que debe dar a todos una oportunidad de redención.

Una sucesión de acontecimientos, sensaciones y personajes de la sierra cubana emergen, página tras página, en Condenados de Condado, de Norberto Fuentes. El tiempo parece haberse detenido: el foco de la narrativa está en los conflictos entre el gobierno cubano y los rebeldes anticastristas activos en la región montañosa.

A años luz de la ficción bélica clásica, el libro, publicado por Ago Edizioni, saca a la luz los acontecimientos de la guerra de guerrillas y la rebelión en la región montañosa del Escambray. La pluma de Fuentes se mueve rápida e instintivamente entre los acontecimientos de bandoleros y campesinos, habitantes de la sierra cubana.

El tiempo parece haberse detenido, los minutos cristalizan en una narración que avanza, con la sucesión de capítulos, de forma aparentemente aleatoria.

A 50 metros bajo mis pies corre un río. El río muere después de la lometa porque entonces comienza el mar. El mar es más fuerte que el río. Atrás se eleva la azulosa Sierra. Levanto la AKA sobre mi cabeza y dejo escapar una larga ráfaga. El arma me tiembla en la muñeca hasta que suelto el gatillo. Soy más fuerte que el mar, me lo dice la AKA.

Norberto Fuentes, nacido en 1943, escritor y periodista cubano, es mejor conocido por haber sido amigo y confidente de Fidel Castro.

En Dulces guerreros cubanos, el autor habla de sus vivencias durante la Revolución. A pesar de su cercanía con Castro, Fuentes tuvo algunas diferencias políticas con el régimen cubano e incluso estuvo encarcelado por un corto tiempo.

Publicado por primera vez [en italiano] en 1970, I condannati dell'Escambray ofrece una narrativa detallada y a menudo crítica de los acontecimientos, examinando el contexto histórico, las causas y los efectos de las luchas en la región.

La crítica literaria ha definido a menudo el libro de Fuentes como un testimonio controvertido, ya que algunos sostienen que el autor mezcla hechos reales y ficción literaria. Sin embargo, el autor, con honestidad intelectual, informa a su lector: «Las narraciones que ahora vienen solo se comprometen con mi imaginación aunque yo haya tocado esos hombres y a estos muertos».

Sin embargo, el libro ofrece una perspectiva interesante sobre la evolución política de Cuba y las tensiones internas después de la Revolución. La famosa trilogía La Autobiografía de Fidel Castro es también un ejemplo de esta fusión de hechos históricamente reales e imaginación.

Habiendo participado personalmente en la guerra de guerrillas durante la Revolución, el autor ofrece una perspectiva única de los acontecimientos. Se describen los tratos duros e inhumanos infligidos por los rebeldes del Escambray, a menudo agricultores y antiguos partidarios de la Revolución que habían tenido diferencias con Castro. Está claro que quienes describen los hechos han tenido la oportunidad de verlos con sus propios ojos.

La narración de Fuentes es coloquial, rica en detalles, con lenguaje metafórico y una atmósfera capaz de cautivar al lector. Fuentes da vida a su héroe socialista, el comandante Bunder Pacheco, en medio de las dolorosas consecuencias de la contrainsurgencia en el Escambray.

El clima narrativo está saturado de violencia constante, a través del retrato detallado y atormentado de la progresiva transformación del campesino en soldado.

El estilo de Fuentes, metafórico y cargado de una atmósfera llena de tensión, capta la atención del lector y, a través del personaje de Bunder Pacheco, el autor exagera las contradicciones humanas, subrayando que en tiempos de guerra no sólo hay héroes o antagonistas, sino individuos que son víctimas de las circunstancias y del tiempo.

Renata Bernardo en 2duerighe (22/12/23), el original en italiano titulado «La ribellione dell'Escambray: il racconto di Norberto Fuentes».

sábado, 23 de marzo de 2024

Alejandro

  

Aquella noche de noviembre de 2005. La foto es de Mario García Joya «Mayito». Estamos en la terraza de su casa. Desde la izquierda, Alejandro Armengol, la doctora Niurka de la Torre (mujer de este autor) y la actriz Ivonne López Arenal (mujer de Mayito). Concentrémonos en Alejandro. Tiempo para un tabaco y para recostarse, tranquilo, remoto, y dedicarse a la contemplación de algunos de sus amigos presentes en el convite —Lichi Diego, Rafaelito Rojas, Norberto— que se desgastan en algún debate político sobre Cuba. Él no. Él deja esa «temática» para sus juiciosos escritos que publica El Nuevo Herald o el portal Cubaencuentro. Es lo que hace. Actúa como una vaca sagrada de él mismo. Dispara desde posiciones que lo hacen inalcanzable a la fogosa artillería verbal de sus compatriotas. Ataca desde la pantalla de su computadora y luego de un sólido retozo con las palabras y los conceptos, apaga máquina y se va a la mesa donde aguarda la cazuela de frijoles negros espolvoreados de azúcar, unas pisquitas, hechura de la preciosa Sara Calvo que lleva media hora llamándolo con un insistente: «Tati, deja tranquilo a Fidel y ven a comer.». Para una mujer que escondió en su casa al Chino Figueredo, herido, después de su participación en las acciones del asalto al palacio presidencial y que trasegaba con armas para el Directorio Revolucionario 13 de Marzo a través de aeropuertos infestados de esbirros batistianos, recibir la noticia de la muerte de su marido y que la verdadera razón por la cual once días atrás se lo llevaron en ambulancia para el Kendall Hospital era un cáncer en el páncreas, no sirve de ninguna protección. «¿Tati? ¿Qué Tati está muerto?» Jueves 21 de marzo. 4:30 PM. Había limpiado la casa y era todo alegría porque Marianita la hija, la había llamado que iba para allá, y ella pensó que le traían de vuelta a Alejandro. Al abrir la puerta, le costó trabajo entender el significado verdadero de sus hijos y nietos, mudos, paralizados, en el umbral.

miércoles, 20 de marzo de 2024

El fin del mundo


Como me decía Eliseo Diego en su lento, cuidadoso hablar: «Ya nadie lee a Malraux.» Yo siempre asocio ese recuerdo a otro del mismo Eliseo, cuando me describía la angustia que lo atrapaba al mirarse en un espejo y descubrir las huellas de su edad. «El hombre que yo veo ahí no tiene nada que ver con el joven que yo soy. Les digo algo: Tú envejeces solo en la piel.» Y en el caminar, le pude haber dicho, pero me abstuve. Y en esas opiniones sobre cualquier cosa que emitía como si cruzaras un campo minado. Y también me pasé con ficha. Eran unas mini tertulias que teníamos a cada rato en el apartamento del edificio de prefabricado otorgado por la agencia Prensa Latina al poeta Raúl Rivero a principios de los 80, apenas regresado de su quinquenio como corresponsal en la Unión Soviética. Los dos poetas despachaban hasta el fondo cualquier botella de ron o aguardiente que hubiesen conseguido mientras yo los contemplaba desde mi refugio de café frío y cigarros.

Eliseo estaría entonces en sus 60, y Raúl y yo pegados a los 40. Aquellos 20 años de diferencia eran un abismo que nosotros intentábamos vadear a base de preguntas sobre ese territorio en el que él ya habitaba. Qué cosa más curiosa. No queríamos saber cómo habían sido las cosas en el pasado. Sino cómo eran en ese futuro en el que creíamos verle flotando. Estaba frente a nosotros, en una sala de las ásperas paredes de los edificios construidos en los anillos exteriores de La Habana por brigadas de voluntarios, sentado en una poltrona con forro de estampados, bebiendo ron sin descanso, y uno escuchándolo como si él nos trasmitiera de una nave en los confines del cosmos. Entonces, inevitable, pero también admonitorio, y como en un ritual de venganza contra todos los que le sobrevivirían, nos recordaba sus versos de última factura en «Testamento», el aterrador poema: «… no poseyendo más / entre cielo y tierra que / mi memoria, que este tiempo; / decido hacer mi testamento. / Es este: / les dejo / el tiempo, todo el tiempo.» Sí, desde luego que estaba trasmitiendo desde los confines del universo, y de seguro desde esa zona donde supuestamente el tiempo y el espacio se unen. Raúl, el Gordo Ruli, tragaba en seco, y yo escapaba con una imprecación: «¡Cojones, Eliseo!» Acto seguido, como programado, le tocaba el turno al francés. Era el momento, reiteradamente, en que Eliseo lo sentaba entre nosotros. Quién diablos le iba a decir a André Malraux que él se iba a posesionar de una minúscula sala de un edificio de microbrigada donde oficiaban tres cubanos, una botella de aguardiente Coronilla o con suerte una de Flor de Caña nicaragüense (¡gloria eterna al Frente Sandinista de Liberación Nacional!) y una cajetilla a medio consumir de cigarrillos Populares o con suerte una de Montecristo de exportación, ventilado el estrecho ambiente gracias a las puertas abiertas al balcón a la calle de aquel primer piso y con la colaboración de un infatigable ventilador Orbita-5 de aspas plásticas adquirido por Raúl en un almacén de la Avenida Kalinin de Moscú. Y allí, en medio, André Malraux y su vehemente ambición de dejar una cicatriz sobre la faz de la Tierra invocado por la nobleza patriarcal de Eliseo Diego y el asentimiento de sus dos atentos discípulos. «Ya nadie lee a Malraux», insistía. Y el rencor subyacente en su entrega del tiempo en el terrorífico poema, se convertía en lamento, aunque la naturaleza de su origen fuese la misma.

Eliseo nos pontificaba sobre una era que se extinguía con celeridad. Una en la que ya no habría grandes escritores. Escritores verdaderos, quiero decir, recónditos, viscerales, que asaltaban la inmortalidad gracias a una novela y a veces hasta con un poemario. Vamos, que ninguno de ustedes sabe lo que es eso. ¿Se imaginan lo que es ser William Faulkner? Y luego ufanarte de que serás recordado por los siglos de los siglos gracias a lo que has producido sobre la panza metálica de una carretilla virada al revés y con tu solo equipamiento de papel, lápiz, tabaco y el contenido de una caneca de bourbon. O declarar que dudas si ir o no a buscar el premio Nobel en Estocolmo porque tienes una vaca a punto de parir en el establo.

El último de los nuestros que parece haber logrado esa posición de deslumbre y privilegio fue Gabriel García Márquez, pero con un pecado a rastras del que nunca logra desprenderse, uno capital: que suele ser tan buen escritor como comerciante. Se bandea muy bien entre los dos oficios, realmente, aunque en el material surjan a primera vista los indicios de contaminación. Ni qué decir de esa oleada impuesta por el mass market de los gringos, donde los autores se las tienen que arreglar con editores que solo entienden de vender libros by the pound, libros por libras, como dicen en las tiendas de comida ya preparada para llevar. Igual que los españoles de la misma hornada, millonarios, coletas cortadas y jeans, o lo que ellos llaman vaqueros. Tengo fresco el reclamo de un editor español que me pedía que escribiera como uno de mis compatriotas literatos, Leonardo Padura, para el que no valía mi argumento de, pero, coño, ¿tú quieres que yo imite a un imitador mío? Nada. No entienden nada. Sobre todo, no entra en sus cabecitas que, para un escritor auténtico, la escritura de una novela es una empresa igual en sus ambiciones y en el costo paralelo de desgaste emocional y físico al de Miguel Ángel cuando le encargaron llenar el techo vacío de la Capilla Sixtina. «¿Cuál es el problema, amigo?», decía mi editor. «Lo que te estoy pidiendo es una novela. Tres meses de trabajo y ya.»

La realidad indica que la promoción de los escritores agregados al lamento de Eliseo sigue siendo un coto muy cerrado, no importa que estén condenados a no ser leídos, amén de que, con su probable extinción, desaparezca con ellos el amoroso recelo de los grandes editores como Maxwell Perkins. Tienes que estar ungido. O ser un orate. Un obstinado. En mi generación de cubanos yo solo conocí a dos criaturas de esta especie: Guillermo Rosales y Reinaldo Arenas. Y los dos se suicidaron. Y no por lo que informaron los obituarios y los corrillos, que si Guillermo se había volado los sesos de un pistoletazo porque no le concedieron una beca de la Guggenheim y que si Reinaldo le pidió a un mariconcito de su cófrade que lo ahogara con una bolsa de plástico porque tenía sida hasta en las uñas y ya no llamaba la atención en los baños públicos. No. Los conocí muy bien. En su búsqueda del absoluto, encontraron el fracaso. Su historia verdadera es que les faltó la histamina para la última milla.

En esta exploración mía sobre el mundo en el cual nací (llegué a tiempo para sus últimas batallas) y donde me hice escritor, falta el amigo que permanece en tierra y aguanta el cometa por la punta del hilo: el lector. Amigo desconocido y anónimo perteneciente a un ejército que, según las noticias, cada día cuenta con más bajas. Uno de ellos, el que determina el valor del presente volumen y de lo que tratan los textos de La extraña felicidad es su propio autor, Ismael Carvallo. Un libro sobre libros, uno para los exiguos lectores, aunque los que quedan parecen mostrar la misma resistencia de los Malraux de Eliseo. En fin, a los desertores, dejémosles lo que se merecen. Dejémosles el tiempo. Todo el tiempo.

jueves, 14 de marzo de 2024

El gusto de equivocarse


Los amigos no se esconden ni se pasan con ficha, tampoco se convierten en forros (sigo hablando de dominó). Yo, por ejemplo, le tengo un profundo cariño a Norberto Fuentes. Pueden decirme lo que quieran, menos cuestionar el respeto que siento por él y por su obra.

La lectura en mi adolescencia de un libro suyo, Condenados de Condado (1968), fue decisiva para que yo intentara escribir. Eso se agradece de por vida. Tirando de ese hilo llegué a sus reportajes periodísticos (de los mejores escritos en la Cuba de los 60) y a Hemingway en Cuba (1984), obra monumental e irremplazable.

Conozco a muy pocos cubanos que escriban tan bien como Norberto. Pero aun si fuera mal escritor, defendiera mi derecho a ser su amigo y a admirarlo. Antonio José Ponte también es uno de los cubanos que más quiero y admiro. Es tan buen escritor como Norberto. Los dos se saben queridos por mí y tienen conocimiento de mi cariño por el otro.

Estoy convencido de que la base de todo no es el limón sino la honestidad. Nunca le he ocultado Norberto a Ponte ni Ponte a Norberto. Todo esto no es más que un ejemplo. No hay necesidad de mentir para querer lograr algo, basta con ser transparente.

La inmensa mayoría de las cosas que nos han ocultado a los cubanos, no se han logrado. En eso Martí se equivocó, como nos hemos equivocado todos sin necesidad de ser apóstoles.


* * *

En la foto, Camilo Venegas con su mujer Diana (que él, curiosamente, llama «mi pareja») en mi casa la noche del 3 de febrero hasta la madrugada del 4 mientras ignoraban los zumbidos de sus celulares emitidos no se de qué otra parte de la Florida donde, creo, habían dejado encerrada en un closet a una tía y que, a Camilo, finalmente un elitista, le pareció inoportuno incluir en la comitiva matrimonial que visitaban al augusto autor cubano, que es el que queda a la derecha de la imagen, la que ha sido captada con otro celular por la que vendría a ser «mi pareja»: la doctora Niurka. Acabamos de llegar de un restaurante que nosotros llamamos «Los Tarros», uno de los establecimientos de la cadena de Longhorn, donde adiestré al discípulo Camilo en el jamado de unos sólidos chuletones de ternera adelantados por bullentes sopas de cebolla y echados a rodar hacia el fondo del estómago con sendas pintas del glorioso laguer bostoniano de Samuel Adams escanciados desde las espitas. Las damas, no. No se cual de ellas imitó a la otra, pero se fueron ambas por unas suaves y —aseguraron ellas— muy saludables ensaladas de las hierbas habituales de la ocasión, lechuga, tomate, berro, brócoli, amén de aderezadas con blue cheese y nueces y uvas y hollejos de mandarina y trocitos de manzana. Vaya, una especie de cóctel de frutas sobre gajos picoteados. En fin, que Camilito y yo nos hartamos de carne y del espeso caldo de cebollas y el espumeante laguer bostoniano hasta el cuello (el cuello, pero por dentro). Tanto, que cuando llegamos a mi casa, para el café y las descargas finales de la noche, a mí me había crecido la panza de tal manera que solo puede ser descrita con el lugar común de que parecía un tambor. Días después, cuando recibo de Santo Domingo —donde residen los visitantes— las dos fotos de la velada, en una de ellas el panzón se revela yo diría que de forma obscena. La otra foto es más bonita y estamos los tres sonrientes y felices. Mi advertencia a Camilo, de que si publicaba la foto de la panza iba a matarlo, fue desobedecida de manera rampante. Y a la hora publicar en su blog El Fogonero —bajo el título de «Martí se equivocó»— el gracioso texto que encabeza esta nota y que yo reproduzco en su integridad no tuvo reparos en emplear la imagen prohibida como ilustración. Y ahora yo me veo en esta situación de reservar pasaje en American y en la disyuntiva de decidirme por la Glock o por el machete Gurkha con hoja de 20 pulgadas. Aunque no está mala la idea de encerrarlo en el closet con la tía, si aún la infeliz se encuentra allí, aunque despojado de su celular.

lunes, 26 de febrero de 2024

Quemados por el sol


Respuesta de mi amigo Pedro al mensaje en el que requería su opinión sobre los argumentos empleados cada vez con más frecuencia en los medios que se ocupan de Cuba. Estamos, según se desprende de ellos, y casi por unanimidad, a las puertas del colapso de una nación. Yo hubiese querido ser el autor de esta respuesta de Pedro. La extraigo de la intimidad de nuestros diálogos vía Internet y la publico, con su autorización desde luego. Apenas un párrafo. Dice Pedro:

[3:51 PM, 2/19/2024] +5X X XXXX XXXX: La Revolución Cubana tal como la conocimos terminó el 25 de noviembre de 2016, con la muerte de Fidel Castro. El período que ha seguido desde ese momento aún no es posible definirlo, aunque sin duda parece uno de letargo, de indecisiones, de desgobierno. El éxodo cubano, una constante en estos 65 años de período revolucionario, actualmente algunos lo achacan a las promesas incumplidas. Pero la verdad es que el cariz de éxodo que se ve hoy se debe a una falta de dirección, estímulos y revolución, pese a las peores adversidades. Las promesas del pasado fueron cumplidas: Fidel prometió una aventura revolucionaria, un país con dignidad y una historia única. Lo que pasó luego de ese día de noviembre de 2016 ya no es responsabilidad de él. Sino de los que gobiernan, los que están ahí, los que seguimos vivos y conscientes. Quienes se van, lo hacen como ovejas descarriadas, aquellas que no tienen un pastor, un guía, un pescador de hombres. ¿Acaso nosotros no nos sentimos también así?